Generando atmósfera para el “buen espía”.

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En algún momento, dentro de los convulsionados días del segundo semestre de este fatigado año, en alguno de los renglones de un “patrullaje” comenté dentro del Think Tank, -el espionaje es el segundo oficio más antiguo del mundo…aunque es más sucio que el primero-. Hubo reacciones.

    Desde su sillón Albert Cisne hizo saber su interés por el alma (“”) del apunte, ese donde dejó saber que -el oficio de espía es “la merd”- Entonces se abrió la llave a un torrente de información mismo que compartimentó en 10 artículos (patrullas) la intención de este y otros apuntes.

    Cisne Toscani dejó saber la existencia de 100 libros, todos ya leídos por él, y explicó la importancia de cada uno de esos pues -dijo- antes de pretenderme siquiera calificarme como un experto en espionaje me di a la tarea de leer cada uno de ese centenar de tonos- ¿esos son manuales y tesis del arte de espiar? Y el me respondió. -de hecho no, pocos de esos libros hablan de métodos de espionaje, aunque (y acá está el quid) en estos cien libros hay toda la intelectualidad que un espía debe tener-.

De lo charlado con Cisne Toscani me quedo con esto -la herramienta básica de un espía es el cultivo de su intelectualidad- y cierro, -en sus argumentaciones el espía capturado tiene la llave de su prisión-.

En aquellos (10) patrullamientos hablé de un bloque de 10 libros por artículo, ahora van del uno al cien de corrido, y son estos.

     1. «Enigmas de las sociedades secretas» de Josef Lewis Garilic. «Aquel que tiene el conocimiento, tiene el poder» reza la máxima. Aunque, en nuestros tiempos eso no basta, el conocimiento tiene que ser analizado (disgregado en partes cognoscibles) y convertirlo en un producto de inteligencia que permita a los decisores lograr sus fines. Las sociedades secretas buscan, y muchas veces logran, cotas de poder, mediante el conocimiento exclusivo de alguna materia cualquiera por parte de sus miembros, para lograr un fin acorde a sus intereses, por sobre los intereses de los demás, mediante técnicas como la exclusividad, la secrecia, la juramentación de secretos, la implementación de un rito iniciático y de una confraternidad, la existencia de una jerarquía, etc.

    2. «Los Numerati» de Stephen Baker. Su fin es muy sencillo: convertir a los seres humanos en números, en códigos. Buscadores como Google son su punta de lanza, sus manifestaciones son: el RFC con homoclave, el número de pasaporte, la clave de la credencial del INE, nuestro número telefónico, etc. y de manera general los «bancos de datos», la data base global. Usando la estadística, que sólo apunta a probabilidades, no a la verdad, para dominarnos como sociedad, buscando con ello crear una sociedad sobrevigilada que, paradójicamente, no nos ofrezca seguridad individual.

3. «Los secretos del club Bilderberg» de Daniel Estulin. «…el objetivo final de este grupo de maleantes despreciable es la creación de un imperio mundial fascista/sinarquista». «Más allá de ser un centro de influencia, el club Bilderberg es el Gobierno Mundial a la sombra». «Las drogas son la principal fuente de ingresos para las familias asociadas al club Bilderberg». En este libro Estulin descubre el entramado a través del cual los amos del mundo mueven los hilos del poder mundial.

4. «El instituto Tavistock» de Daniel Estulin. Un organismo real considerado como el máximo centro mundial de control mental, constituido por un grupo de psicólogos, psiquiatras y antropólogos pagados por la oligarquía internacional que controla el mundo a fin de favorecer sus propios intereses. Contienen joyas paradójicas como la siguiente: «El trabajo en equipo era un técnica psicológica que introdujo en instituto Tavistock como método para controlar a las personas muy inteligentes mediante la presión de sus iguales», «La mayor modalidad de control que existe es cuando uno cree que es libre y en realidad está siendo manipulado y dirigido» o «La televisión no se ocupa de la verdad, sino de crear una realidad «.

5. «Quién domina el mundo» de Noam Chomsky. Preconiza la imagen de los intelectuales como defensores de la justicia que se enfrentan al poder con valor e integridad, expresando una maxima que concretiza el modus operandi de la aplanadora «democrática» estadounidense: «Washington apoya la democracia si, y solo si, los resultados concuerdan con sus objetivos estratégicos y económicos», de no ser el caso un dictador antidemocrático les va más que bien.

6. «La doctrina del shock» de Naomi Klein. Denuncia la estafa de las políticas económicas de la Escuela de Chicago y su conexión con el caos y el derramamiento de sangre por todo el mundo; es la historia secreta de lo que conocemos como «libre mercado». Contiene joyas como que «Washington siempre ha considerado que el socialismo democrático es una amenaza mucho mayor que el comunismo totalitario, al que era sencillo demonizar y caracterizar como el gran enemigo».

Además nos habla de que en realidad «…se trataba del nuevo método de las multinacionales para lograr sus objetivos: aprovechar momentos de trauma colectivo para dar el pistoletazo de salida de reformas económicas y sociales de corte radical».

     7. «El poder en la sombra» de Noreena Hertz. Nos habla del poder de las transnacionales (económico, de influencia política, implementación de gustos y costumbres sociales, usurpado responsabilidades del estado…usurpación silenciosa), convirtiendo al ciudadano en simple consumidor, etc. Contiene datos contundentes como el saber que «de las cien mayores economías del mundo, 51 son empresas, y 49, estados-nación». Máscate esta: «…la política exterior estadounidense no se guía por la consecución de un bien mayor, sino por los intereses de las empresas», provocando que «la soberanía nacional se ha debilitado en beneficio del interés privado, que es el de las multinacionales».

     8. «Jefe Atta. El secreto de la Casa Blanca», de Pilar Urbano. Su tesis, «sólo para los ojos del Presidente», de 495 páginas es muy sencilla: Washington prohijo los ataques del 11/S, al igual que el de Pearl Harbor (digo yo), los cuales tienen que ver con la necesidad que tiene el gobierno federal de obligar al ciudadano común y corriente a sumarse al «señor de la guerra» en sus aventuras guerreras ultramarinas. «Quieras o no», Rasputia dixit.

9. «El libro negro de América» de Peter Scowen. Lanza la siguiente pregunta-reflexión: «Sí los norteamericanos se pararan un momento a analizar su país como lo hacen los ciudadanos de otras naciones, se enterarán de las atroces barbaridades que su gobierno es capaz de perpetrar. Entenderán por qué otras naciones constituyen un público hastiado de los sermones estadounidenses sobre democracia y libertad y aprenderían que un gobierno no es inocente por el mero hecho de que sus ciudadanos lo sean», a menos claro, de que haya un acuerdo tácito entre ciudadanos y su gobierno para que este último se constituya en agresivo y abusivo policía del mundo a cambio de que los primeros no sufren trastornos violentos en su propio país. Será?

10. «Estúpidos hombres blancos» de Michael Moore. Ironiza con sorna (su marcado estilo) «cómo el [presidente] Bush robó unas elecciones, cómo los ricos siguen siendo ricos y cómo los políticos gringos se han aliado con el mundo de los grandes negocios», mientras el ciudadano común y corriente sigue, y seguirá, siendolo.

11. «Gruñidos imperiales. El imperialismo norteamericano sobre el terreno» de Robert D. Kaplan. Narra las peripecias de un corresponsal de guerra, ejerciendo su «periodismo de trinchera» y mostrando «cómo se aplica el imperialismo estadounidense y la guerra global contra el terrorismo sobre el terreno de las junglas del sur de Filipinas a los páramos gélidos de Mongolia, desde los fuertes de Afganistán hasta las selvas de Sudamérica, usando a las fuerzas especiales, los Marines y cuerpos militares estadounidenses que ejecutan muchas facetas de la política exterior norteamericana (la dominante estrategia militar estadounidense)».

