Cerrando al año 2023, dos acontecimientos pusieron en claro manifiesto cómo distinguir la censura de la no censura, sobre todo cuando determinados vivales pretenden confundir a la opinión publica manipulándolos con tales sucesos y, lo que resulta peor, solo uno de los dos (la censura priista a encuestas/detención de Jalife) plantea un verdadero atentado a nuestras libertades.
Censura sí es –y gravísima– cuando el priista Humberto Moreira comunica, adelanta que su partido, el PRI, siempre tan obtuso y tan contrario a la democracia, impulsará una presunta ley que terminará por doblegar la libertad de encuestar y de publicar encuestas. Es normal que de ahí provenga la intentona, pues el PRI siempre censuró radio, televisión, prensa, lo intentó varias veces con Internet en tiempos de Peña Nieto y siempre espió y persiguió opositores y periodistas, siendo el uso de Pegasus para ello, el más reciente de sus intentos antidemocráticos…siendo normal el talante antidemocrático del PRI y que persiga lo que no le cuadra y no piensa como él. Es el que apoya a Gálvez. Votar Xóchitl Gálvez es votar el regreso del PRI. No lo olvidemos.
Arguye con cierta torpeza que tal iniciativa obedece a que el PRI busca transparentar las acciones de las empresas encuestadoras. Tiene guasa que el PRI hable de transparencia. ¿Qué sigue? ¿Qué impulse nuevas leyes anticorrupción? Y la verdad sea dicha: realmente lo hace porque su candidata Xóchitl Gálvez no levanta en las encuestas ni con viagra y al PRI le fastidia ver que la morenista Sheinbaum le va ganar la partida de seguir así la tendencia del voto manifiesta en las encuestas como se marcó hasta diciembre de 2023. Y buscan acallarlas. Y aseguran los priistas con una ignorancia brutal, que difundir tales resultados –tan sobradamente favorables a Sheinbaum, con hasta 40 puntos de diferencia– encausa, predetermina el voto en favor de la morenista. No hay fundamento para tal aseveración y prevalece solo el sentimiento favorable a censurar.
Los que sí son conocedores de la materia han advertido que una encuesta per se no impulsa el voto en tal o cual sentido y científicamente nadie ha probado que eso pueda suceder con solo publicarla, que es lo que alega el PRI que sí ocurre. Por lo visto, la mentira priista aflora otra vez y hay que recordarle al desmemoriado PRI, a los desmemoriados priistas pues, que cuando bombardeaban con las encuestas de 2012 poniendo a Peña Nieto al 110% de preferencias –como burlonamente lo puntualizaban los opositores al PRI por el exceso cometido– con la poca credibilidad de los altos porcentajes que arrojaban –no basta decir que ganó– eso a los priistas les parecía estupendo, mientras efectuaban esa abusiva practica propagandística (ahí sí lo era) y, encima, cuchareadas tales encuestas de manera desvergonzada. Ahora se quejan de que Morena infló las de Estado de México en 2023, sin pruebas, pero no hay nada distinto a lo que el priismo hizo por 90 años, así que es incompresible su amañada queja y su argumento censor ahora esgrimido que sí es un verdadero atentado a la libertad de información y de expresión política. Antes, ante sus propias prácticas desaseadas, los priistas se quedaban callados como muros y entonces no las veían mal ni rezongaban. En realidad, de nuevo estamos en presencia de lo de siempre: si lo hace el PRI está bien, pero si eso mismo no lo hace o no favorece al PRI, entonces está mal. Es una postura tramposa que merece no ser secundada ni por error. Lo que pasa es que el PRI nunca ha renunciado a su talante antidemocrático y excluyente, censor y retrógrado por naturaleza.
Y ahora, ante el evidente panorama de una candidata débil como Xóchitl Gálvez –débil como Labastida o Madrazo en su momento– el PRI chista y amaga con impulsar una ley que limite la elaboración y difusión de las encuestas. Censura pura. ¿Qué les preocupa ahora quién las paga? ¡Pamplinas! les preocupa que muestran a Gálvez muy derrotada y se quedan en eso y solo atinan a buscar entorpecer el acceso a la información de los ciudadanos, porque independientemente de que sabemos lo deshilachada que está la base y la imagen de Xóchitl Gálvez, la gente, harta del PRI, ojo, harta del PRI, estando hasta el moño del PRI, rechaza las siglas PRI y si las ponen junto a Gálvez, por antonomasia rechazan a Gálvez. Es lo que está sucediendo. Fatal y muy fácil de entender, porque aquella no levanta y porque el PRI está tan molesto con encuestas que no lo favorecen en la carrera por la presidencia. La gente ya no quiere PRI y está dispuesta a ya no votar PRI.
