Antonio López de la Iglesia
Digan lo que digan algunos agoreros del desastre nuestra democracia es resistente como un junco: sabe ingeniárselas para desafiar la ley de la gravedad cuando hay ventoleras. La consulta de Revocación de Mandato celebrada el pasado domingo lo demuestra una vez más. Los resultados, como siempre, tienen muchas y siempre interesadas lecturas, pero en este caso todas son positivas para la sociedad mexicana que por primera vez fue convocada en un proceso Histórico a calificar a su Presidente a la mitad de su mandato. Y acudieron a dar su opinión el 20 por ciento de los ciudadanos con derecho a voto. Con un tercio de las casillas que son instaladas para una elección normal, con un presupuesto raquítico y con una difusión muy limitada de sus objetivos y alcances. Es atendible también lo que dice la oposición: Solo 8 de cada diez electores acudieron a las urnas y los 17 millones de votos favorables al Presidente reflejan un desgaste del presidente que en la convocatoria en la que fue electo recibió 30 millones de sufragios lo que no alcanza al 40 por ciento del electorado y por tanto los resultados de este ejercicio no son válidos legalmente. Pero lo cierto es que la gente salió a votar. El pueblo quería urnas. Proteger la democracia exige algo más que temor e indignación: hay que empezar a exigir a los partidos respeto por las instituciones, tolerancia con los adversarios y algo parecido a la contención, a la moderación. Y pedirle a la gente que no se desentienda del debate político. Lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador está dejando claro en estos días es que para fortalecer la democracia mexicana es necesario que de una vez por todas las elecciones se hagan con “un renovado contrato social” post pandemia. Necesitamos que los políticos den un giro hacia lo sustantivo y defiendan proyectos en lugar de atacar al contrario; y los medios de comunicación tienen que abandonar el clickbait (golpe de clic) tribal y sustituirlo por la información veraz y propositiva sin pretender obtener un mercado propio de prebendas y privilegios. Más allá de las recetas, conviene hacer un poco de literatura comparada para saber si ese bucle melancólico, fatalista y vicioso en el que anda metida la política obedece al socorrido mito de que México es incorregible. Las posibilidades de la ultraderecha son reales y ya se han manifestado claramente por tratar de recuperar el poder a costa de lo que sea utilizando todos los medios necesarios, sean legales o no. Vean lo que pasa en Francia en donde la fascista Marie LePen está a punto de ganarle las elecciones al centrista Macron fruto de las cicatrices de la crisis que ha provocado la pérdida del poder económico y social de la derecha y del ruido que generan las redes sociales, que están transformando la política en spam [correo basura]”. Charles Kupchan, ex asesor de Obama, dejó un último apunte desde su casa, a menos de 10 kilómetros del Capitolio de Washington, asaltado en su día por partidarios de Trump: “Las incertidumbres económicas asociadas a la globalización y el malestar con la migración han erosionado el centro político en muchas democracias occidentales. Las redes sociales han empeorado las cosas. Agregue a todo eso la pandemia y tenemos algo parecido a uno de esos cócteles tóxicos. Aunque recientemente las cosas han mejorado en EE UU: el péndulo está en el lado oscuro y los Trump de este mundo difícilmente van a desaparecer, pero los péndulos van y vienen”. Hace tiempo que las democracias dan señales de desquiciamiento, pero en México queda mucha tarea por hacer, aunque el camino está ya señalado e iniciado y en ese sentido la consulta del domingo en la que el Presidente AMLO recibió aproximadamente el 90 por ciento de los votos aprobatorios, será fundamentales para consolidar los avances, los cambios y las transformaciones que necesariamente nos llevaran a la modernidad. En Tabasco seremos de los más beneficiados.
La pandemia está en clara recesión, aunque todavía nos quedan unos cuantos meses por bregar y luchar contra esa maldita lacra. Pero en todo caso enfrente solo tenemos el futuro que todo parece indicar que es brillante.