12. «Yo, el francés. Crónicas de la intervención francesa en México (1862-1867)» de Jean Meyer. Hace suyo lo dicho por François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire: «El historiador es un parlanchín que hace triquiñuelas a los muertos», blasfemando verdades como que «en esa región de México sobraba el vino local y también el whisky que venía del Norte con los americanos de Juárez». Cómo, las huestes del Benemérito de la Patria contenían gringos? Espero que ni don Hilarión Frías y Soto («Juárez glorificado») ni don Justo Sierra («Juárez, su obra y su tiempo) ni don Eduardo Antonio Parra («Juárez, el rostro de piedra») se hayan enterado. Don Catón lo sabrá? Sin duda, el viejo zorro sabe de «la amarga soledad de dos en compañía» y también supo de «Aquellos a quienes yo veía como héroes impolutos eran en verdad hombres que cometieron grandes yerros y aún traiciones», conoció que «la historia mexicana (es) un acumulamiento de mentiras y mixtificaciones».

13. «Atrás de las líneas enemigas» de James Dean Sanderson. Narra las pequeñas batallas que, de ser exitosas, comprueban la valía de la Ley de Pareto, expresada en «misiones suicidas de la Segunda Guerra Mundial para matar a Rommel y al general Student», entre otras misiones, con datos que parecieran nimios, pero que no lo son, como eso de que de los hombres que participaron en dichas misiones «nueve de cada diez eran cortos de estatura». El autor romantiza, y justifica, a la guerra con chanzas como la siguiente: «…fue solamente en la guerra cuando todas sus energías y toda su inteligencia pudo canalizarse en una dirección útil intelectual».

14. «El Servicio Secreto de los Estados Unidos» de Walter S. Bowen y Harry E. Neal. Libro propagandista e insustancial (del año 1961), que contiene sutilezas como esa de que «…el Servicio Secreto se transformó rápidamente en el terror de los delincuentes que inundan el país de billetes falsos». Pos claro, la Reserva Federal (banco privado disfrazado de gubernamental) no quiere competencia «desleal». Del contrabando de whisky, de loterías fraudulentas, estafas con tierras fiscales, escándalos petroleros, la «implacable» lucha contra la Mafia, etcétera, mejor ni hablamos, que lo hagan los autores de este sesgado libro.

15. «Informe sobre el átomo» de Gordon Dean. Relata el viaje del poder del átomo desde que Truman, justificando su decisión, anunció a su pueblo y al mundo: «Hace dieciséis horas un avión norteamericano dejó caer una bomba sobre Hiroshima, importante base del ejército japonés. La bomba tenía más potencia que 20,000 toneladas de TNT…Se trata de una bomba atómica… La fuerza de la cual obtiene el Sol su poder, ha Sido desatada contra los que llevaron la guerra al Lejano Oriente».

16. «Historia de la Guerra Fría» de John Luckacs. Según el autor «La Guerra Fría (G. F.) se produjo no a causa de que las ambiciones de la Unión Soviética apuntaran directamente a los Estados Unidos, sino debido a las ambiciones de Rusia en Europa, especialmente en Alemania». Ofrece además datos concretos como que:

– Verano de 1945, primeras escaramuzas de la G. F.

– Julio de 1945, se crearon las condiciones geográficas de la G. F.

– 1948, el término G. F. (acuñado por Walter Lippman) adquiere popularidad.

– El término «Telón de Acero» es de Churchill.

E información tan obvia (a toro pasado) como que «los japoneses emprendieron -a través de Moscú- los primeros pasos de tentativa hacia la consecución de la paz». Claro, los nipones eran, igual que los alemanes, reacios a rendirse ante el país que más habían ofendido durante la guerra.

17. «El juego de los zorros» de Ladislas Farago. Es «La historia inédita del espionaje alemán en los Estados Unidos y la Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial». Señala paradojas como: «La habilidad de los alemanes para cubrir la información de la industria de la aviación de los Estados Unidos tuvo una significación casi histórica. El hecho de que pudieran obtener prácticamente todo lo que necesitaban para el desarrollo de la Luftwaffe posibilitó el que ésta se hallara lista para el combate en 1939. Sin esta ayuda de los Estados Unidos ese desarrollo hubiese requerido mucho más tiempo y los alemanes no podrían haber ido tan pronto a la guerra como lo hicieron». El autor cita como fuente archivos del Abwehr, el servicio secreto alemán dirigido por el almirante Wilhelm Canaris, señalando advertencias para quien las quiera escuchar, como que: «La batalla del servicio de inteligencia estaba perdida meses antes de que Alemania perdiera la guerra» y que «El destino de los espías alemanes en Inglaterra, durante la Segunda Guerra Mundial, puede ser aclarado de manera concluyente, fueron atrapados, internados y ejecutados, o se convirtieron en agentes dobles, todos ellos».

18. «Cazadores de secretos» de Jim Hougan. Relata «Las operaciones privadas de agentes secretos que actúan como duendes en la vida íntima de los grandes magnates, los políticos poderosos y las compañías transnacionales», es decir el uso privado de agentes secretos circunscrito a las «guerras» económicas y de poder, invitándonos, además, a voltear a ver lo «romántico» del espionaje.

19. «Águilas negras» de Larry Collins. Historia novelada hecha invitación para introducirse en el conocimiento de las operaciones clandestinas de la CIA, específicamente para atender a su díscolo agente «secreto» panameño Manuel Antonio Noriega, su principal intermediario con el Cártel de Medellín, desnudando las intrigas políticas que mueven los hilos secretos del mundo.

20. «Los Guadalupes y la Independencia» de Ernesto de la Torre Villar. Relata las peripecias de la sociedad secreta de Los Guadalupes, organizada para apoyar el movimiento insurgente mexicano, aunque con un dejo exculpatorio cuando señala que la existencia de «patriotas hispanoamericanos que no advirtieron cómo la ayuda que se les proporcionaba les ligaba con poderosos intereses económico-políticos más fuertes y efectivos que los principios del liberalismo», tan idiotas estarían los Guadalupes? Pensaban que los gringos eran nuestros amigos del alma? El autor también señala a la masonería como instigadora de añagazas políticas en favor de los Guadalupes y la influencia negativa de la jerarquía eclesiástica en el éxito del movimiento insurgente.

21. «Tratado de criptografía» de Andre Sange y E. A. Soudart, antiguos jefes de la Sección de cifrado del Gran Cuartel General Francés (I Guerra Mundial), traducción del Myr. D.E.M. Juan Chanfreau Estrada, editado por la SEDENA del año 1943, en plena II Guerra Mundial, un verdadero documento para la historia que trata desde los orígenes de la Criptografía en la Antigüedad y la Edad Media hasta principios del siglo XX; del uso del escítalo griego a la transmisión de mensajes cifrados a través del éter.

22. «Grafología. Cómo conocer el carácter de los demás a través de la escritura» del profesor B. Herbás Seguí. Este libro forma parte de la información, aunque sea de manera sucinta, que debe conocer todo individuo que se ocupe de la Inteligencia y la Contra inteligencia.

23. «Criptografía y Perlustración» del inspector Pedro Serrano García. Explica los métodos criptográficos por transposición (por escítalo, de Richelieu, de los Divisores, del Paralelogramo, chino, nihilista, de Roche, cardano, etc.) y por sustitución (de Cecchetti, Benedictino, de Julio César, de Eneas, Masónico, de los Emigrados de la Convención, de Nassau y un largo etcétera). Documento digno de colección y de aprendizaje profundo.

24. «El espionaje cientifico» de Jacques Bergier. Este libro explica, entre líneas, la importancia de contar con un sistema de inteligencia y contrainteligencia de Estado, no de Gobierno, en la estructura de cada Secretaría y en la mentalidad de cada servidor público que la integra y que en verdad ama a su país y desea su grandeza y su protección de cara al exterior y al interior, con métodos como el Delphi mediante el cual, detectada una amenaza, se puede determinar la fecha exacta en que dicha amenaza puede materializarse, verdaderos demiurgos hacen eso. Pero el autor no sólo se queda ahí, lanza una propuesta: Crear el Servicio Secreto de las Naciones Unidas (año de 1973).