Que sí, que eso puede cambiar el 2 de junio, solo que, antes de ir tan de prisa los priistas, convendría que pensaran: no comparen a Sheinbaum, con López, pues no es lo mismo al hablar de otras campañas respecto a la de 2023-24 en el tema encuestas. En efecto, López Obrador en 2006, en 2012 y 2018 muchos meses antes de ser candidato presumía de contar que las encuestas le daban el 40 % de preferencias. Muy bien, solo que no tenía contrincante y cuando los tuvo, se acortó por mucho la distancia, hasta que en 2018 aquella fue insalvable, y entonces los medios opositores a él se callaban y demeritaban las encuestas que lo favorecían (que eran casi todas) y se callaron que la Presidencia (o sea, el PRI, o sea Peña Nieto) hizo 3 encuestas en el sexenio pasado preguntando quién ganaría la presidencial de 2018 y sabían que perderían en 2018. Que se lo callaran o se creyeran otras cosas, fue problema solo de los priistas, no de México. Por eso, también es ridícula su ardidez mantenida hasta hoy por el resultado de perdedores que ya sabían de antemano en 2018, antes de la elección. Está fuera de lugar y de toda lógica, aunque se crean estupendos y dueños de México, del poder público que no les pertenece.
Sheinbaum no pidió las encuestas que la favorecen y a diferencia de López, desde que se supo su contrincante, se ha dado a conocer que la aventaja a Gálvez con el 20, 40, 50 por cierto de los votos. Puede cambiar eso, sí, pero desde ya es un palo a la alianza de Gálvez decirle que los electores prefieren y por mucho a Sheinbaum. Y no, no hay secreto: pregúntense porqué el PAN y el PRI siguen siendo tan pésimos gobernantes a los echan como los han echado de tantas partes. El PRI solo tiene 2 entidades. Mal gobernó el resto. Piénsenlo antes de despotricar la tontería de que Morena quiere acabar con la oposición. Mejor pregúntense: ¿por qué no enmiendan ni corrigen sus pésimos gobiernos? Total, ya saben aquello que la gente valora mal: ver el nombre Gálvez junto al PRI.
Lo que no es censura es el arresto a Jalife. Solo recordar la lesson 1 /leson wuan/ del periodismo (y el análisis político, también): hablar de lo que consta. No caben conjeturas, futurismos, creencias ni obviedades. Lo demás, en incurrir en injuria o calumnia. La ley penal mexicana y la propia Constitución federal son precisas al respecto: quien afirma, prueba. No conducirse de tal manera es incurrir en grave falta. Lo demás, es lo de menos y, desde luego en el caso del opinólogo aludido, Alfredo Jalife, nada más lejos de ser una censura su detención, como no ha faltado quien se desgañite señalándola de tal. ¡Pamplinas! El que afirma, prueba o que se calle. Prueba y si no callarse, que hablar solo por tener boca, no basta y nunca jamás ha bastado. Que lo entienda quien pueda, porque a estas alturas del sexenio ya es quien pueda, no quien haya demostrado tantas veces no querer.
Por cierto, hablar con la verdad y con pruebas es algo que la sociedad reclama a Jalife y a quien sea, siendo él una excelente muestra de ser persona informada, ecuánime. Ergo, todo lo que afirme, debe probarlo. No tiene opción. Y nadie la tiene. Y es inevitable en un país marcado como el segundo país con más infodemia del mundo. Y recuérdese: infodemia usada para golpear al gobierno actual. No para otra cosa. Así que estamos plagados de ella y hay que ir siempre con pies de plomo ante tanta irresponsabilidad en medios y opinadores. Se habla con bases. Este país se tragó fotos de personas que no eran ni los hijos de López ni López. Carta descalificando al presidente disque escrita de un exsecretario de la Defensa incapacitando a López y que ni era el secretario ni nada. Bulos al por mayor emitidos por todos sin vergüenza alguna, porque quien los lanzaba y quien los aplaudía simplemente no le cuadra López y se los tragó enteritos. Una opositora dijo a un exalumno “no soy periodista para corroborar”. Vaya irresponsable que repite por repetir replicando en la actual plataforma X todas las tonterías que lía contra López, pero así van y así les va a los opositores por no verificar lo mucho que tragan sin pasarlo por el matiz de la confirmación y de la verdad. Se rigen por el odio y solo consiguen exhibirse.