El jeroglífico de la revocación del mandato

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En España, la figura de Andrés Manuel López Obrador es vista como la de un populista que ha decidido ubicar a México a contracorriente bajo el pretexto de una lucha contra la corrupción heredada y de un chovinismo que huele al México de 1970 a 1980.

No se sabe si ubicarlo como a un émulo de Hugo Chávez o es más bien una especie de Lula da Silva, aunque el propio presidente de México pretende reflejarse en el expresidente de Uruguay, José Mujica, a quién ha elogiado en no pocas ocasiones.

Su discurso manido de primeros los pobres, de una retórica de palabrería hueca, a veces siquiera, sinsentido, ocupa cada mañana la agenda nacional. Desde el atril en Palacio Nacional, de lunes a viernes, muy temprano utiliza esa enorme trinchera de poder para marcar hacia dónde desviar la opinión pública.

Hasta el país ibérico han saltado los escándalos al respecto de cómo el mandatario mexicano condena abiertamente, con nombres y apellidos, a los reporteros que le parecen incómodos.

Se trata de una condena pública que independientemente de si tiene o no razón, inyecta odio y sobre todo pone en riesgo la vida de los señalados públicamente en un país que adolece de un Estado de Derecho eficiente y creíble. Y donde matar a periodistas está a la orden del día.

No en vano, en el Parlamento Europeo se abordó al respecto con una resolución además de condena hacia la actitud de López Obrador y a la falta de seriedad para perseguir los asesinatos perpetrados y castigar a los ejecutores.

Su actitud hacia España también es un misterio, hay quienes interpretan que ese revisionismo puede tener varios orígenes: que alguien muy cercano pretenda reinterpretar los hechos para seguir victimizando a los llamados pueblos originarios y también, para construir un discurso que sirva para tapar la incapacidad de atención del propio gobierno mexicano en épocas actuales.

De este lado del Atlántico, solo llegan malas noticias del país azteca de muertos, descabezados, de ejecuciones sumarias; imágenes de tráileres ardiendo en las autovías como si fuese Ucrania que está invadida y luchando contra las tropas rusas.

Nos llegan lamentos de madres buscando a sus hijos desaparecidos, denuncias de trata de personas, fosas clandestinas por varias partes de la geografía azteca; y ecos de un gobierno que no funciona ni hacia adentro, ni hacia afuera, desgastado por problemas entre los propios miembros del Gabinete que no dan un paso si antes el propio López Obrador no da su visto bueno y todo bajo un marco de una supuesta austeridad porque en realidad no saben cómo ejercer el Presupuesto.

 

A COLACIÓN

Y ahora llega el misterio del 10 de abril, la fecha que López Obrador ha marcado para su consulta para ratificar o revocar su mandato, para gastar un dinero innecesario en imprimir 92 millones 823 mil 216 papeletas y utilizar recursos humanos para preguntarle a la gente si debe o no seguir gobernando.

Su gobierno concluirá en 2024, un sexenio que ya se antoja eterno y que además mete la incertidumbre de para qué exactamente quiere el dignatario mexicano esa medición de popularidad, que no es otra cosa que una especie de elección popular sin carácter oficial. ¿Qué propósito real se esconde detrás de la consulta?

David Marcial, del periódico El País, menciona al respecto que el resultado a favor de la continuidad del mandatario “parece más que descontado” en México y habrá que ver cómo “capitalizará” AMLO estos resultados.

Por su parte, EFE señala que tanto la oposición como los especialistas mexicanos consideran que López Obrador propuso la revocación de mandato para estar en campaña permanente y así seguir movilizando a sus bases.

A él lo sostiene además que cuenta con la mayoría de MORENA, lo que no pocos analistas en Europa, ven como un peligro para consolidar el proyecto que traiga entre manos.

¿Qué pasará con los resultados de la consulta que terminarán avalando a López Obrador? La pregunta en España es si serán utilizados con algún propósito que termine  con alguna modificación legislativa para alargar el período de gobierno de López Obrador. Por ahora es un jeroglífico.

@claudialunapale