Como nunca el video de un tipejo arrojando a un indefenso perro vivo a un cazo con aceite hirviendo levantó la ira generalizada. Su prepotencia dejó ver a un ser irracional, arrogante, vengativo. Al parecer tuvo un altercado con el carnicero que atendía el comedero al que asistió y en respuesta se desquitó con el animal creyendo pertenecía al empleado.
Se menciona en redes que incluso se dedicaba a cobrar derecho de piso, asunto que debe confirmar o desmentir el restaurantero, para beneficio de una campaña y un partido político.
Lo grave de todo esto es que este cobarde sujeto se fue a esconder a casa de su tía en la Alcaldía de Coyoacán en la Ciudad de México para no ser identificado en Tecámac donde ocurrió la agresión.
Gracias a las benditas redes sociales se le localizó y aprehendió, pero resultó ser un policía en activo de la capital del país cercano a la morenista Citlali Hernández.
Sergio Buendía Morales de 30 años contratado como policía desde el 2019 presenta como domicilio el pueblo de San Pablo Tecalco, Tecámac, Estado de México. Según las autoridades se le cesó de inmediato, pero ese no es el problema, son las características de la gente a la que se le da autoridad, uniforme, placa y arma.
Al parecer estos sujetos no pasan por un estudio psicométrico o un mínimo filtra para conocer su personalidad, biografía, capacitación y estudios. Los valores son subjetivos, pero también cuentan. Vemos que estamos bajo la “protección” de verdaderos gandallas, y no es que esté generalizando, pero con uno al que nos enfrentemos como este malnacido es suficiente para arriesgar la vida.
A cuántos habrá extorsionado porque digamos no es el ejemplo más a la mano de un servidor público integro. ¿Cuánto dinero entregó para favorecer una candidatura? Por ello cuando se acerca una patrulla desconfiamos, porque estas historias se repiten una y otra, aunque los gobernantes digan que vivimos en una honestidad valiente y que todo es culpa del pasado.
Esta vez fue un perrito, ¿qué sigue pregunto? Estamos reprobados en materia de Seguridad Pública, el crimen organizado ha ganado importante terreno en el dominio político y social. Pero a esto se suma la indolencia y agresividad de policías que abusan, intimidan, corrompen y como ya vimos, asesinan. Buena razón tiene la sociedad civil para enfadarse, pero también demandar cambios.
Estos gorilas con uniforme actúan así porque no están solos, están protegidos y valen debido a que pasan cuotas de extorsión a sus superiores. Las placas les sirven para alimentarse de la corrupción.
Este sujeto “Sergio N” como lo presentan las autoridades es la estampa más fiel del deterioro de las instituciones, esas en las que debemos supuestamente confiar. Hemos denunciado las atrocidades que cometen los uniformados de la Guardia Nacional que están a la caza de particulares que rebasan límites de velocidad en las carreteras para sobornarlos.
Y no pasa nada ni siquiera intervienen cuándo secuestran y cierran casetas de peaje. Otros más , y hay videotestimonios, cuidan y solapan la actuación de huachicoleros. Y en otros casos se acompañan con miembros armados de la delincuencia para proteger “sus” derechos. Usar a gendarmes para extorsionar y ganar adeptos para un político es detestable. Portar un uniforme para robar al desprotegido debe ser penado. Matar para demostrar fuerza es criminal.
La barbarie no debe estar en la nómina de gobiernos que pagamos y sostenemos para hacer cumplir la ley. Imaginemos el drama de tantas mujeres que son mutiladas, agredidas, violadas por enfermos con o sin uniforme y todo queda para justificar estadísticas que deberían dar vergüenza.
Conductor del programa VaEnSerio mexiquense tv canal 35.2, izzi 135 y mexiquense radio
@cramospadilla