25. «El servicio de información» del Tte. Cor. Art. español Juan Mateo Marcos, profesor de la Escuela de Estado Mayor, del año de 1952. Este manual llegó a mí intonso y así lo conservo.

26. «Mujeres espías» de Laura Manzanera, quien como Manzanero nos deleita con la melodiosa música de la intriga y el sabotaje tras las líneas enemigas. Culos a la pared!! (Perdón por la escatológica digresión, no pude evitarlo).

Seguimos a la dueña de las manzanas. A pesar de que inicia mal con su infausta dedicatoria a todas las mujeres y a ninguna («A todas las mujeres que saben guardar un secreto»), se recompone y sigue con «Dos mil años de espionaje femenino», «La guerra civil estadounidense. El poder de las damas del sur», donde menciona que «Mientras que la Confederación nunca intentó organizar una oficina central (craso error), la Unión decidió usar los servicios de una agencia de detectives de Chicago, dirigida por Allan Pinkerton». Nos habla también de espías heroínas anónimas como Belle Edmondson, Emeline Piggot, Rose Greenhow, Laura Ratcliffe y un largo etcétera con un botón de muestra: «Belle Boyd a los 18 años había matado a un soldado enemigo, a los 19 trabajó para ayudar al general ‘Stonewall’ Jackson  en el que sería el mayor éxito militar de su carrera, y con 21 ya había sido detenida en cinco ocasiones», qué Mata Hari ni que la chingada.

27. «Mata-Hari» de Fernando Díaz-Plaja. Relata las románticas peripecias de un símbolo, más que de una verdadera espía. Mujer holandesa que «servía» al mismo tiempo a alemanes y franceses, intentando convencer a cada uno que era el único al que seguía fiel, hasta que la suerte la abandonó después de sus 40’s, lastimosamente convencida de que aún seduciría con sus encantos a los enemigos de sus victimadores. El «éxito» de esta seductora mujer se debió más a que sus amantes se obligaban a creerle, no a que sus informaciones fueran en verdad de utilidad. Murió fusilada dos veces, a la primera descarga ningún soldado le apuntó a dar hasta que vino la reprimenda del oficial al mando y a la segunda descarga uno solo de ellos se atrevió a dañar su cuerpo mistificado, por lo que el oficial procedió a darle el tiro de gracia salvador.

    28. «Al servicio de Su Majestad. Cien años de espionaje británico» de Gordon Thomas. Atiende al otacusta del MI5, MI6, de los servicios de espionaje del Vaticano y de los chinos, de la KGB, de la CIA, del Mossad, de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), del FBI y demás chinches. Con joyas como «Desde el ataque de Al Qaeda a Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, las consideraciones presupuestarias dejaron de ser la preocupación principal» (el sueño de todo servicio de inteligencia), «…garantizar que el MI6 apareciera lo mínimo posible en los medios de comunicación y delimitar la distancia correcta entre la inteligencia y la política» (condiciones sine quanon de todo servicio de inteligencia efectivo).

     29. «El espía del Mossad» de Gordon Thomas y Martin Dillon. Los autores nos hablan de «La apasionante historia del magnate Robert Maxwell en su paso por el Ha-Mosad le-Modi’in u-le-Tafkidim Meyuhadim o Instituto para la Información y las Operaciones Especiales o el prosaico nombre de Mossad. En esta obra nos enteraremos de que, en inteligencia, ningún dato puede ser clasificado como nimio, ni siquiera el saber que Maxwell no usaba papel higiénico como todo simple mortal, sino que limpiaba sus vergüenzas con toallitas de tela que después eran higienizadas por su servidumbre, excelente información que pudiera servir mmmm, digamos, dejame ver… para planear cómo asesinarlo cuando deje de sernos útil. O aquella máxima que dicta: «Cuando alguien no deja de repetir ‘confía en mí’, lo mejor es creer que no debes hacerlo» o verdades como una montaña: «El dinero de las armas vendidas a los iraquíes pasaba ppr cuentas de la CIA para comprar drogas en Suramérica. Esas drogas se traían a Estados Unidos y se vendían en la calle para adquirir armas destinadas a la Contra. Traíamos drogas y recibíamos dinero, que se ingresaba a cuentas que pertenecían al gobierno de Estados Unidos», será?

30. «Enola Gay» de Gordon Thomas y Max Morgan-Witts. «Una apasionante investigación sobre la bomba atómica de Hiroshima», desde el punto de vista humano, de la Inteligencia y la Contrainteligencia y como tragedia para ambos bandos, desde el individual (el trauma de los tripulantes del Enola y la muerte de miles de personas resultado de la explosión en sí y de la terrible radiación atómica) al social. Si estuviera en el lugar correcto, en el puesto correcto y en la hora correcta usted habría aprobado el lanzamiento de, no sólo uno, sino de dos artefactos atómicos contra ciudades llenas de civiles ya vencidos? Yo hubiera escogido un área remota de Japón para lanzarlas, aunque eso me hubiera privado de utilizar conejillos de indias para saber los efectos de la radiación en el cuerpo humano. Difícil coyuntura.

31. «Mossad» de Gordon Thomas. En una sola frase el autor refleja la filosofía de «una de las organizaciones de inteligencia más poderosas y misteriosas»: «La legalidad de lo que sucedió depende de cómo se mire…».

32. «Servicio secreto de Israel» de Eliezer Strauch. El autor centra su tesis en la obsesión de un país por vengar a sus correligionarios en la fé al señalar: «Los criminales de la Segunda Guerra Mundial que victimaron a nuestros padres, hijos y hermanos y que lograron escapar de la justicia, no descansarán», el clásico «ojo por ojo y diente por diente» bíblico. Además señala uno de los yerros más comunes de una Inteligencia hecha al vapor: «El recabamiento de información funcionó a la perfección. Lo que falló fue la interpretación de los datos que transmitiera la red de informantes»; es decir, el análisis de la información para obtener datos de Inteligencia. La inteligencia debe de ser, además y por sobre todo, inteligente.

33. «Ultrasecreto. La gran revelación de la segunda guerra mundial» de F. W. Winterbotham. El autor nos relata sobre «la más secreta fuente» de Churchill y los aliados (la máquina de cifrado Ultra) y, entre líneas, demuestra el por qué Hitler no venció a Inglaterra, permitiendo la evasion de Dunkerque y el fallo de la Luftwaffe al atacar la isla: «Gracias a mis encuentros personales con Hitler supe cuál era su creencia básica: la única esperanza para conseguir un mundo en orden residía en que este fuera regido por tres poderes superiores: el Imperio Británico, las Grandes Américas y el nuevo Gran Reich alemán». Bueno, si le hubiéramos hecho caso a don Adolfo, la locura del socialismo utópico no hubiera enraizado en la URSS ni en la China de Mao, en los Jemeres Rojos de Camboya, en la mente de los seguidores del senador Joe McCarthy ni en los ideologizados jóvenes ultra feministas de tercera ola del hoy.

34. «La ciencia de la guerra» de George W. Gray. El autor nos habla de «las batallas silenciosas», que libra la ciencia. Se trata de una obra apologética de la guerra centrándose en los avances cientifico- tecnológicos a los que fuerza la guerra, o su posibilidad, para ser ganada por uno y otro bando, incluyendo además la posibilidad de «investigar también las causas de la guerra y los medios para neutralizarlas o controlarlas».

35. «En el nombre de Satanás» de Hans Habe. Habe sí sabe y nos habla en su historia novelada de don Satanás (en el siglo llamado Jorge Droste) un mitomano que uso su condición médica para convertirse en gran espía en servicio de las potencias occidentales de 1947 a 1955

36. «Halcón» de Gary Jennings. El entrañable Gary con su peculiar estilo (Azteca y sus secuelas, Lentejuelas, El viajero, etc.) en esta novela épica nos cuenta las aventuras del godo Thorn, hermafrodita convertido en espía ubicuo (lo mismo se desempeña en la cama como mujerzuela espía que como hombrezuelo espía, el ideal de todo buen otacusta que se precie), desde su desfloración en sendos monasterios (en uno como mujer y en el otro como hombre) hasta causarle la muerte a un diplomático justo cuando tocaba éste la puertas del cielo en un orgasmo liberador, haciendo realidad su filosofía: «…en la vida que tendría por delante jamás sería víctima del amor por otro ser humano. Como no era varón, no podía realmente amar a una mujer; y, como no era mujer, no podría amar a ningún hombre. Estaría siempre libre de vínculos afectivos, lánguidas ternuras y degradantes servilismos amorosos», fuchi, guácala. Eso es lo bueno de la obra, lo malo es que sólo contiene 965 páginas.

