Historias del Tapado 7: Razones políticas

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Una de las características del proceso de sucesión priísta, es el uso del lenguaje para esconder las verdaderas intenciones del elector. Desde el juego de palabras de Ruiz Cortines, pasando por frases que distintos mandatarios han usado, hasta conceptos que utilizan expresidentes para explicar hechos recientes, la forma en que se expresan este tipo de ideas da cuenta de un proceso dinámico que tiene como principal función ocultar los verdaderos deseos de quien busca dejar sucesor.

 

Lenguaje priísta

Una de las expresiones que más caracteriza el proceso de sucesión presidencial, es precisamente lo que tiene que ver con las palabras. El discurso, las frases, el lenguaje que se utiliza para explicar lo que a ojo de todo mundo es una designación como potestad del mandatario en turno, es disfrazada con las palabras para convertirla en un acto republicano que sintetiza el sentir del pueblo.

En 1974, Miguel Alemán, en su calidad de expresidente, concede una entrevista a El Universal, en la que revela más pistas del funcionamiento del sistema político que tenía en primer mandatario como eje articulador. En la conversación con el diario, Alemán señaló que el Presidente de la República “como jefe de la política nacional es el que puede proyectar y recibir las corrientes de opinión de los diversos sectores del país”, para agregar, “siempre por razones políticas, el candidato ha surgido del gabinete. La razón de ello es que son quienes están en contacto directo, por sus actividades, con la diversidad de la opinión pública”.

Cuestionado acerca de que dicho proceso era un secreto, Alemán añadió que “no es ningún secreto, sólo que tiene que tomarse en cuenta diversas corrientes de opinión y eso cambia constantemente”.

Rubén Narvaez, en su obra La Sucesión Presidencial, apunta al respecto: “Según Miguel Alemán, es el país quien decide la sucesión sexenal, nada más que de un modo muy original: a través del Presidente de la República en turno, quien siempre sabe interpretar a su pueblo”.

Meses más tarde, el Presidente de la República en turno, Luis Echeverría, manifestó que el “próximo presidente de México deberá ser muy madrugador y muy desvelado, esto es, una persona muy trabajadora y con gran capacidad de trabajo, que vea el cargo no como un privilegio, sino como un alto sentido de servicio”.

Y Jesús Reyes Heroles, presidente del PRI, ayudó a completar el cuadro sucesorio al decir, “nuestro partido sabe que, en política, como en todo, todo a su tiempo, ni antes, ni después, sino en su momento; ni nos precipitarán los impacientes ni nos retrasarán aquellos para quienes el tiempo no cuenta. Los que se precipitan se enfrentarán a una lucha solitaria; los que se retrasen estarán fuera de la contienda. La selección de los candidatos es un acto interno del partido, y sólo las corrientes internas tienen voz y voto en estas decisiones”.

Meses más tarde, el propio Echeverría volvería a abordar el tema al mencionar la forma en que se decidiría la sucesión, “se requiere que la conciencia de todo el pueblo llegue a la conciencia de un grupo político director, y que esto se refleje de acuerdo con nuestro sistema constitucional, en quien asuma la máxima responsabilidad de generar caminos que sólo desinteresadamente pueden ser útiles para todos y para las grandes mayorías”.

No obstante, las palabras presidenciales, cuando le tocó tomar la decisión lo hizo con base en lo que sólo él sabía y de la forma que sólo él determinó. Para operar el destape de José López Portillo, Echeverría mando llamar a Los Pinos a Fidel Velázquez, Enrique Olivares Santana, Carlos Sansores Pérez y David Gustavo Gutiérrez, para decirles: “señores, deseo manifestarles que he recibido información de que las mayorías de nuestro partido han comenzado a pronunciarse por el licenciado José López Portillo, para que sea el candidato del PRI a la Presidencia de la República.

“En consecuencia les encarezco secunden esta decisión, y organicen de inmediato los actos de apoyo al licenciado José López Portillo, quien será un digno candidato de la Revolución”.

Es claro que Echeverría ya había tomado la decisión tiempo atrás y que la había comunicado al designado. Esto no importó para el momento en que la comitiva tricolor fue a casa del designado, éste mostrara sorpresa por la decisión de los sectores de su partido. Después del destape, el Presidente declararía a la prensa que “si el partido se había pronunciado por López Portillo, seguramente era porque él no había hecho política barata, ni había incurrido en bajas intrigas”.

El lenguaje había ayudado a disfrazar la obra sucesoria.