Ministros. Entre sus intentontas y sus ridículas cartas de renuncia

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No, no tenemos los ciudadanos que callar y solo emitir juicios favorables en el peregrino supuesto de sostener que los ministros salientes renunciados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación actúan solo y exclusivamente por convicciones jurídicas y porque son defensores a ultranza de la Constitución, aunque su conducta los últimos años, pone en duda que lo sean. Y muy en duda, recálquese y reitérese las veces que haga falta ante defensores que francamente, distan de hablar con la verdad. Los hechos dicen otra cosa y los conocen por ser de dominio público. Otra cosa es no quererse enterar. Ser defensores constitucionales sería valedero solo si su comportamiento hubiera sido impecable y apegado a Derecho. Seas o no abogado, esa supuesta limpieza de sus nombres, no existe y lo sabemos perfectamente bien. Que no te guste Morena, ese es otro cantar.
La mayoría de los 8 ministros renunciantes ha actuado de manera muy irresponsable, soberbia, y política, esta última, una conducta absolutamente reprobable, porque desde su nominación a ministro como sus pronunciamientos debieron de ser apolíticos y no lo fueron. Como no lo fue su conducta y trayectoria en estos renunciantes, que estuvieron lejos de ser intachables. Qué lastima que hayan sido señalados de corrupción y no supieron estar. Lo mismo el mustio de Pérez Dayán, que al final sí se apegó a Derecho negándose a secundar el infumable y muy mediocre texto de González Alcántara Carrancá, el que prestó la casa donde se reunió Piña con Alito para dirimir, irresponsable, el curso de la Corte a gusto del priista y en detrimento de todos los mexicanos, incluidos los que han ido el 5 de noviembre a externarle en la plaza, su apoyo. Y quien (Pérez Dayán) no tuvo más remedio que ser congruente y jurídico y votar la sensatez de no secundar esa ramplonería de texto de González Alcántara, otro impresentable que, francamente, nos quedó tanto a deber. Empezando por la dignidad, como le pasó al resto de sus 7 compañeros.
¿Ortiz Mena? ¡otro! Acusado, léalo bien, de corrupción cuando andaba en pos de presidir la Corte a finales de 2022. Piña, señalada por el entonces senador Ríos Pitter durante el proceso de designación a ministra y con los números en la mano valorando su desempeño como juzgadora, calificándola como una juzgadora lenta, la menos productiva y la de muy dudosa calidad –como dudosa y probada mala calidad la tuvo el priista Peña Nieto que la nominó– son ejemplos de vergüenza. ¿Por qué teníamos que estar de acuerdo en que ocuparan esas poltronas? Quien quiera defenderlos diciendo que vale más ser muy ministros y muy defensores de la Constitución, solo estará haciendo el ridículo ante hechos probados y, al menos, documentados, como la vergonzante y diletante conducta ilegal de Lui María Aguilar frenando juzgar al moroso Salinas Pliego.
Es que, de plano, con estos 8 ministros, no hay cabeza que peines que no salga piojosa.
No querer ver su corrupción hace cómplice a quien abrace la Constitución para defenderlos. Serían defendibles si Laynez Potisek no fuera señalado de orquestar las protestas a las puertas de su oficina contra la misma Batres Guadarrama. Sí, ella no será la gran jurista que tampoco es Laynez Potisek, pero este quedó señalado como uno de los más corruptos. Algo es verdad, remárquese a sus defensores: cada vez que hay jaleo y marrullería en la Corte, sale el nombre de este impresentable. ¿Por qué sera? ¡Ahh! Sí, que porque es defensor de la Constitución como los otros 7 enanitos que lo secundan en sus ridículas cartas de renuncia. Y no hablemos de Cossío, otro impresentable, porque ya se retiró nominalmente, aunque sigue siendo un agente activo asesor de marrullerías. A quien no le guste que Zaldívar asesore, no será menor su enojo si se calla las marrullerías, esas sí, de Cossío.
Ridículas en sus expresiones, en sus facetas posturas hipócritas alardeando defender el orden legal. Si realmente fueran defensores de la Constitución, los ministros habrían renunciado a sus muy groseras y dispendiosas prestaciones que insultan la pobreza del pueblo de México. Una cosa es tenerlas, otra muy distinta lo que hicieron: confeccionar año tras año presupuestos abultados, desbordados, groseros, despachándose hasta 700 mil mensuales por cabeza y porque sí, que nadie, ni el más abogado de los abogados, ha podido justificar de dónde se sacan sus montos. No explicar, justificar. Y ponerse dignos y engolar la voz, mientras sus aplaudidores se ufanaban, por ejemplo, y créamelo, de saberse sus nombres completos, recitados uno por uno hasta juntar esos 8, con solemnidad impostada. Cuánto histrionismo pagado por los contribuyentes. Miserables.