37. «La charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México» de Sergio Aguayo Quezada. Excelente manual de cómo un país puede bien hacer pésimamente mal las cosas en el terreno de la inteligencia y contrainteligencia, desde 1918 con Carranza hasta Fox y Marthita Asegún de Fox, ventilando a su paso los abusos de los ciudadanos vestidos de águila y estrellas, impunes hasta ahora, claro, no vaya a ser que si los denunciamos y encarcelamos se lastime la imagen del Instituto Armado, no lo quiera Dios. No debemos permitir que la ciudadanía siquiera piense que sus Fuerzas Armadas están «lideradas» por una Cúpula Crápula. Santa Panocha no lo permita.

38. «Los informes secretos» de Carlos Montemayor. El autor «ilustra el modo en que operan tanto los movimientos clandestinos como los dispositivos de coerción del Estado», nos comparte datos como aquel de que David Alfaro Siqueiros servía a la KGB (tal vez por eso surgieron después los Litempo, será don Echeverría?).

39. «El Ejército Mexicano» de Gloria Fuentes. Obra que está en mi biblioteca por el solo amor físico que le tengo a los libros y porque creo en el derecho de todos para decir, o escribir, hasta insustancialidades. Quién se aventó el prólogo? Un señor ¿general, faltaba más, faltaba menos. Y ¿quién fue este ínclito ciudadano «verde»? Nada más y nada menos que don Alfonso Corona del Rosal, un águila con estrellas que por entonces cubría la cuota de poder establecida por el Ejército Mexicano después de «aceptar» ser excluido por Cárdenas (?) de las fuerzas «vivas» del PNR, PRM, después PRI. Pero eso sí, la Hacienda llamada SEDENA continúo a su cargo. Qué tanto es tantito, hombre?

     40. «Chacal» de Frederick Forsyth. Entre sus lindezas esta historia novelada de inteligencia relata la participación del crimen organizado con el gobierno, tomando como telón de fondo los atentados planeados para acabar con la vida del general y presidente francés Charles De Gaulle.

    41. «Administración del absurdo», desconozco el autor, ya que llegó a mí en opúsculo y sin «firma» en sólo 20 páginas, pero que quizá nos responda a la pregunta: En qué terrenos se mueve un analista o un estudioso de la información cuyo trabajo es obtener conclusiones? Yo digo que en aquellos donde la incertidumbre es su disciplina, con el fin de  tratar de comprender cómo actuar en condiciones de información incompleta (método heurístico), entregando, además de eso, un producto lo más coherente posible al tomador de decisiones. Creo que «Administración del absurdo» es la mejor obra lúdico-erótico-pornográfica para aquel que posee un pensamiento paradójico, ya que nos entrega 33 hermosas obviedades, las que, obviamente, son nada obvias, como las siguientes: «Lo contrario de una idea correcta también es correcto», «Nada resulta tan invisible como lo obvio», «Una vez que encuentre una técnica que funcione, abandónela», «Escuchar es más difícil que hablar», «Mientras mejor andan las cosas, mayor es el descontento», «Los grandes cambios son más sencillos de realizar que los pequeños», «Planificar es una manera poco efectiva de provocar el cambio», «Toda gran fortaleza es una debilidad», «No existen los líderes, sólo el liderazgo» o «Mi consejo es que no sigan mi consejo». Simples juegos de palabras, retruécanos, perifrasis huecas? O grandes verdades que nos negamos a creer y, lo que es peor, a poner en práctica?

42. «Armas silenciosas para guerras tranquilas», anónimo atribuido a la «Doctrina oficial del Comité de Política del Club Bilderberg, según lo aclara Daniel Estulin en su libro «Los secretos del Club Bilderberg» (número 3 de esta glosa). Se trata de un «manual técnico» donde se dan instrucciones precisas para lograr el fin de dicho Club: dominar al mundo (aunque parezca dicho por el entrañable Cerebro, comparsa tonta, pero de buen corazón, de Pinky). Un ratón tratando de dominar al mundo, auxiliado por otro Einstein enormemente dotado de inteligencia emocional? El documento de escasas 17 páginas contiene linduras como: «La solución a los problemas de nuestra época requiere un abordaje despiadadamente cándido, sin perturbar los valores religiosos, morales o culturales, teniendo como objetivo la utilización de recursos limitados contra los enemigos extranjeros» (un excelente ejemplo de esta filosofía es la utilización de drones con un costo insignificante para atacar tanques enormemente caros). Aunque no nos perdamos contemplando la sábana o el petate del muerto, lo que este manual busca es, insisto, dominar la mente del «gran público». Para quienes nos controlan sólo somos números en una pizarra económica.

43. «El cuarto protocolo» de Frederick Forsyth. Novela de espías cuyo título dice mucho para el que sabe, para el que no, pos no. Y para que más personas lo sepamos, se los diré: el Cuarto Protocolo que cita Forsyth se refiere al «Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares», específicamente donde prohíbe tácitamente que una nación se pueda hacer que la virgen le habla y «permitir» la utilización siquiera de armas tácticas nucleares, sin consecuencias para las partes contratantes.

44. «Guerra» de Sebastian Junger. El autor es un civil-soldado-filósofo-poeta, enfrentado a lo más crudo y terroríficamente real que puede vivir un ser humano: encontrarse en medio de una batalla, en este caso en Afganistán. Esa situación saca lo filósofo poeta, o lo salvaje o lo salvajemente filósofo poético que llevamos dentro. Para muestra un botón: «La disposición a morir por otra persona es una forma de amor que ni siquiera las religiones son capaces de inspirar, y el hecho de vivir esa experiencia transforma profundamente a una persona». «Reducido a su esencia, el combate es una serie de decisiones rápidas y acciones notablemente precisas, desarrolladas de forma concertada con otros diez o doce hombres. La unidad que coreografía mejor sus acciones es la que suele imponerse. Quizá sufra bajas, pero vence». «…durante un tiroteo del cual todo el mundo sale con bien, entonces la guerra es la vida multiplicada por un número del que nadie ha podido saber nunca. En algunos aspectos, veinte minutos de combate son más vida de la que uno podría ahorrar segundo a segundo durante toda una existencia de hacer cualquier otra cosa. El combate no es el lugar donde podrías morir, sino dónde averiguas si logras continuar vivo. No hay que subestimar las cosas que un joven se atreverá a hacer con tal de jugar a ese juego una vez más. Las experiencias psicológicas centrales de la guerra son tan primarias y sin adulteración, sin embargo, que eclipsan los sentimientos más sutiles, como la pena o el remordimiento, que pueden ir destripándote en voz baja durante años». «Hay diferentes clases de fortaleza y contener el miedo quizá sea la más profunda, la única sin la cual los ejércitos no podrían funcionar y las guerras no se podrían lidiar».

45. «Claves para entender la guerra» de Raúl Sohr. Excelente libro académico escrito por un civil que según parece no hizo ni siquiera el servicio militar, pero que sin embargo entiende lo estratégico de la guerra; excelente manera de pensar para encabezar civil y atinadamente un ministerio de guerra. El autor es tan bueno en su oficio que la lectura de su libro te hace buscar, y entender, lo que escribieron sobre el tema personalidades tan dispares como Miguel de Unamuno y Juan Jacobo Rousseau. Este libro es la otra página de lo que dice Sebastián Junger en el suyo. Esto me recuerda el impacto mental y emocional que provocó en mí un imberbe jovencito al contestarme, a pregunta expresa, lo siguiente: «Qué de divertido tienen los libros?».

