Xochitl Patricia Campos López
Probablemente las malas tendencias electorales que marcan al Partido Demócrata en las próximas elecciones intermedias y, sobre todo, presidenciales en Estados Unidos, sean el propósito oculto de la visita de AMLO a Norteamérica. O Biden y los demócratas coinciden con AMLO para tomar el voto latino, o Trump -no obstante su antimexicanismo de propaganda- hace migas con el sentido común lopezobradorista y reinstala el nacionalismo conservador empírico que pone orden a pesar de la aristocracia financiera y hollywondense yanqui.
El credo morenista en la Casa Blanca tiene ecos para el partido demócrata y, particularmente, para Joe Biden. La oligarquía norteamericana pretende como candidato demócrata a individuos progresistas vinculados a Obama, Kamala Harris o los Clinton. Pero, ¿y si Biden juega a ser el Franklin D. Roosevelt para detener al intempestivo Donald Trump -también parecido al Roosevelt pero llamado Theodore-? De ahí la paciencia -aunque breve- del somnoliento Joe y las concesiones del stablishment yanqui a las expresiones populistas de amlo.
El éxito de López Obrador se refleja en el Visto Bueno de la geopolítica estadounidense para mantener a Ken Salazar, aprobar la legitimidad y magnetismo que acumula AMLO en sus bases sociales y prestarle atención a una agenda mexicana para brindar resultados a la gente común. Además de gasolina, los norteamericanos pueden venir a México para conseguir anticonceptivos y otras cosas. Si México se transforma en la tiendita de enfrente -que siempre tiene algo más-, la vocación de narcorepública que asignó Zbigniew Brzeziski pueda quedar en el olvido.
La polarización en la sociedad norteamericana que se deriva de la crisis económica en todo el mundo puede generar que Donal Trump alcance el poder político y se implante un conservadurismo radical que ponga en riesgo las libertades y derechos civiles de aquel país. En el marco de la reunión AMLO-Biden debe observarse que la visita del presidente mexicano es un apoyo para la influencia del partido demócrata en su conquista del voto latino. Así mismo, Biden está impulsando un proyecto de estado de bienestar basado en el sentido común, también importante en el empirismo anglosajón. Si Donald Trump tiene tanto éxito es porque al sentido común le ha agregado el nacionalismo WASP y eso resulta peligroso para la hegemonía liberal norteamericana y ni se diga para las conquistas progresistas plurales.
El nacionalismo conservador de Trump está constituyéndose como una referencia valiosa de los grupos marginados y vulnerables anglosajones, Trump es obvio y por eso parece más honesto que los demócratas; pero también es un geopolítico que quiere retornar al excepcionalismo y dominio regional, lo que pondría a los republicanos por mucho tiempo en la presidencia de Estados Unidos y en otros bastiones de poder -como ha sido el caso del Poder Judicial-. Si los republicanos y Trump ganan rumbo al 2024, ¿regresarán algún día los demócratas?
El embajador Ken Salazar ha recomendado a los detractores del lopezobradorismo en México que dejen de confrontarse con AMLO y lo ayuden a gobernar, ¿será que Joe Biden entendió el consejo práctico?
Donald Trump, con todo y su antimexicanismo, también logró entenderse con AMLO, lo llamó su “amigou socialista” en los días previos a la reunión con Harris y Biden. ¿AMLO es el fiel de la balanza en la conquista del voto latino en EU? Lo más probable es que no, pero es importante señalar que la crisis del liberalismo está planteando la necesidad de usar el sentido común en la política, respetarla, dignificarla, hasta en el darwinismo la gente espera algo de sus autoridades para sobrevivir un poco más. No es populismo sino humanismo, misericordia, lo que está pidiendo la gente de los poderosos. Antes de que se animen a realizar otras acciones, porque ya no tiene sentido conservar la vida.
El triunfo de AMLO es político, por lo menos reafirma su apoyo en México y ganó en las vencidas frente al imperialismo yanqui. Biden tomó apuntes con Morena, como lo ha sugerido Ken Salazar.
Las relaciones económicas y sociales cambiarán lentamente entre Estados Unidos y México, pero la cuestión mexicana cada día es más importante para el imperio. Hace falta cambiar y desarrollar muchas cosas para que nuestro país pueda ofrecer algo más que servicios y productos básicos al gran Oso Polar. Pero los elementos del intercambio no dependen de los presidentes, avanzan por su cuenta, como los tacos, el tequila, el futbol soccer y la cultura que tanto espantan a Huntington y Friedman. El complot mexicano va.