Con esta semana que inicia formalmente llegó la hora de la despedida del presidente. Se verá obligado a ya no manejar la agenda nacional, debe dejar el espacio a su “corcholata” para que se luzca y llegue fortalecida al 2024. Verá una andanada de críticas y reclamos que fundamentará la oposición desde su candidatura.
Y adentro de Palacio sólo quedarán los lambiscones que a todo le dirán que si para evitar incomodidades. Muchos que se dicen sus incondicionales irán buscando acomodo para la próxima administración y varios de ellos negociarán impunidad y protección a base de traiciones y venta de información.
La soledad irá recorriendo los pasillos de Palacio que se estarán preparados para despedirlo y para, que como muchos lo demandan, vuelva ese recinto a ser patrimonio nacional y no vivienda a capricho del mandamás. El sexenio se agota y el griterío continuará, aunque ya disfrazado.
Ya no serán los valentones que arremeten sin pudor, ahora aplaudirán, sí, pero de lejos confiados en que en estos meses no estalle un escándalo que afecte al gobierno federal, al presidente, a sus familiares o colaboradores cercanos. El o la candidata de Morena estará expuesto/a tratar de responder las pifias, abandonos, puntadas y descalabros presidenciales.
Y habrá dos caminos minados: o respalda todo lo hecho por amlo y promete continuidad o marca fronteras y dibuja políticas públicas diferentes y creíbles. Irse por la fachada de “abrazos no balazos” o responder a las necesidades urgentes de seguridad. Resolver la pobreza con programas asistencialistas que hunden más en la desgracia a los grupos vulnerables o proponer campos de educación y competencia de envergadura.
Acusar a todos de su propia incapacidad o ser responsable real de sus actos. Garantizar el abasto de medicamentos o dibujar manipulaciones malévolas ante niños en fase terminal. AMLO intentará pasar a la historia como él quiere y sueña.
A costa del presupuesto nacional castiga a la economía para celebrar caprichos e inaugurar sus megaproyectos como el Tren Maya dejando constancia de pocas obras públicas para presumir, aunque estas sean anacrónicas, mal planeadas y poco funcionales. Son los últimos destellos de juegos pirotécnicos que llaman la atención pero que duran segundos.
AMLO se irá sin ganar la reconciliación nacional porque provocó el divisionismo y perdió la oportunidad de servir a la Nación. Su encono y amargura lo llevó a gastar el tiempo en crear y ganar enemigos, no opositores. Deja muchos miles de muertos, pero la mayoría que lograron sobrevivir están en la miseria, aunque la llamen “pobreza extrema”. Serán muchos personajes los más perseguidos por la justicia en la historia, sin importar rangos, líneas sanguíneas o medallas militares.
La demanda por reconstruir será enérgica y la sociedad civil retomará una fuerza como en pocas ocasiones. Ya no habrá salida más que por una puerta lateral, la de a deveras, la central estará llena de manifestantes con reclamos permanentes por tanta mediocridad. México está herido y lo sabemos todos, los de adentro y los de afuera. Se le acabo el reloj al presidente, será tiempo de candidatos.
Conductor del programa VaEnSerio mexiquense tv canal 34.2, izzi135 y mexiquense radio.
@cramospadilla