46. «90 minutos en Entebbe. La primera auténtica historia de la ‘Operación Rayo’, el espectacular ataque israelí contra el terrorismo» de William Stevenson y Uri Dan. Una excelente muestra de liderazgo militar que reza: si alguien debe morir en una operación militar quirúrgica debe de ser el comandante operativo de esta (qué mejor muestra de liderazgo?), rindiendo homenaje a la única víctima mortal israelí de la citada operación, el coronel Yehonatan Netanyahu. Pos claro, si yo, como comandante, estoy dispuesto a sacrificar a mis hombres (rey Jerjes), estaré más que dispuesto a dar mi vida por ellos (rey Leónidas).

47. «Operación Bernhard» de Walter Hagen. Relato que trata sobre la gigantesca falsificación de libras esterlinas llevada a cabo por el espionaje alemán. Señala yerros en los que puede caer un servicio de inteligencia como el siguiente: «…celos y envidias de carácter casi psicopático entre oficinas de igual o parecida categoría que, finalmente, provocaron en el Tercer Reich una lucha general de todos contra todos y conmovieron toda la estructura estatal. A esto cabe añadir la enemistad entre la Gestapo y el SD (Sicherheitsdienst o  Servicio de Seguridad alemán), que tenía su origen en el deseo de la Gestapo de tener al SD a sus órdenes». El autor nos regala relevaciones como que «Allan W. Dulles (entonces director de la CIA) había de recibir documentos que le demostraran que los rusos no jugaban limpio con los aliados», dato que refuerza el análisis de que Truman ordenó lanzar las dos bombas atómicas sobre Japón, no para lograr su rendición, sino para mandar un mensaje contundente al poderío ruso. Será?

48. «La organización secreta nazi en sudamérica» de Hugo Fernández Artucio. Escrito en plena Segunda Guerra Mundial (año 1943), nos revela la superioridad moral que nuestro país ejercía desde entonces sobre los demás países americanos, desde Guatemala a la Tierra del Fuego, con datos como: «…en el Congreso Internacional contra la Guerra reunido por el Presidente Cárdenas, de México, se tomó una resolución…». Denunciando además movimientos pro nazis en sudamérica: «…demostraba que habían sido dirigidos graves ataques contra el seguridad del Estado por miembros del partido nazi en Uruguay», «…frustrar el complot Fuhrmann que intentaba apoderarse del Uruguay y transformarlo en una colonia alemana». El autor revela los planes de Hitler para sudamérica: «Edificaremos en el Brasil una nueva Alemania, Argentina y Bolivia están socavadas por el nazismo, Alemania será grande y rica apoderándose de México».

49. «Los nazis en México» de Juan Alberto Cedillo. Relata «La Operación Pastorius y nuevas revelaciones de la infiltración al sistema político mexicano» y señala nombres de pro nazis como Errol Flynn, Juan A. Almazán, Miguel Alemán Valdés, Maximino Ávila Camacho, Emilio Azcárraga Vidaurreta y José Vasconcelos.

50. «La guerra secreta en México» de Friedrich Katz. Relata «Basándose en fuentes alemanas, austríacas, francesas, cubanas, españolas, británicas, norteamericanas y mexicanas, desentraña las actividades mediante las cuales las potencias europeas y norteamericanas, sus servicios de espionaje y los grupos económicos imperialistas influyeron sobre el curso de la revolución» haciendo ver grande la labor de Carranza en materia internacional para proteger a nuestro país. Por último, el autor «Incorpora un aspecto generalmente descuidado en los estudios histórico-políticos de México: la indudable influencia que la política mundial, la diplomacia, ejerce sobre nuestros asuntos».

51. «Derrota mundial» por Salvador Borrego E. Excelente libro que debería ser de cabecera por parte de todo aquel al que le interese el análisis apartidista de la historia, ya que se trata de una obra con una versión no oficial de la Segunda Guerra Mundial. Sin ser pro nazi, nos hace ver la realidad de la gran cantidad de películas que hablan de los crímenes del nazismo, pero no los actuales (años 50’s del siglo XX) y mayores del comunismo (y yo agregaría del capitalismo salvaje de los gringos y su Escuela de Chicago).

52. «Sistema de Inteligencia» y «Manual de Contrainteligencia», editados por la SEDENA. Se constituyen en el esfuerzo editorial de la SEDENA para dar luz a su instrucción sobre la materia.

53. «El que no lea este libro es un imbécil» de Oliviero Ponte di Pino. Sugerente apellido del autor para un sugerente título de su libro. En este, di Pino, nos pone en la misma sicalíptica posición al invitarnos a lo siguiente: «Supongamos que se hubiera empleado, para esclarecer a las clases humildes, la cuarta parte de tiempo y de cuidado que se utilizó para embrutecerlas; supongamos que en vez de poner en sus manos un catecismo de absurda e ininteligible metafísica se les hubiera proporcionado uno que contuviera los primeros principios de los derechos del hombre y sus deberes, fundados sobre los derechos (…) Suponed que en lugar de predicarles esa doctrina de paciencia, de sufrimiento, de renuncia a sí mismos y de envilecimiento, tan cómoda para los usurpadores, se les hubiese predicado la de conocer sus derechos y el deber de defenderlos». ¡Santas invitaciones, Batman! ¿Otra más?, bajo tu propio riesgo: «Ser juzgado estúpido, y oírselo llamar, es más doloroso que oír cómo nos califican de golosos, mentirosos, violentos, lujuriosos, perezosos o cobardes; cada debilidad, cada vicio ha hallado sus defensores, su retórica, su ennoblecimiento y su exaltación, pero no la estupidez». Glup! ¿Más? Bueno: «Toda reflexión sobre la imbecilidad humana no es, en el fondo, sino una autobiografía». El filósofo de Güemes redivivo recordando su inmortal «Decálogo del pendejo».

54. «El círculo negro» de Antonio Velasco Piña. En este libro su autor nos habla de la «Historia de la sociedad secreta que dirigía al PRI», y léase bien, no nos dice que el PRI lo dirigía, sino que el instituto político era dirigido por el oscuro círculo ese. ¿Será? «El primer hecho incontrovertible es que el PRI es un producto totalmente nacional», para desgracia de muchos países que deseaban su dictadura perfecta, Vargas Llosa dixit. «Lo novedoso y característico del PRI, surgido en 1946, es la creación del Círculo Negro, un concejo secreto que dará al sistema una gran estabilidad y permanencia, al impedir la reelección del monarca y otorgar a éste la posesión, pero no la propiedad de los hilos del control del poder, o sea de los sectores que integran el Partido». Y a continuación el autor reconoce una de las bondades del PRI: «…fue la centralización del poder en manos de una persona lo que permitió a México disfrutar de un largo periodo de paz (paz porfiriana, pero al fin paz) y de estabilidad, salvándolo de la anarquía, de los golpes de Estado y de las revoluciones que durante ese tiempo afectaron a casi todas las naciones latinoamericanas y a los países del Tercer Mundo», verdad CIA? Y hablando de los sectores que conformaban el PRI «¿Cuál fue la razón por la que, desde diciembre de 1940, al asumir Ávila Camacho la presidencia de la República, se suprimiese al sector militar dentro del partido oficial?

55. «La información del silencio» de Álex Grijelmo. El autor nos habla de «Cómo se miente contando hechos verdaderos». En este libro Grijelmo hace «hablar» al silencio, ¿no me cree? Analice estas cápsulas de verdad oculta: «…compartir el descubrimiento del silencio periodístico expresivo; es decir, el vacío repleto de la información», «El silencio puede formar parte del significado porque el ser humano está acostumbrado a reponer, a completar, a añadir los elementos obvios que se silencian, los rasgos que se omiten en un mensaje, ya sea visual o verbal», «La manipulación informativa no consiste en difundir información que contenga falsedades, sino en dar a entender lo que no es», «…confunde al lector deliberadamente. Le desinforma mediante el suministro de información», «…es posible suministrar información engañosa con datos verdaderos acompañados de la ocultación de datos relevantes», «…al dejar de lado muchos detalles de la realidad que deseamos transmitir, nuestro relato puede resultar poco preciso. Incluso falso». ¿Desea más lindezas?, remítase al libro, lo malo es que sólo contiene 541 páginas, ¿desea conocer más del autor?, véase: «El estilo del periodista», «Defensa apasionada del idioma español» o, si quiere ponerse sicalíptico en sus análisis lea «La seducción de las palabras».

