Las playas y Chapultepec ¿para mafias autorizadas a adueñarse de tales?

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Es llamativo el manejo del uso del suelo en ambos espacios. En ambos espacios no se debate lo mismo, pero se perjudica igual: a la gente común y corriente, la que tiene que tragar con invasiones, costos elevados para disfrutar el espacio público o, simplemente, que tiene que esquivar puestos y sillas de unos cuantos vivales, dueños de facto de tales sitios invadidos a su antojo y permitido o impulsado por las autoridades.

Pongamos el caso de Acapulco: se entiende el debate: los hoteles junto al mar taparon el paisaje, apropiándose las playas. Bien. Eso es reprobable y se actuó impidiéndoles hacerlo más, pero la mitad de la bahía no tiene ni tuvo hoteles a la vera del mar y, sin embargo, sus palmerales son derribados o invadidos cada vez más por locales insalubres de ladrillo. Uno tras otro brotan como hongos y también tapan esa visibilidad que los acapulqueños reprochan a los hoteles. Al final, sale lo mismo. No, no es ambulantaje, esos negocios establecidos que tapan la vista (que se le cuestiona a los hoteles) restan espacio al bañista. Alguien les ha permitido apropiarse de las playas, el espacio de todos y ¡vaya que lo regentean, impunes! Y sí, terminan también afeándolas. Y luego se suman otras mafias.

Sí, después de un extenso debate jurídico nacional, quedó claro que las playas son del país, no de los hoteles. Ergo, que todo el mundo entre a ellas y eso está muy bien. Ahora, otra cosa es el caos de su uso, gracias a permitir mafias que controlan el acceso alquilando sillas y lonas, sin las cuales, ocupando todo el espacio disponible, absolutamente todo y más, si no les compras el servicio, no te estableces, pues no dejan nada libre. Eso es inadmisible. Sacan miles de pesos al día y lucen perfectamente estructuradas tales mafias.

Tales mafias no son de gente necesitada, están perfectamente organizadas: silleros y loneros proveedores de insumos invaden el espacio, todo el area, que si bien no es de los hoteleros o establecimientos aislados antes referidos, se apropian del lugar como si les perteneciera, sin proveer seguridad ni sanidad y en absoluta ausencia de orden y de autoridades. Lo más sorprendente es que colocan fila tras fila de sillas y lonas del fondo a la ensenada hasta el reventar de las olas. Una irresponsabilidad total y no hay ni límite ni medida. Su voracidad es insultante por irresponsable y abusiva. No era así hace unos años, incluso, y hoy se destaca el desorden y la impunidad. Hay más oferta que espacio aprovechable, que ya parece de su propiedad. Y no parece importarles, dueños del negocito, animados a arrimar más sillas y más lonas. Si pudieran, las pondrían en el mar.

Así, pues, pueden sumar 6 o 7 filas de fondo de a 10 o 12 espacios de frente, playa tras playa. Un acinamiento insalubre y peligroso. La gente que traspasa ese cinturón o aún la que está en tales chiringuitos improvisados, no puede correr del mar a tierra a resguardarse de la fuerza siempre impredecible de las olas, porque está obstruida toda la playa por esos irresponsables ganapanes. Hay dos soluciones: 1) que el gobierno sea el que disponga de las playas y 2) que la gente entre con lo que quiera como en Río de Janeiro, pero sin que haya quien se apropie de todo el espacio, como sucede de momento.

El antes libre espacio playero para correr, retroceder al embate del oleaje, divertirse, está absolutamente invadido por estos sujetos y no hay autoridad –ni federal ni estatal ni municipal– que ponga orden. ¿O están coludidas?

