- Un sinfín de interrogantes alrededor del asesinato
- Qué interés podría cuidar el ex gobernador Bonilla
Pero quién tendría interés, a quién podría beneficiar la muerte de una periodista de a pie que, como María de Lourdes Maldonado López, estaba dedicada a hacer pública la vida diaria de Tijuana y toda la Baja California y sus alrededores.
Por qué la mataron. Se especula mucho. Y se lanzan las baterías hacia el ex gobernador Jaime Bonilla, dueño de la empresa de televisión de la que fue despedida Lourdes y a la que le ganó el litigio judicial, después de casi una década de dimes y diretes de barandilla.
Qué interés podría tener Jaime Bonilla para que la periodista desapareciera de este mundo. Lourdes, en realidad, ¿era un peligro para el ex gobernados, que mereciera ser asesinada?
¿Tiene el señor Bonilla antecedentes penales? ¿Tiene una personalidad distorsionada emocionalmente?
¿Cómo actuó en su responsabilidad de gobernador del estado?
¿Habría Lourdes comprometido los intereses de algún grupo político, de algún político local? ¿O los intereses de algún empresario o de algún grupo empresarial?
¿El crimen podría deberse a un conflicto emocional de tipo amoroso?
¿El asesino podría ser un delincuente común que la mató para robarle? Y más preguntas podrían plantearse el agente del Ministerio Público o el Juez, que eventualmente llamaran lo llamaran a declarar en torno a su relación y a la relación de su empresa con la periodista.
Me quedo en las mismas, después de tantas preguntas.
No hay que hacer politiquería del caso, advierte el presidente López Obrador, quien nunca ha negado su amistad con Bonilla. Incluso se ha rumoreado que el mandatario invitaría a Bonilla, una vez dejada la responsabilidad de la gubernatura, a ser miembro de su equipo de gobierno.
No es politiquería, presidente. El Ministerio Público tiene la obligación de incluir al ex gobernador en las investigaciones. Eso no quiere decir que lo está acusando de ser el autor del crimen.
Todas estas interrogantes y más, me hago en la reflexión que hago tecleando esta nota en mi ordenador. Un poco para orientarme, para descubrir que hacer ante este fenómeno dia-bólico del asesinato de periodistas, cada vez más generalizado contra los reporteros que andan tras la nota del día.
Entiendo el asesinato del maestro Manuel Buendía Téllezgirón. Éste afectaba grandes intereses de políticos y gobernantes en su columna diaria. Revelaba complots contra la ley, muy graves, muy comprometidos con la delincuencia organizada y el tráfico de drogas.
Pero en realidad quién tiene que planteárselas es el agente del Ministerio Público. Y más le vale empezar ya a enlistar sus interrogantes para llegar a la verdad.
El asesino de Lourdes y el de los otros dos colegas –Margarito Martínez y José Luis Gamboa (yo agregaría el de mi compañero Fredy López Arévalo, asesinado a las puertas de su casa en San Cristóbal de Las Casas, hacia el final del año pasado) tiene que ser identificado, perseguido, detenido y llevado al juez para que éste le imponga la pena que merece su acto criminal. Y por qué no. Por qué no crear una instancia judicial especial para repasar los asesinatos de periodistas que ha habido en la historia moderna de este México salvaje.
El ex gobernador Bonilla se dice tranquilo. Asegura que nunca amenazó a la periodista.
“La mentira dura mientras que la verdad llega; estoy tranquilo; yo sé perfectamente que la Fiscalía va a resolver esto y creo que lo va a resolver rápido”, ha asegurado el empresario y ex mandatario de Baja.
A DESFONDO: Les decía ayer que el periodista es el ser más despreciable para las clases dominantes. Se expresan de uno con un enfermizo desprecio. Miren si no tengo razón: el perínclito demócrata, presidente de los Estados Unidos, Joseph Biden, llamó “estúpido hijo de perra” a un reportero de la cadena Fox News, durante una conferencia de prensa.