56. «Buendía. El primer asesinato de la narcopolítica en México» de Miguel Ángel Granados Chapa. El autor desnuda la pantomima del entonces director federal de seguridad José Antonio Zorrilla durante el sepelio de Manuel Buendía, quien resume con una sola frase la tesis de su libro: «…las pesquisas que no condujeron a nada, quizá porque había el riesgo de que condujeran a mucho». Relata que «…las acusaciones lanzadas en Los Ángeles fueron más serias de lo que las autoridades mexicanas querían hacer creer.

57. «Un mundo feliz» de Aldous Huxley. En este libro salta a la vista su contenido «futurístico social», pero más por lo siguiente: el autor reconoció como su musa a la dietilamida de ácido lisérgico, pa’ los cuates LSD (¿Orgía Latria?) y como mentor a Theodor W. Adorno, filósofo vinculado al Instituto Tavistock y al lavado de cerebro como medio de control de masas y «creador» de canciones de los Beatles donde hacen apología de las drogas, como en la de Submarino amarillo, Daniel Estulin dixit.

58. «El arte de formular preguntas esenciales» de los doctores Richard Paul y Linda Elder. Los autores advierten que su opúsculo está «Basado en conceptos de pensamiento crítico y principios socráticos» y nos regalan apotegmas como el siguiente: «La calidad de nuestro pensamiento está en la calidad de nuestras preguntas» y líneas de pensamiento como el «Cuestionar en una mente viva y ‘aprendiz’ nunca termina ~ Las preguntas se transforman ~ Las preguntas generan más preguntas ~ Estimulan nuevas maneras de pensar, nuevos caminos para seguir ~ mientras nosotros analizamos y evaluamos el pensar mejoramos nuestro pensamiento», invitándonos además a cultivar un pensamiento crítico y analítico al formular preguntas, considerando: sus metas y propósitos, la información, los datos, la experiencia, las inferencias, las conclusiones, los conceptos, las ideas, las suposiciones, las implicaciones, las consecuencias, los puntos de vista, las perspectivas; llamando además nuestra atención sobre tres tipos de preguntas: las que tienen un sistema e implican un conocimiento, las que no lo tienen y no se pueden evaluar por contener una opinión subjetiva y las que tienen sistemas en conflicto cuya respuesta se basa en un juicio con respuestas mejores o peores, según el sapo… Los autores hacen alusión (sin mencionarlo explícitamente) al sistema militar usado para que alguien informe sobre algo, empleando una «Hoja de trabajo», que debe responder a las preguntas esenciales: quién, qué, cuándo, cómo, dónde, por qué o para qué. ¿Y Sócrates dónde quedó? Ah, al citar lo siguiente: que «El pensador socrático indaga el pensamiento profundo, con un interés penetrante al evaluar la verdad o la credibilidad de las cosas», para, digo yo, encontrar respuestas esenciales. ¿Mayéutica? Claro.

59. «La economía de la extorsión» de Luis de la Calle. Don Luis nos demuestra que anduvo en las calles de la información haciendo el trabajo rudo del acopio del dato con paradojas explicativas como la siguiente: «Samuel Huntington sugiere en 1968 que la corrupción puede favorecer el crecimiento económico al acelerar las transacciones en donde las personas evitan procesos burocráticos y que funcionarios del gobierno trabajen más eficazmente si pueden imponer sobornos», ese dato no se lo pasen a nuestros políticos, por favor. ¿A usted le desagrada dejar propina?, lea lo que sigue y tendrá argumentos a favor: «hasta qué grado una propina es únicamente eso y no una forma de extorsión? La propina se convierte en el reflejo de una sociedad que ve con buenos ojos la extorsión generalizada y síntoma de una red de complicidades contrarias al Estado de derecho. Es también sintomático de que las clases pudientes están seguras de que quieren comprarlo todo», ¿será por eso que en Japón no existe la cultura de la propina? En estos lares «todos somos corruptos» Peña Nieto dixit y de la Calle también: «La corrupción y la impunidad florecen porque se puede y porque, cuando no existe la necesidad de transparentar decisiones y procesos, tanto funcionarios como criminales pueden comportarse como mejor les convenga». ¿Y la solución?, simple: dejemos de ser corruptos todos y apoyemos los cambios estructurales de nuestro país.

60. «Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones» de Steven Pinker. El autor en 1146 páginas (pues claro, con un opúsculo nadie podría sostener que ahora nos portamos mejor que antes con nuestros semejantes), nos hace ver que ya no somos los trogloditas del ayer relatando 6 tendencias entendidas como avances que componen el repliegue de nuestra especie con respecto a la violencia; 5 demonios interiores, entre ellos el sadismo, la venganza, la ideología; 4 ángeles como la empatía, el autocontrol y el sentido moral y 5 fuerzas históricas como el comercio, la feminización y el cosmopolitismo. El autor escribe con un sufrimiento moral terrible al citar: «Examinar la historia de la violencia equivale a quedarse repetidamente atónito por la crueldad y la inutilidad de todo, y a veces a verse superado por la ira, el asco y una tristeza inconmensurable», reconociendo además que «…el histórico proceso de la civilización no eliminó la violencia, sino que la relegó a los ámbitos socioeconómicos marginales». Pinker apoya su tesis con un Top 21 de guerras, desde la más desastrosa desde el punto de vista de muertos efectivos (Segunda Guerra Mundial con 55,000,000) a la que menos tuvo (Guerras francesas de religión con «sólo» 3,000,000) y de la más desastrosa desde el punto de vista de muertos relativos (Rebelión de An Lushan con 429,000,000 si se hubiera llevado a cabo en el siglo XX) a la que tuvo menos (Guerra civil china con «sólo» 3,000,000). Pinker apoya su tesis en que ya no nos matamos como antes, con tortura y violaciones como derecho de botín, sino que ahora nos «telematamos» con drones y bombas «inteligentes». Y para finalizar yo le pregunto a usted: ¿qué tipo de muerte prefiere, la que se reparten los hambrientos animales o la que con singular alegría nos repartimos los seres «humanos»? Si a mí me lo preguntan yo preferiría la muerte humana, ya que eso de ser comido poco a poco como que debe doler, ¿verdad señora cebra?

61. «Homo oneirikos» de Alberto Cisneros Toscano. El autor pretende llamar la atención del lector con un lenguaje paradójico, ya que cree que la paradoja es un excelente método de análisis que nos permite llegar a la episteme de las cosas, es decir, al conocimiento justificado como verdad; en contraposición a la doxa que se refiere a la creencia común o mera opinión.

El personaje principal, Hermógenes Tetramegisto, hace de las suyas en sus sueños al ser condenado a la biotanación, a la muerte en vida, hasta darse cuenta de que en realidad el estamento en el poder replica todo lo que prohíbe con singular alegría y sin ninguna consecuencia, al menos aparente. Ya lo dijo el que lo dijo y lo dijo muy bien: «Huir del conflicto es carecer de inteligencia emocional.

    Para tener relaciones sanas, hay que tener conversaciones incómodas».

    Tetramegisto, analiza bajo un velo en apariencia endogámico-sicalíptico, temas torales como: «El olvidado arte de conversar», «¿Son corruptas las personas o lo son las instituciones?», «Porque pude. La responsabilidad del otro sobre mi conducta», «Reorganización de la única Secretaría cuyo titular es dos veces titular», «Cúpula Crápula», «¿Qué creatura son los famosos y poderosos mangasrrayadas mexicanos?».        Advertencia: antes de empezar a leer este tercer libro del autor una recomendación: obvie lo obvio, que no le ganen ni sus filias ni sus fobias. Y para aquel que se pregunta: y este libro ¿qué tiene que ver con el hecho de ser espía? Yo se lo digo: tiene que ver con la necesidad que tiene el especialista de la información de poseer cultura general y conocer la naturaleza humana para intuir qué sigue.