Ya se trate de las playas frente a hoteles o las que van en la bahía de Acapulco, de Tamarindos a Hornos donde no los hay aquellos, frente al parque Papagayo, el desorden y el acinamiento además de insalubre y peligroso por la cantidad de gente concentrada, el reventar de las olas y el caos de vendimia, da un aspecto brutal pésimo al puerto, que no merece esta clase de permisiones. Es un desbarajuste en toda regla. He observado que frente al Mirador de la Bahía que remata la Ave. Diego Hurtado de Mendoza ya estaban levantando otro negocio, junto a otros 3 o 4 seguidos. ¿De qué se trata? ¿es que hace falta otro más, tapando la visibilidad del mar? serán de techos de palma, pero son tan obstructores del paisaje como los hoteles que los lugareños reclaman. Es lamentable que el palmeral que rodeaba el monumento al viajero japonés Hasekura Tsunenaga, sitio antes limpio y presentable, hoy este rodeado de bardas y baños públicos. Qué carencia de civilidad y de respeto por los espacios públicos de todos, favoreciendo negocios privados a su costa. Porque de eso se trata: es una forma de privatizar el espacio público.

Un caos y un abuso en toda regla. El asunto no es nuevo, pero ya está desbordado como sucede igual en Puerto Marqués o Revolcadero en toda su extensión, que ya padecen el mismo desorden. Sí, las playas son de todos, y tanto el acapulqueño como el turista no hospedado en los grandes hoteles, merecen ir a ellas. Más no tiene que ser caótica su presencia y lo es, gracias a tales mafias dando pie al abuso y al desorden totales.

Las playas no deben de estar manos de las mafias, porque no se las debe de consentir. Porque el acceso debe ser para todos, pero sin atarlo a rentarles su sillas y sí es menester ordenarlo y no es el caso que hoy ofrece el puerto más emblemático de este país. No es el mejor camino para hacer las playas de todos si se las retaca de sombrillas y sillas cobradas para el bolsillo de tales mafias que, aunque pagasen permisos para operar, se las deja sueltas y las cobran a precios estratoféricos. Para eso, que gestione mejor la autoridad o que la gente pueda entonces, llevar sus cosas. ¿Por qué es que las playas de todos están condicionadas al abuso de unos cuántos, bajo el pretexto de estar proveyendo de insumos a los bañistas? Y sí,  que se prohíban los animales. Las mascotas defecan y no requieren los bañistas padecer el tema. Nada de que se levanta de la arena. La gente, tenga o no mascotas, no tiene porque padecer insalubridad añadida por esa causa.

Videos de viajeros por Puerto Vallarta y otros destinos, acusan el mismo problema de acinamiento con sombrillas que hacen ya intransitable las playas y sin control alguno, con la holas reventando en los pies de la gente sentada a la orilla del mar, tal cual. ¿Así o más expuestos con las mafias que regentean los espacios?

Chapultepec va de lo mismo, cada vez más aparecen de uno en uno, por doquier y en operación hormiga o bajo la premisa de uno más, sí cabe, los puestuchos invasores, de toda laya; pero ya es un verdadero tianguis el bosque. ¿Quién es responsable del desmán tianguero que es Chapultepec? el corredor que va desde el Museo de sitio cerca del Metro Chapultepec hasta el zoológico, la salida del Auditorio, son intransitables, ya. El lago de la primera sección, sencillamente es un tianguis que ha invadido todo. Hay fotos de hace 30 o 40 años que lo dejan ver despejado; había algunos puestillos. Hoy ya es irreconocible y el bosque se tornó invisible. Es en verdad, una vergüenza que se permita esto.

Como en las playas, ya sabemos que no es gente “necesitada”. Las mafias operan y han operado siempre con absoluta impunidad apropiándose del espacio disponible. Han sobrepasado a las autoridades. Hay más puestos que árboles y ya corrompen la naturaleza y la razón de ser del bosque, pulmón de la capital y no el mercado que es. Son un foco de ruido que sobrepasa todo límite. ¿Se puede frenar que siga expandiéndose el ambulantaje en Chapultepec? ¿se puede meter en cintura a esas mafias que degeneran el espacio público que por público, es de todos y resulta intransitable y ellas en sus dueños? amén de afear el entorno y prodigar basura al por mayor. Se echa en falta que haya orden. Esa evidente ingobernabilidad en ese caos dosificado de puestos y más puestos surtiendo intereses muy concretos defendidos por liderillos y autoridades corruptas inactivas.

Al final, sucede como con el petróleo o la bandera. Que son de todos, pero los regentean un sindicato más priista que nada y un partido que la usurpa en su logo, aunque lo niegue. Y así con el espacio público de todos en manos de vivales. Ya sea las playas, ya sea Chapultepec.