Sucesión 2024: cuando el embuste de Creel y las utopías de De la Madrid, no alcanzan

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Ambos personajes han sido grises y su aporte a México es bastante cuestionable. Agradezcamos que son serán presidentes de México en esta ocasión. Ya era hora de que se retiraran y desistieran de su quimera. Parece increíble que se creyeran su propia mentira de que eran presidenciables y, por lo tanto, capaces y populares. Junto con quienes los han ensalzado describiendo de ellos lo que no tienen. Llevamos años oyendo las mismas peroratas y alimentando la mentira de su viabilidad, por fin hoy truncada.

Con lo mucho que han quedado ambos a deber a México, o de plano, por su escasísimo aporte, con lo cual ni el panista ni el priista eran opción. Lo sabíamos todos, pero acaso ellos dos, como el cornudo de la zarzuela, eran los últimos en enterarse de su imposibilitado acceso a la primera magistratura y por sus sospechadas escasas entendederas. Tragaron tanta mentira, que se la creyeron.

Y el cuento se lo han tragado ellos y sus seguidores o aquellos que, a fuer de inventarse historias o ser antiMorena, ciegos veían en ellos lo inexistente: nivel de estadistas. Por favor, por favor, por favor. Carecen de ello. Por cierto, aludida la popularidad como sinónimo de reconocimiento público extendido. Ya si a la gente le caen bien o mal es otro cantar que resulta en gran medida, intrascendente, aunque desde luego que caer bien ayuda y ambos eran plomo derretido, así que ni eso. Así, diferenciemos ambas cosas. Ahora, derecho a alzar la mano, la tenían. A vendernos su engañifa, no.

Su desempeño nunca ha sido brillante ni destacado para favorecer a México. A su ego, sí, sin duda, y ha sido a costa de pagarse su trayectoria con el erario público y fuera de tal, desconocemos algún otro mérito. A estas alturas, no merece la pena ni callarlo ni negarlo.

Por eso, nos extraña tanto que insistieran –y sus corifeos y tantos medios dándoles juego, secciones de opinión, mesas redondas, entrevistas para su lucimiento– en querer convertirse en presidente. Inexplicable afán. ¿A título de qué? ¿bajo qué méritos reales? Creel en su vida ha entregado buenos resultados. Salvo a los dueños de casinos a quienes extendió los permisos y a los ojos panistas, tan condescendientes e incapaces de balbucear la más elemental crítica a lo mucho criticable en Creel. Entiéndase, engolar la voz y soltar lágrima viva mientras insulta a Morena o al presidente, no lo convierte en buen prospecto de gobernante ni le lava su pasado cuestionable. Siempre ello tornó a Creel en bufón y en un mentiroso empedernido. Quien diga que sí es estadista, va de engañabobos.

Ha sido un sectario y un burlón hacia Morena presidiendo la Comisión Permanente. Para que ni lloriqueen los opositores llamándose a víctimas o victimizándolo. Han tenido a un presidente cameral muy parcial al frente de la Permanente. Y encima, cada gracejada que lanza a diario. Qué cruz, qué martirio.  Ojalá que al bajarse de la carrera presidencial guardara silencio para ya no aturdir al respetable con sus gracejadas diarias.  Su incombustible odio contra el presidente, del tuteo majadero al amago, pasando por el insulto bellaco a llamarlo dictador –qué si lo fuera, o México la dictadura que afirma serlo con tanta torpeza, ya hace rato que habrían sido las últimas palabras del cuestionable legislador– y esa permanente recurrir a la mentira y a la exageración para infundir el odio a Morena y al presidente, lo descalificaban como candidato de todos y desde luego, como presidente de México por falsario y estar tan desconectado de la realidad. Es que está grave. Y es oportuno decirlo: tampoco Creel y sus simpatizantes son los únicos detentadores ni defensores de la democracia. La democracia es de todos y no necesita gente que pretenda apropiársela como intentan los panistas. Deplorable su actitud.

Y que le quede claro a todo mundo: Santiago Creel ni es el único que se sabe la Constitución ni es el más brillante con ella ni es el único abogado de este país. Lo demás es ir vendiendo humo como le encanta hacerlo a Santiago Creel, pero sépase que no a todo mundo nos deja boquiabierto ni nos impresiona. No deja ser más Santiago Cre-él que el “Señor Constitución”, este último mote, infumable y muy soberbio, además de irreal.

No decepcionó en sus infaltables gimoteos al lanzar su video bajándose de la contienda. En tono casi al borde de la lágrima viva, más que ceder a Gálvez o renunciar a su proyecto, es soberbio, alzado, va en plan perdonavidas, sobrado, no reconociendo que jamás tuvo posibilidades reales de ganar la nominación por impopular, picapleitos a lo tonto y elitista. Que tenía solo ese 21 % de preferencias, aunque hablara en tono como si desde el primer día que declaró su odio al presidente, contara con el 110% de aceptación; era parte del embuste semejante estrategia hoy felizmente fallida. Quienes celebramos su anticipada derrota no callaremos en señalar que su soberbia lo ha matado, su incapacidad lo ha delineado y su cachaza lo ha terminado por hundir, ya que tiene mucha cara el seño legislador. No es solo si se le apodaba Santiago Cre-él, o el Señor Constitución, que la invocaba como si no fuera el primero en violarla. Como si no supiéramos su cuestionable trayectoria. No, también se suma su carencia de proyecto, su revanchismo buscando pagarlo con los impuestos de todos y ese capricho, ese empecinamiento de ser presidente, con tantas carencias. Si de verdad, por edad y por circunstancias de verse rebasado ya, fuera cierto que no intentará otra vez buscar la presidencia, México puede celebrarlo. Y dado que apoyó a Gálvez, refrenda ser más de lo mismo impresentable. Lo normal, también. Siempre ha sido previsible y no nos deja boquiabiertos con sus artificios. Si hay miedo a Paredes entonces el Frente no es sólido.

De las palabras de Marko Cortés pronunciadas por la decisión de Creel, poco más que añadir, tan mediocres y facetas como las de Creel al renunciar a proseguir la carrera por la nominación opositora. Después de todo, el PAN, su partido, que apenas si conservó el registro por número de militantes que se han ido en desbandada gracias a ese par, es un partido tan genuflexo como el PRD y el PRI, a Claudio X. González. No lo olvidemos. Así que Creel no es un garante de democracia.

En cuanto a De La Madrid, cabe apuntar que estaba en las mismas que Creel: impopular, alienado, sin méritos qué presumir, el sujeto vivió siempre en su utopía tan alienada. No era bien aceptado ni le ayudaba verse tan ajeno a los problemas reales de México. Apostando a la desmemoria,  finalmente ya está fuera y eso es una excelente noticia para México. Mucho ayuda el que no estorba.

¿Qué Creel y De la Madrid seguirán ayudando a quien resulte encabezar la candidatura opositora? es bueno saberlo. Por ambos, es una invitación a no darle el voto a semejante frankeinsteniana alianza. Un motivo más.