En la política mexicana casi no hay sorpresas, todo está escrito y los sucesos se nutren en tiempos pasados diferentes. El senador Ricardo Monreal Avila está construyendo una candidatura presidencial independiente casi por los mismos caminos que Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en 1988 y Andrés Manuel López Obrador en sus tres elecciones presidenciales.
Desde que el presidente López Obrador no lo incluyó en la lista original de hace seis meses, Monreal se ha movido con habilidad política para mantenerse en el escenario sucesorio con ese estilo lopezobradorista de afirmar negando. Quién no recuerda cuando el jefe de gobierno capitalino López Obrador reiteraba casi todos los días que lo dieran por muerto en la elección del 2006.
Cárdenas reventó el proceso de sucesión presidencial de 1988 con la exigencia de que la designación del candidato fuera producto de una elección interna en el PRI. El presidente De la Madrid ejerció su capacidad de autoridad política máxima para impedir esa posibilidad y Cárdenas afectó los resultados electorales priístas de 1988 al presentarse como candidato presidencial independiente de una coalición pluripartidista.
Un caso que no cuajó fue el de Manuel Camacho Solís en 1993, al negarse a aceptar la nominación oficial de Luis Donaldo Colosio y dejar en el aire político tensado por la crisis en Chiapas la posibilidad de ser candidato presidencial independiente para competir contra el candidato salinista oficial Colosio. Un día antes del asesinato en Lomas Taurinas, Camacho pactó la Secretaría de Gobernación con Colosio para la prioridad de la transición democrática.
Las negativas a participaciones políticas conflictivas han sido recurrentes en la vida política mexicana. pero se trata de posicionamientos de coyuntura en tanto se construyen las posibilidades reales para aceptar o no nominaciones electorales.
En la etapa de los posicionamientos, Monreal aparece como una figura política operando las conciliaciones donde los radicalismos presidenciales han desagregado alianzas tradicionales de sectores sistémicos que participaban en la toma de decisiones.
El proceso de sucesión presidencial tiene un espacio nacional ya definido por la polarización política del presidente de la república como un camino para cuestionar alianzas y para fortalecer sus objetivos de modelo de desarrollo. La oposición ha fracasado en su intento de canalizar a los sectores descontentos del sistema porque se encuentra más distraída en la lucha de posiciones de poder dentro de la alianza PRI-PAN-PRD-Coparmex-Claudio X. González.
El escenario sucesorio de 2024 desde ahora debe de considerar a Monreal como candidato, ya sea por Morena o por una coalición independiente similar al frente democrático nacional cardenista de 1988.
Juego de las sillas
- Con dos años por delante, el proceso de sucesión presidencial ya ha desgastado de manera visible a los tres precandidatos oficiales que tienen cargos fundamentales en el gabinete presidencial: la regenta Claudia Sheinbaum Pardo, el canciller Marcelo Ebrard Casaubón y el operador directo presidencial Adán Augusto López Hernández. Los problemas previsibles en estos dos años que faltan para el sucesorio 2024 van a seguir menguando la fuerza política de los aspirantes porque no se pueden mover, tienen que someterse a la disciplina presidencial y sus equipos de trabajo podrían ser descubiertos y castigados por el presidente de la república.
indicadorpolitico.mx
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