Vamos a esas cartas de renuncia cuyos textos son burdos. Empecemos por la decepcionante Norma Piña que hizo de La Suprema, una tienda de abarrotes al mejor postor. Que se reunió con Alito a negociar el rumbo de la Corte y ha jugarle ella y el citado a leguleyos vergonzantes y que, por fortuna, se marcha en definitiva. Dice Piña que renuncia no conforme con hacerlo. ¡Por fin! entonces no se hubiera molestado en renunciar y hubiera participado con el pase directo que tenía en el proceso electoral que se propone. Igual y los ciudadanos habrían corrido a votar por ella, ganando. Igual y esos que fueron a protestar horas y horas fuera de la Corte el martes 5 de noviembre, defendiendo lo indefendible, le otorgasen el voto suficiente. Y que lo hace respetando la Constitución. ¡Por fin! su conducta todos estos meses, no dice eso, señora ministra saliente. Fue usted incongruente hasta el final. Todavía el 5 de noviembre pretendía torcer criterios bajando el número de votos de 8 a 6, cuando vio que las cuentas no le saldrían. Qué marrullera resultó la seño justicia.
Ortiz Mena, el que fue a Harvard a propiciar la burla a México, que consintió, acusado en 2022 de corrupción grave, dice que no está para un cargo de elección. Tan soberbio, él. Someterse habría sido un acto de humildad, cosa impensable en el seño ministro saliente. Habrase visto hacer caso a la voluntad popular, con la cual, es dudoso que hubiera permanecido en el cargo al que llego de a dedazo y que cobra con cifras insultantes y estratosféricas. Dice que juró ese cargo. ¡Ups! en México no se juran los cargos públicos seño ministro. ¡Vaya conocimiento profundo de los términos legales! ¿Esa fue la calidad de su impartición de justicia? qué bueno que se va sereno, como afirma. La vergüenza se queda.
Pardo Rebolledo dice que ha sido objeto de injurias e insultos. Quién sabe a qué se refiera y porqué se los habrá ganado. Quien se conduce con independencia, honestidad, imparcialidad, excelencia y entrega como escribió que lo hizo, no tendría porqué haber sido insultado como gimotea que lo ha sido y de manera expresada tan parda.
Laynez Potisek, cuya conducta en las sesiones de pleno recientes fueron francamente de escándalo por su soberbia y su arrebato, ha sido tan lacónico y gris como su trayectoria en la Corte. Este no dio mayores explicaciones. Mejor. Fue el reflejo de su actuar. Next!
Luis María Aguilar, que tiene cada cosa y fiel a su costumbre de sacarse de la chistera las soluciones más inesperadas y estrambóticas, nos renuncia a lo que no está considerado en el proceso electoral del año entrante. Se marcharía el 30 de noviembre de 2024. Quién sabe el expresidente de la Corte porqué renunció a lo de 2025.  Se apuntó a un proceso que no lo contempla. Le digo que Luis María sale con cada cosa, como cuando declaró recién que la corrupción es incompatible con su cargo. Él, que en su escritorio guardó el expediente de Salinas Pliego retrasando una resolución. ¡Ahhh! Luis María y sus cosas.
El básico Pérez Dayán al final rompió el endeble posicionamiento retador y retobón de González Alcántara. ¡Bien por el ministro! Aunque Alito enfureció. Pero los arrebatos del priista Alito son reprobables y merecen nuestro escarnio más absoluto. Pérez Dayán fue más lacónico que Laynez. Enhorabuena, ministro, por ahorrarnos leerle más verborrea de la necesaria.
Y al final, la grotesca y estrambótica carta de González Alcántara. Elección incierta, dice. No, seño ministro, lo incierto es saber si a usted los ciudadanos de pleno derecho le habrían refrendado la confianza y eternizado en el puesto. La elección es no es incierta. La mandata la Constitución que se niega usted a reconocer. Nos sorprendió usando expresiones como antiética. Pensábamos que desconocía la ética, dado su proceder. Ya lo de hablar de antiética es nivel avanzado, tal parece. Pero para enmarcarlo tenemos su parecer de que no acepta el mandato constitucional. ¡Vaya ministro que tuvimos! Uno que desacata la Constitución y reconoce que no la reconoce. Solo puede uno agradecer lo bueno de que ya se largue. No merece la mínima consideración si no acepta el mandato constitucional como reconoce. El tremendo error del que habla no es otro que él de ministro. Ese sí que fue un tremendo error.  Y por cierto, dos hojitas se aventó el ministro. Ya ni la presi Piña. Qué ganas de protagonismo y hacerle al interesante. Bostezos, ministro, bostezos da su renuncia.
Si le ofenden estas palabras y no la reprobable conducta de estos ministros, estamos hechos. Y que no le quepa la menor duda: el Derecho es excelso, estos ministros no lo son.