- Al país la espera de manera formal un largo año de disputa política dentro de los partidos y entre ellos para definir con una anticipación la candidatura presidencial para las elecciones de julio del 2024. Lo que se ha visto en los últimos días ha sido una clase política descuidada con los problemas del país, solo orientada a la capacidad de movilización pública para ir amarrando con anticipación compromisos de votos y dejando que los precandidatos que tienen cargos públicos en oficinas responsables de áreas productivas se desentiendan de las crisis y se dediquen a la grilla
- El resultado electoral del pasado 5 de junio en la elección de seis gubernaturas –cuatro para Morena y dos para la coalición PRI-PAN-PRD– introdujo una severa crisis de entendimiento al interior de las dirigencias de los tres partidos con sus bases, sobre todo en el PRI y en el PAN que son los partidos que más aportan estructura, militancia y votos. Priistas y panistas llevaron a la mesa de negociaciones la renuncia de sus respectivos presidentes partidistas, empujados por importantes figuras de cada formación política.
- La posibilidad de una elección entre dos candidatos, uno de Morena y otro de la coalición opositora, se aleja de la realidad con la decisión de Movimiento Ciudadano no solo de no sumarse a la a la triple alianza, sino emitiendo severas críticas al contenido y objetivos. Las cuentas alegres del PAN y del PRI suman en automático las tendencias de votos de encuestas adelantadas y la diferencia la marca la expectativa de 7 a 10 puntos porcentuales de Movimiento Ciudadano, a partir de dos gubernaturas y una alcaldía, además de bancadas legislativas. Sin embargo, un dato no ha sido analizado por los opositores: la coalición a nivel presidencial implicará también un reacomodo de votantes en función de los candidatos, toda vez que los partidos carecen de propuesta ideológica y de gobierno.
- El gran enigma electoral para el 2024 que se plantea desde ahora indaga el verdadero sentido del voto corporativo y de clase de los empresarios frente a la elección presidencial, sobre todo porque la alianza opositora está cayendo en la trampa populista de Morena y no se ha atrevido a una confrontación directa con el modelo de masificación del voto, además de que no han sabido vender con claridad el enfoque de la democracia procedimental que al final defiende los intereses de las clases propietarias. La Coparmex no se ha comprometido a fondo con la alianza, salvo por la participación de su exdirigente Gustavo de Hoyos, pero las elecciones de gobernador pasadas no hubo militancia política de la Coparmex en función de su condición de sindicato patronal.
- Algunos indicios al interior del PT y del Partido Verde están analizando la posibilidad de que exista un escenario de no-alianza con Morena por varios desencuentros en el camino y entonces estos dos partidos quedarían a disposición de candidatos fuertes o de incorporación a la coalición opositora, aunque siempre con una desconfianza de quien ve que los dos han venido acompañando a López Obrador en el pasado y no han tenido ningún deslindamiento crítico y serio de su militancia como aliado modernista. Los dos partidos podrían tener sus bases mínimas de 3% para mantener el registro, pero en la actualidad ambos tienen figuras que quisieran que esas organizaciones pasarán ya del techo que no han alcanzado de 10% de votos nacionales.