Los militares al poder

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Hoy en México se intenta militarizar la Guardia Nacional y esto ha entrado a un debate largo, en virtud de que, en los tiempos modernos, no son los militares los que gobiernan un país, sino que lo hace el poder civil que, mediante elecciones constitucionales, define el rumbo de las naciones o repúblicas.

México ha entrado a un debate largo con este intento de militarizar un sector muy importante de la fuerza pública. La iniciativa presidencial pretende quitar el mando al poder civil, para transferirlo al Ejército.

Existen muchos ejemplos en la Historia. La Guerra Civil Española es uno de ellos: la confrontación ideológica fue terrible. El número de muertes resultó infinito y el líder de un sector de la población, Francisco Franco, fue sangriento y desalmado…su legado de dolor perduró aún después de muerto, lo que provocó que los españoles que no pensaban como él, huyeran por las fronteras a campos de concentración, o incluso a lugares como México.  Franco murió en el poder, al que no abandonó un solo momento.  Este hombre pequeño, vestido siempre de uniforme militar y con muchas medallas colgando de su pecho, nunca abandonó sus crueles políticas de exterminio en una guerra que ya había ganado. Aún ahora hay grandes debates por este hecho que marcó a los españoles para siempre, y que ocurrió a mediados del siglo pasado.

Otro acontecimiento de la época es el de Lenin: un intelectual que ascendió al poder y que buscó cambiar la monarquía zarista por un esquema democrático, dentro del cual cupo el exterminio de la familia real.  Se dice que hasta los perros fueron muertos,a fin de evitar que existiera en el futuro alguna descendencia real que pudiera reclamar el trono. Lo reemplazó José Stalin con otra política militarista y sangrienta que diezmó al pueblo ruso.

Los ejemplos no tienen fin: la dictadura de Perón es otro de ellos.  Juan Domingo Perón, un militar pelele de su amada “Evita”,  fue derrocado, regresó, cambió de musa y su antigua pareja murió en condiciones muy extrañas: incluso el cadáver se perdió por mucho tiempo, como si de una extraña conjura se tratara, en contra de este militar que retornó del refugio español para volver a gobernar.

El Chile de Pinochet es un ejemplo más.  Las dictaduras de Ydígoras, de los Somoza, de Torrijos, son muy frecuentes. Lo significativo de esto es que, o son militares, o se convierten en militares en el poder para tener el control, y permanecen muchos años al frente del gobierno de sus países. Sólo la muerte o un rechazo popular que crece con años de sufrimiento termina con ellos.

Lo que se pretende hoy en México es muy peligroso: militarizar un gobierno civil. El Ejército Mexicano es ejemplar en el mundo. Ha dado muchas pruebas de amor a la patria y lealtad absolutas, pero, entregarles ahora el poder es sumamente delicado. La tentación de la manzana de Adán y Eva pone en riesgo a la nación. Los gobiernos militares duran décadas en el poder: se cancelan las elecciones, se militarizan las instancias… y México llegó a una revolución precisamente para evitar que el tirano Huerta, militar, continuara gobernando.

El final de este sexenio no es generoso para el presidente: un hombre de lucha que, venciendo todas las dificultades naturales de gobiernos derechistas, ascendió al poder y al parecer, en un hecho desesperado frente a múltiples problemas de inseguridad, pobreza y crisis económica, intenta militarizar a la Guardia Nacional. Esto está convulsionando la vida de México, tiene a los empresarios atemorizados y a los inversionistas preocupados, y al mundo en general observante, porque este estilo de gobierno ya no existe: tal vez sí en Corea del Norte donde, lo más probable es que muera en el poder quien lo gobierna o que, en el futuro una asonada militar lo saque del trono para permitir nuevos aires, así sean del mismo estilo castrense.

La patria necesita un México unido, y el asunto de la Guardia Nacional nos divide. Se puede imponer, pero entraremos en convulsiones, y más en una época preelectoral como esta. El presidente López Obrador debiera reflexionar profundamente. Su tarea casi está terminada. Le queda un año de gobierno y un año más de sanación nacional, para poder entregar el poder a una autoridad civil que no provoque tentaciones de dominio a los mandos militares que, de llegar, bien podrían permanecer muchos años en el gobierno, lo que sería terrible para un México que ha sufrido de guerras cruentas desde La Conquista, la Independencia, La Revolución y la Guerra Cristera que nos dividió en bandos.

¡La patria está en peligro! ¡Salvémosla!