Antonio López de la Iglesia
Fue en el año 2016 cuando el actual director General de PEMEX, Octavio Romero Oropeza, a pesar de un evidente rechazo popular, fue candidato a la presidencia municipal del municipio de Centro-Villahermosa. Previamente se realizó una encuesta de preferencias ciudadanas, como es ya costumbre en MORENA.
En esa medición participaba el actual secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, quien para todos era indiscutiblemente el más popular y el mejor preparado para esa difícil prueba electoral en la que el PRD y el PRI todavía gozaban de una fuerza considerable y de unos candidatos muy competitivos. Gerardo Gaudiano por los amarillos y Evaristo Hernández por el PRI.
Insospechadamente se dio a conocer que Octavio Romero era el beneficiado por la encuesta en contra de lo que la inmensa mayoría de los “navegantes de la política” estábamos seguros que ocurriría. Adán Augusto, a pesar de su indudable ventaja, no reconocida en el sondeo, respetó los resultados y las decisiones tomadas desde el centro de poder de los morenistas y no hizo siquiera una declaración negativa de lo que le replegaba a ser un militante más del partido de AMLO, y lo que era peor: Su condición le obligaba a manejar la campaña de Octavio Romero, le gustara o no, porque no se puede decir que fuera su enemigo ni su adversario más formidable, pero amigos no eran, no; ni un poquito.
Romero Oropeza no había caminado mucho por Tabasco en los últimos años, tenía una grave afección del corazón y los que le conocen de cerca dicen que es de difícil trato y que con dificultad esgrime una sonrisa, ocurra lo que ocurra. Eso sí; es el hombre de los secretos de López Obrador, a quien ha acompañado muy de cerca toda su carrera política principalmente manejando los recursos.
A todos los que conocíamos los entresijos de MORENA, de esos momentos, apenas en formación en Tabasco, nos extrañó, en un primer momento, esta designación de ORO, aunque poco después supe lo que en verdad ocurría. Se estaba protegiendo a Adán Augusto que, con las condiciones que se daban en esos momentos, seguramente hubieran enfrentado una derrota épica que le hubiera cargado innecesariamente con un historial negativo, pues esa hubiera sido la segunda vez que concurriría a la elección a alcalde de la capital del estado.
Tenía la derrota asegurada, como así ocurrió, solo que el candidato era Octavio Romero, “a Dios Gracias”, que dijo uno de los analistas más entrañables de aquella época, hoy ya fallecido. Para todos quedó claro que AMLO tenía planes para Adán y no quería enfrentarlo a episodios que mancharan su trayectoria.
Y en efecto en 2018 López Hernández se convirtió en el candidato a Gobernador de tabasco, ganó con más de 60 por ciento de los votos emitidos y de la noche a la mañana fue el hombre más poderoso del “Edén del sureste” después, claro está, de Andrés Manuel López Obrador. Su mandato se desarrolló con una fortaleza inmensa y desconocida desde hacía décadas y su cercanía con AMLO era cada vez más sólida. El resto de la historia ya es reciente y Adán Augusto López Hernández fue nombrado como secretario de Gobernación y su eficacia ya ha sido probada en una y mil batallas, en muy poco espacio de tiempo.
Hoy es el que se encuentra mejor posicionado para ser el candidato a Presidente de la República ya que sus pares en la pasarela están disminuidos y sin pulso. No hay manera de que levanten ni Claudia ni Marcelo, están infectados de negativos y lo que sigue es el colapso de sus precandidaturas. Mientras que Adán Augusto, no es tan conocido como los otros dos, para su fortuna, y lo único que puede ofrecer es crecer y crecer limpio de barro. Por más que como es natural pueda cometer algún error, lo que es no solo humano, sino conveniente para aprender de ellos, “a Dios Gracias”.