El PRI, más allá de Alito

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Como siempre el hilo se rompe por lo más delgado, el actual presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas Alito, está cargando con el peso muerto de las derrotas del PRI. En descargo, las últimas pérdidas electorales del partido que dominó el siglo XX mexicano vienen de muy atrás, sobre todo de 1982 cuando se dio la ruptura en la configuración de la dirigencia de las élites pasando de los políticos profesionales a los economistas tecnócratas.

La historia del PRI se puede reconstruir a partir de las cifras electorales y las posiciones de poder. Basados en datos con fuentes directas que han sido procesados por Wikipedia, el estado actual del PRI no puede ser más negativo:

1.- A nivel de presidente de la República:

–El PRI como PNR tuvo tres presidencias ganadas con niveles arriba de 90% de votos: Pascual Ortiz Rubio, Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho, el ciclo de los generales que construyeron el sistema político mexicano.

–Los dos primeros presidentes políticos, Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines, tuvieron votaciones de 78% y 74%, respectivamente, una baja por reacomodo de nuevas élites.

–El periodo de los presidentes políticos, pero burócratas, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo, repuntó las votaciones a niveles de 84% a 90%.

–El ciclo de los tecnócratas, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, bajó la votación de 71% a 48%, con pérdidas de cargos públicos y gubernaturas a partir de 1982.

–Francisco Labastida Ochoa perdió la presidencia en el 2000 con un 36 por ciento de votos y Roberto Madrazo se hundió a 22%, Enrique Peña Nieto recuperó la presidencia con alianzas y alcanzó apenas el 38%, pero el candidato priísta-no-priista José Antonio Meade Kuribreña llevó la votación presidencial del PRI al sótano de 16%.

2.- Senadores:

–Las votaciones por senadores se mantuvieron prácticamente en mayoría de 1940 a 1976, con apenas un par de senadurías regaladas por el presidente nacional priista Porfirio Muñoz Ledo en 1976 para revertir la derrota en la gubernatura de Nayarit.

–En 1982 comenzó el PRI su debacle, justo en el relevo tecnocrático del equipo de Miguel de la Madrid que se mantuvo con Salinas de Gortari y Zedillo: en 1982 la votación de senadores bajo a 65% y en 1988 y 1994 a 50%.

–La debacle permaneció en 1997 –la votación de senadores que reacomodaron a mitad de sexenio con periodo de tres años–y el PRI pasó del 60% de las curules en ese año a 11% en el 2018.

3.- Diputados:

–El PRI en sus dos etapas partidistas anteriores mantuvo de 1940 a 1961 la abrumadora mayoría de legisladores en rango superior al 90%.

–Con el modelo de diputados de partido que beneficiaron a la oposición por curules en función de porcentajes de votación y no de victorias distritales, el PRI bajó porcentajes de legisladores a 80%.

–De la reforma política de 1978 a las elecciones de 1991 en las que el Gobierno de Salinas recuperó presencia priísta, el porcentaje de curules anduvo abajo de 60%.

–La crisis priista iniciada en 1997 a nivel legislativo llevó la presencia priista a niveles de 40%-20% hasta 2015. aquí se incluyen las votaciones de 2003 y 2006 en las que el PRI bajo su porcentaje de diputados a niveles de 25%.

–Las elecciones de 2018 que marcaron la segunda derrota presidencial priísta, el partido tricolor conoció el sótano del poder: 16% en promedio en las legislaturas de 2018 y 2021.

–Y a nivel gubernaturas, el PRI mantuvo el dominio total hasta 1988 con un 100% de posiciones, y la debacle comenzó en 1989 con la derrota en la elección de gobernador en Baja California como parte de las primeras concertacesiones y luego con la disminución de su poder territorial.

–Al terminar las elecciones de gobernador en junio de 2022, el PRI se encontró con la posición directa solo de dos gubernaturas, la del Estado de México y la de Coahuila que votan nuevo gobernador en junio del 2023, y la de Durango que se ganó este año con el candidato del PRI, pero con el escudo del PAN por la coalición.

–Para el 2024 se votarán nueve gubernaturas, pero ninguna de ellas en posesión del PRI, seis de morena y aliados, dos del PAN y una de Movimiento Ciudadano.

–Las primeras tendencias electorales y conflictos políticos en las plazas priistas mexiquense y coahuilense prende los focos de alarma del PRI, por la presencia y expansión del partido Morena.

La crisis de liderazgo político de Alito en su periodo de dirigente nacional priísta abarca apenas el ciclo iniciado en 2019. Sin embargo, las cifras electorales revelan cuando menos tres periodos de crisis del partido:

1.- La creación de diputados de partido en las elecciones de 1994 que consolidaron la fuerza del PAN en un 15%.

2.- El relevo de tecnócratas por políticos en 1982 y la ineficacia e impericia en las relaciones de poder de los nuevos funcionarios.

3.- La fractura en el PRI en 1987 con la salida de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y del impulso político personal y de grupo de Andrés Manuel López Obrador a partir del año 2000 y la construcción de Morena como movimiento y luego partido político.

En un documento general para justificar sus “logros”, Alito deslizó algunas cifras que hablan de tres realidades:

1.- El PRI mantiene una fuerza electoral de menos de 20%.

2.- La única viabilidad de darle fuerza a la base electoral del PRI es la alianza con el PAN y con el PRD ya en proceso de desaparición.

3.- Y la única posibilidad de que la alianza opositora le gane a Morena radica en la incorporación a la coalición de Movimiento Ciudadano, cuyo porcentaje de 8% promedio ayudaría a rebasar a Morena.

Estas cifras, en realidad, son producto de evaluaciones estadísticas y de tendencias no formales y que dependen del momento en que se levantaron las encuestas. De ahí que se trate de situaciones muy especulativas y condicionadas a circunstancias en el momento de la votación, en junio de 2024, porque hoy solo son meros juegos estadísticos.

El riesgo de Alito y de la participación del PRI en la alianza con el PAN y con el PRD radica en superar el conflicto interno que ha provocado la rebelión de expresidentes del PRI vinculados al grupo político del expresidente Enrique Peña Nieto y la decisión que tome el PRI en la designación del candidato del PRI a las gubernatura del Estado de México en escenarios binarios: o el PRI compite solo en condiciones de desventaja frente a Morena y el apoyo presidencial o aporta el apoyo priista para una candidatura coalicionista que sería definida por el PAN y el PRI quedaría como apoyo. Y Movimiento Ciudadano rompería también escenarios porque iría con Juan Zepeda, un experredista con un porcentaje de votos superior a 10% que le harían falta a la alianza y a Morena.

En este contexto, el escenario de Alito es más bien pesimista para el PRI y demasiado cuesta arriba para él si decide luchar contra grupos dentro del PRI que han tomado la decisión de destituirlo.

indicadorpolitico.mx

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