Un espía o analista debe ser como aquel que ve por segunda vez la misma película de Agatha Christie y ya sabe quién mató a la abuelita para quedarse con su fortuna y no es, claro, ni el mayordomo ni el que le tocó la mayor parte de dicha fortuna, sino el despistado cocinero que no sabía que la doña era alérgica a los crustáceos.

62. «De la seducción» de Jean Baudrillard. Excelente obra de pensamiento paradójico con verdades sociales que duelen, como: «El deseo no se sostiene más que con la carencia, cuando se agota en la demanda, cuando opera sin restricción, se queda sin realidad al quedarse sin imaginario; está en todos lados, pero en una simulación generalizada. El espectro del deseo obsesiona a la realidad difunta del sexo. El sexo está en todos lados, salvo en la sexualidad» y aclara «Seducir es apartar el otro de su verdad». La lectura de este libro nos regala cierto grado de certeza si argumentamos que el violador en realidad no busca tener sexo, sino ejercer poder sobre la víctima, el sexo forma parte del «juego», pero nada más; la dominación total de la víctima es el motor que impulsa al violador. Señala verdades como que «todo en esta sociedad está feminizado (¿cuál patriarcado?), sexualizado bajo el modo femenino, los objetos, los bienes, los servicios, las relaciones de todo género, en la publicidad el efecto no es tanto añadir sexo a una máquina de lavar (esto es absurdo) como conferir al objeto esta cualidad imaginaria de lo femenino, de estar disponible a voluntad, nunca retráctil, nunca aleatorio». Parafraseando al economista: ¡It’s the sex, stupid!

63. «Psicología de las multitudes» de Gustavo Le Bon. Un clásico de la sociología que nos regala verdades como la siguiente: «Las muchedumbres no han tenido nunca sed de verdad. Se desvían ante las evidencias que les disgustan, prefiriendo deificar el error, si el error las seduce. El que sabe ilusionarlas se hace fácilmente su dueño; el que intenta desilusionarse es siempre su víctima» y nos regala un decálogo de «virtudes» de las muchedumbres: «No razonan; admiten o rechazan las ideas en bloque; no soportan ni la discusión ni la contradicción; las sugestiones, actuando sobre ellas, invaden completamente el campo de su entendimiento y tienden en seguida a transformarse en actos; sólo conocen los sentimientos de violencia extrema; en ellas la simpatía se convierte pronto en adoración; la simpatía, apenas nacida, se convierte en odio…». ¡Chusma, chusma, puff!

64. «El gigante Inquieto. Estados Unidos de Nixon a G. W. Bush» de James T. Patterson. El autor desnuda a los W.A.S.P. prestidigitadores del hurto, al señalar: «Algunas de las conspiraciones de la época fueron reales: baste recordar la de Lyndon Johnson y sus asesores en torno al incidente del golfo de Tonkin, ocurrido en Vietnam en 1964, o el encubrimiento, por parte de Nixon, del allanamiento del Watergate…las actividades clandestinas desarrolladas por la CIA entre 1970 y 1973 habían ayudado a derrocar, en Chile, al gobierno electo de Salvador Allende…la CIA y el FBI habían pinchado teléfonos, abierto correspondencia y creado informes de 300,000 ciudadanos de manera ilegal…la CIA había estado intrigado, en ocasiones con elementos del crimen organizado, para acabar con la vida de dirigentes mundiales como Fidel Castro, Rafael Leónidas Trujillo o Patrice Lumumba…». También nos acerca a verdades como aquella que: «Se dice que a menudo la historia que peor conocemos es la de nuestra propia época, y en particular la de las décadas contiguas a nuestro nacimiento».

65. «Colapso. Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen» de Jared Diamond. «El valor estadístico de una vida en USA, es decir, el coste que tiene para la economía estadounidense la muerte de un estadounidense medio a quien la sociedad se ha molestado en criar y formar, pero que muere antes de pasar su vida contribuyendo a la economía nacional, se estima habitualmente en unos cinco millones de dólares», ¿qué valor estadístico tendrá un mexicano nuestro? «El aislamiento de la isla de Pascua hace de ella el ejemplo más claro de una sociedad que se destruyó a sí misma explotando sus recursos», sigamos tirando basura, consumiendo alimentos chatarra y desperdiciando agua, al cabo que Marte pronto estará habitable, ¿qué no?

66. «Anatomía del mexicano» de Roger Bartra. En esta antología don Roger nos encuera (bueno, a mí no) sólo a los «indios agachados, léperos enmascarados, mestizos relajientos, pelados inferiorizados, lidercillos gesticulantes o machos sentimentales» y nos (les) dice sus verdades, nos (les) habla también «de los héroes cantinflescos con sentimientos de inferioridad, de los indios dormidos bajo un enorme sombrero, de los pachucos, de los revolucionarios corruptos, de la raza cósmica o de los mestizos albureros». Al que le quede el saco que lo lea, al que no, pos no.

67. «El mexicano, psicología de sus motivaciones» de Santiago Ramírez.

Obra escrita en 1959 pero que conserva su vigencia, ya que aún no semos (sic) ni gringos ni europeos que yo sepa. El autor, uno de los iniciadores del movimiento psicoanalítico en México, nos invita a «seguir el escarceo sinuoso y aparentemente complejo del mexicano» a través de sus agudas observaciones, como aquella de que: «El machismo del mexicano no es en el fondo sino la inseguridad de la propia masculinidad; el barroquismo de la virilidad», o esta de que: «La angustia es uno de los grandes motores que mueven al ser humano y a la cultura, por eso el mexicano será más rico cuando se exprese, cuando llore, o cuando compulsivamente busque una alegría que desde siempre le fue negada», se vale llorar.

     68. «País de mentiras. La distancia entre el discurso y la realidad de la cultura mexicana» de Sara Sefchovich. Doña Sara nos estrella de cara a la realidad al señalar que «a la llegada de los europeos había 25 millones de indios y para 1600 apenas si rebasaban el millón» y nos lleva a reflexionar sobre la pregunta que yo me hago: ¿cuántos pueblos originarios retomaron el mando de sus naciones al consumar su independencia? Que yo sepa, ninguno. Y nos enfrenta a la paradoja de que los pueblos originarios vivían mejor bajo el Imperio Español que bajo los gobiernos criollo-mestizos «independientes», volviendo verdad aquello de que «La mentira sirvió para llenar los huecos y tapar lo que no se hacía y lo que no se cumplía de las promesas en las que cifraron sus esperanzas millones de ciudadanos y sirvió también como estrategia de legitimación para poder usar el discurso de la responsabilidad y del compromiso sin que realmente se asumieran ni la responsabilidad ni el compromiso», pos claro, los políticos podrán ser lo que usted quiera, pero tontos nuncamente (sic).

    69. «La civilización del espectáculo» de Mario Vargas Llosa. Prolífico escritor que se convirtió en pésimo político, ¿a quién se le ocurre?, sólo a aquel que se cree sus propias invenciones literarias. Vargas Llosa amplía y hace suyo lo que subyace en la obra de Gustavo Le Bon, pero con el añadido de la influencia de los medios de comunicación modernos al aclararnos «¿Qué quiere decir civilización del espectáculo? La de un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento» y al señalar: «la publicidad y las modas que lanzan e imponen los productos culturales en nuestro tiempo son un serio obstáculo a la creación de individuos independientes, capaces de juzgar por sí mismos. La cultura-mundo, en vez de proponer al individuo, lo aborrega, privándolo de lucidez y libre albedrío», advirtiéndonos que «vivimos en una época de grandes representaciones que nos dificultan la comprensión del mundo real» y que «La realidad real ya no existe, ha sido reemplazada por la realidad virtual». Llosa sigue el pensamiento de Giovanni Sartori y su “Homo videns. La sociedad teledirigida”, donde nos habla, entre otras cosas, de la subinformación y de la desinformación.

