HIGINIO: EL DERRUMBE DE UN CACIQUE

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Habíamos tenido una reunión popular en mi casa de Paseo de la Herradura
111, con el grupo de operadores de Cuauhtémoc Cárdenas: Samuel del Villar
aún vivía, desde luego Ifigenia, Adolfo Gilly, entre otros. Se decidió impulsar la
candidatura a presidente del partido en favor de Andrés Manuel López
Obrador, quien también estuvo presente. El contrincante anunciado por las
mafias del PRD era Jesús Ortega.
El Estado de México es el que determina los resultados internos de cualquier
partido, por su peso electoral que es superior al de la Ciudad de México. El
resultado fue el triunfo de Andrés Manuel, que se había negado a ser aspirante
hasta que se comunicó el que debía comunicarse, y lo convenció.
Una vez divulgados los resultados, el grupo impulsor de Andrés nos reunimos
con él en el Estado de México. No agradeció nuestra participación, sin
embargo, estaba estimulado. En aquella reunión estuvimos Mauricio Valdés, el
doctor Baz, Valentín González Bautista y yo mismo: todos precandidatos a la
gobernatura de la entidad. Andrés Manuel no aceptó ninguna propuesta con
argumentos sencillos, en virtud de que había que buscar la unidad del EdoMex:
era necesario que el candidato fuera Higinio Martínez. Desde luego hubo
malestar, porque habríamos ganado la gobernatura desde aquella época, pero
a Andrés no le gustaban los candidatos carismáticos. Nombró a Mauricio
Valdés coordinador de la campaña: el senador no asumió, hizo huelga de
brazos caídos y yo como presidente del partido hube de ocupar la coordinación
real de la campaña. Así fue.
Iniciamos en el estadio de Neza, que estuvo repleto de participantes. Había
pasado un incidente entre Cuauhtémoc y Porfirio, pero convencí a los dos de
que asistieran. Los separé en el presídium en el que también estuvo Heberto
Castillo. Al transcurrir el evento y tocarla la palabra a Higinio Martínez, yo
había elaborado un discurso, pero él llevaba otro y ¡con razón! utilizó el de él.

Un discurso simplista en el que agradeció a toda su familia el haberlo echado al
mundo. A mí me presionaban los dirigentes nacionales para que no siguiera
por ese derrotero. Sin hacer caso, agradeció a su esposa, a sus hijos y a sus
padres, y el estadio comenzó a vaciarse. Al momento de hablar Cuauhtémoc
Cárdenas, estábamos solo al 40 por ciento del aforo. Así inició la campaña de
un hombre chiquito, necio y autocomplaciente. Higinio tenía gran relación con
el Grupo Atlacomulco, desde que le reconocieron su triunfo como alcalde de
Texcoco, y después siempre recibió suministros financieros por parte de ese
grupo, mismos que en parte transfería a la dirigencia nacional del partido y a
dirigentes nacionales con los que tenía contacto.
A Andrés nunca le gustaron los líderes carismáticos que podían triunfar, porque
competirían en el futuro por el liderazgo nacional. Higinio era un dirigente de
bolsillo, que nos llevó a tener los peores resultados en el Edomex. Yo
preparaba discursos, conducía la campaña, lo llevé a todos los programas
radiofónicos y de televisión, contraté a Argos para la campaña mercadológica,
pero el resultado fue pésimo: entre más visitábamos municipios, más bajo
caíamos.
Habíamos anunciado el día de la contienda una rueda de prensa a las 7 de la
noche en un hotel de Toluca. Higinio en su cuarto se negaba a salir, debido a
los resultados desastrosos obtenidos. Lo obligué con todo y su llanto a dar la
cara. Se anunció que según la tendencia íbamos arriba y que daríamos otra
rueda de prensa al día siguiente, que ya no se hizo.
Higinio fue un mal necesarios para la dirección nacional del partido: corrupto,
enlace con los del dinero del Grupo Atlacomulco, corruptor y con una
prepotencia absoluta.
El derrumbe del poder hoy es consecuencia de su incapacidad, corrupción y
autoritarismo. Dios lo tenga en el cielo y que descanse en paz en una villa
terrenal que construyó hace algunos años, que parecía un club de golf.