El misterio de Wuhan

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Las conclusiones del grupo científico de la OMS en su misión en China han provocado cierta decepción, no solo porque son la suma de un cúmulo de conjeturas, sino porque sirven para avalar la tesis oficial china: el SARS-CoV-2 es de origen zoonótico, extremadamente imposible de ser creado en un laboratorio y el mercado de Huanan no es el epicentro del virus.   

Peter Ben Embarek, coordinador del equipo,  acepta que habrá que secuenciar a miles de animales, sobre todo de la familia de los murciélagos y  mustélidos, para ver su compatibilidad con el coronavirus;  de existir un huésped, esto es, otro animal que haya participado en la cadena de transmisión entre otro animal y el ser humano la búsqueda –sin un paciente cero- puede ser tanto como encontrar una aguja en un pajar.

Liang Wannian, miembro del equipo de la OMS-China, insistió reiteradamente  en que “Wuhan no es la cuna del brote” y reiteró que en Wuhan no había transmisión de Covid-19 previa a diciembre.

El propio Wannian compartió que han secuenciado 11 mil muestras de animales desde cerdos, vacas, cabras, gallinas y patos y todos han resultado negativos en su compatibilidad con el coronavirus y se han hecho además otras más pruebas a otros grupos de animales que también han dado negativo.

Al equipo de investigadores les queda ahora trasladarse a otros países del Sudeste Asiático (Tailandia, Japón, Camboya) en los que continuarán indagando  en el origen zoonótico del patógeno, bajo la hipótesis de que éste pudiese entrar importado a China a través de animales vivos o inclusive en alimentos congelados de pescados y/o mariscos.

La secrecía del régimen comunista chino ha impedido que se propague otra información diferente, para comenzar la nación más poblada del mundo con más de un mil 390 millones de personas tiene datos poco fiables  en su número de muertos y de contagiados; hasta el momento habrían fallecido 4 mil 636 personas, un 80% en Wuhan.

Hay un silencio forzado  sobre todo para los científicos y para la prensa, en diciembre pasado la periodista independiente, Zhang Zhan, de 37 años de edad, fue condenada  a cuatro años de prisión acusada de provocar problemas y alterar el orden social; se le ha juzgado tan solo por informar de los casos de coronavirus en su país.

A COLACIÓN

No es la única represaliada: hay otros youtoubers y reporteros independientes encarcelados y silenciados tras publicar en Weibo y otras redes sociales; la BBC habla de Chen Qiushi, Fang Bin y  Li Zehua.

En la lista de perseguidos figura la escritora Fang Fang y el doctor Li Wenliang, uno de los primeros en hablar del nuevo virus similar al SARS y que cuestionó  la forma de enfermar de las personas y las patologías desarrolladas.

Wenliang también fue acusado por las autoridades judiciales chinas de  alterar el orden social, no llegó a ser juzgado, porque falleció el pasado 7 de febrero.

El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) advierte que las fuerzas del Estado comunista chino han callado las contraversiones en torno al coronavirus para que prevalezca la versión oficial de la cúpula gobernante y se ha llegado a expandir, reiteradamente, en la prensa propaganda haciendo referencia al “virus estadunidense” y al “virus de Trump”.

El propio The Wall Street Journal sufrió en sus carnes la expulsión de tres periodistas, antes ya habían sacado a The New York Times y The Washington Post.

Fuera de China crecen las dudas y se teme que la verdad no salga a flote, mientras la OMS es señalada por varios países del mundo por su opacidad en el manejo de la información acerca del coronavirus; le señalan EU, Alemania, Francia y otros miembros de la UE.

Esa secrecía, le costó que Trump ordenase congelar más de 500 millones de dólares en aportaciones a la OMS, es el principal financiador del organismo dado que China  contribuye con poco más de 80 millones de dólares anuales para un organismo cuyo presupuesto es de 5 mil 600 millones de dólares.