Presagio de violencia electoral

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La guerra de declaraciones mediáticas en torno al llamado “Plan B” de la reforma electoral, presagia un proceso electoral concurrente 2023-2024 inmerso en la descalificación con el riesgo de un desenlace violento en la lucha por los cargos populares a disputarse, principalmente por la Presidencia de la República.

Si no se concreta el “Plan B”, Morena y el presidente Andrés Manuel López Obrador culparán al Instituto Nacional Electoral (INE) y a la oposición del fracaso de cualquiera de las candidaturas morenistas, máxime si se trata de la presidencial.

Si se concreta el “Plan B”, la oposición, respaldada por grupos fácticos y ciudadanía inconforme, culparán a Morena y a AMLO de cualquier derrota, quizá argumentando falta de eficacia y eficiencia del INE debido al ajuste presupuestal y en su estructura central y de órganos desconcrentrados.

Si el “Plan B” sale a medias, también; de un lado y del otro.

Y si a la suerte del “Plan B” se le añade el resultado de la elección de la nueva presidencia del INE y de las dos consejerías que en breve serán renovadas, se le echará más fuego a la hoguera ya sea que las personas designadas sean del gusto de Morena y de AMLO, o del gusto de la oposición.

Así, nuestro país se aproxima a escenarios inciertos, con riesgo de violencia antes, durante y después del proceso electoral; escenarios que ya habían quedado en la historia.

¿DERROTA DE MORENA? 

La derrota morenista en la elección presidencial o el triunfo de la oposición, parecen escenarios poco probables. Sin embargo, tampoco son de descartarse. Los competidores, partidos políticos y candidatos, deben estar preparados para ganar, pero también para perder; no obstante, solamente se adiestran para el éxito electoral.

Ni siquiera se preparan para resultados cerrados, el cual puede ser un escenario en el 2024, sobre todo si Morena se fractura y presenta una débil candidatura presidencial. Las cifras cerradas tampoco son consecuencia de la casualidad, sino se producen cuando la oposición llega cohesionada y con una candidatura fuerte, atractiva para la sociedad civil.

Sí, generalmente cuando la sociedad civil participa masivamente en las urnas electorales, los resultados se cierran o triunfa la oposición de manera contundente. Ocurrió en el 2000 cuando ganó el panista Vicente Fox Quesada, y en el 2018 cuando AMLO arrasó en la elección presidencial, provocando el efecto tsunami en la mayoría de las candidaturas de Morena y aliados a los demás cargos populares que se disputaron entonces.

Siempre es mejor el triunfo contundente del partido gobernante o de la oposición, porque las cifras cerradas tienden a judicializar los resultados para definir candidatura ganadora, sin que el desenlace jurisdiccional evite el riesgo de violencia postelectoral e ingobernabilidad en el país.

AMLO no aceptará resultados cerrados, mucho menos la derrota de la candidatura presidencial de Morena, ni en las urnas electorales, ni en el órgano jurisdiccional.

 

También existe otro escenario de triunfos o derrotas: Cuando se registra alto índice de abstencionismo, especialmente de la sociedad civil, entonces quien gana es gracias al voto duro o al ‘voto cautivo’. La diferencia puede ser holgada, pero el resultado es mínimo.

¿LOS RESULTADOS DEPENDEN DEL “PLAN B”? 

En fin, el resultado de las elecciones presidenciales de 2024 y para los demás cargos populares, no dependen del “Plan B” de la reforma electoral en lo escencial respecto de los partidos políticos.

Si Morena pierde, será por falta de unidad y por la presentación de una candidatura débil, abonada por el desgaste del ejercicio de gobierno, aunque su tabla de salvación puede ser el ‘voto cautivo’ vía los programas sociales.

Si la oposición pierde, será porque no llegue cohesionada, por traiciones entre aliados (PRI-PAN-PRD), por falta de una candidatura presidencial fuerte, y por falta de estructura; aunado a la postulación de candidaturas de élite al Congreso de la Unión y cargos locales.

Claro, las reglas electorales propician procesos electorales equitativos o inequitativos, pero no son el todo.

Incluso, en el triunfo o en la derrota hay otro factor que puede ser más determinante que las reglas electorales: El crimen organizado.

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