70. «La Santa Alianza. Cinco siglos de espionaje Vaticano» de Eric Frattini. El autor hace señalamientos que a ninguna conciencia escandaliza ya, después de saber que esos «sagrados» señores violan infancias qué tanto es tantito, si su deporte favorito es contabilizar el mayor número de hoyos posibles. «En todo el Vaticano y en sus servicios de inteligencia todo lo que no es sagrado es secreto», «La Banca Vaticana ha sido fuente de innumerables escándalos y ha estado envuelta en la pérdida de millones de dólares, quiebras bancarias, venta de armas a países en conflicto, establecimiento de sociedades fantasmas en paraísos fiscales, financiación de golpes de Estado, lavado de dinero de la mafia y ‘suicidios’ misteriosos», «El hombre que facilitó la huida de criminales de guerra nazis y croatas después de la Segunda Guerra Mundial, era ahora el nuevo Sumo Pontífice», «Los masones de la curia sabían que debían de estar ‘donde late la historia’ y siguiendo la consigna clara de ‘creer lo menos posible, sin llegar a ser hereje, para obedecer lo menos posible, sin llegar a ser rebelde’ «, excelentes alumnos de don Maquiavelo, «Sociedades secretas dependientes de la Santa Alianza, como el ‘Círculo Octagonus’ o la ‘Orden Negra’, han realizado operaciones encubiertas para servicios de espionaje  como el Mossad y la CIA», «Los sacerdotes-agentes del servicio de espionaje papal, la Santa Alianza, y del contraespionaje, el Solidatium Pianum, mataron, robaron, conspiraron y traicionaron en el nombre de Dios y de la fe católica por mandato del Sumo Pontífice». ¿Y dónde estaba el “representante” de Dios en la Tierra que es santamente infalible?, seguramente distraído con el que representa, ambos dos contando caudales.

71. «Matemáticos, espías y piratas informáticos. Codificación y criptografía» de Joan Gómez Urgellés y National Geografic. Es una excelente compilación histórica de la materia que nos ocupa, desde la antigüedad hasta la computación cuántica, desde la escritura «normal» al sistema binario (bits y qubits). El autor nos hace ver la importancia que ha tenido para el hombre el transmitir un mensaje de forma que su significado quede oculto a los ojos del otro, a través de técnicas matemáticas como el análisis de frecuencias, la estadística, la aritmética modular y la teoría de números, donde la única limitante es la capacidad de la mente humana para crear sistemas que mantengan sus secretos a salvo, de una parte, y para conocerlos, de la otra.

72. «Franz von Papen. Espionaje, diplomacia, intriga» de Tibor Koeves. «Von Papen inició su larga carrera diplomática como agregado militar en Washington y México, en los días de la primera guerra mundial y en plena revolución mexicana, organizando una máquina de sabotaje ineficaz que, al ser descubierta, provoca su expulsión al considerarse persona non grata. Su don de gentes lo hace colocarse a las órdenes de Hindenburg y después a las del ‘Cabo Bohemio’, no obstante combatir a la ideología nazi, situación que lo aleja de Alemania para ser destinado al extranjero como embajador.

Se le considera como quien dió los primeros pasos para celebrar el pacto ruso-germano de 1939, sin embargo su arma preferida, la intriga, lo alejo del éxito, siendo procesado en Nuremberg al final de la guerra». «El secreto de los éxitos alcanzados por aquel hombre estribaba en su habilidad por crear una atmósfera radiante de verdad, mientras él lanzaba deliberadamente su mentira».

73. «Secretos de la II Guerra Mundial» de Selecciones del Reader’s Digest. Contiene una selección de 49 historias de espionaje y contraespionaje, donde las armas que se emplean son el cerebro, la astucia, el valor, el heroísmo y mucha suerte. El estilo sintético de los escritos de Selecciones no es el mejor, sin embargo las historias contienen datos precisos e interesantes que no son del dominio del gran público.

   74. «El senador Joe McCarthy» de Richard H. Rovere. El senador por Wisconsin Joseph Raymond McCarthy Tierney se cenó a todos, aunque al final se indigestó, «fue el primer norteamericano que jamás fuese analizado y descrito como amenaza para las buenas relaciones entre las naciones. Fue el primer norteamericano en ser efectivamente odiado y temido por extranjeros en grandes números», «el más talentoso demagogo», el «sedicioso más audaz», «el político norteamericano que supo llegar en forma más pronta y segura a los rincones sombríos del espíritu del norteamericano», el angelito «pisoteó grandes partes de la Constitución de los Estados Unidos», «Usurpó la autoridad ejecutiva y judicial cada vez que le vino en gana», «Ejerció enorme influencia sobre la política exterior norteamericana en un momento en que tal política influía pesadamente sobre el curso de la historia universal», «vivió despreciando absolutamente al Congreso del que era miembro», «En Wisconsin era conocido como político barato, de métodos ruidosos y vulgares». Bueno, tampoco se trata aquí de presumir, nosotros también tenemos nuestros legisladores innombrables, ¿qué no? Por último, el señor McCarthy se volvió epónimo, “sinónimo de lo odioso de la difamación sin fundamentos, de la calumnia infame”, «todo lo que es iliberal, represivo, reaccionario, oscurantista, anti-intelectual, totalitario o simplemente vil, será macartismo».

    75. «El Cisne Negro. El impacto de lo altamente improbable» de Nassim Nicholas Taleb. Don Nassim no se anda con sutilezas y explica a qué llama Cisne Negro: «es un suceso con los tres atributos que siguen: 1/o. Es una rareza, pues habita fuera del reino de las expectativas normales, porque nada del pasado puede apuntar de forma convincente a su posibilidad. 2/o. Produce un impacto tremendo y 3/o. Pese a su condición de rareza, la naturaleza humana hace que inventemos explicaciones de su existencia después del hecho, con lo que se hace explicable y predecible». ¿Y por qué son importantes estos ánades sin plumas? Porque «una pequeña cantidad de Cisnes Negros explica casi todo lo concerniente a nuestro mundo, desde el éxito de las ideas y las religiones hasta la dinámica de los acontecimientos históricos y los elementos de nuestra propia vida personal», la Ley de Pareto (el 80 % de las consecuencias provienen del 20 % de las causas) del nuevo milenio: «La ocurrencia de un suceso altamente improbable es el equivalente de la no ocurrencia de uno altamente probable». «La idea central de este libro es nuestra ceguera respecto a lo aleatorio, es fácil darse cuenta de que la vida es el efecto acumulativo de un puñado de impactos importantes». «La lógica del Cisne Negro hace que lo que no sabemos sea más importante que lo que sabemos, lo que sabemos puede ser por completo intrascendente». Hasta este punto, si alguien me pregunta por cuál libro empiezo de los que se han glosado, yo le contestaría que por este, claro que dependiendo de sus propios objetivos y hasta que lea las 100 glosas que nos ocupan. Y antes de contestar le diría que me diga el nivel de su «arrogancia epistémica, aquella que mide la diferencia entre lo que uno realmente sabe y lo mucho que piensa que sabe; el exceso implica arrogancia, el defecto, humildad; el epistemócrata es alguien de humildad epistémica, que cuestiona en grado sumo sus propios conocimientos». Junto con Taleb quizás llegue usted a pensar: «Mi primera sorpresa fue descubrir que los militares pensaban, se comportaban y actuaban como filósofos…la buena política de Defensa es aquella que consigue eliminar los posibles peligros sin recurrir a la guerra…la gente que se dedica a la Defensa desea entender la epistemología del riesgo».

     76. «La historia oculta de la especie humana» de Michael A. Cremo y Richard L. Thomson. Los autores no le discuten a don Darwin que provengamos de homínidos, si no que «en los actuales relatos de los orígenes humanos no se explica con precisión dónde, cuándo o cómo el Australopithecus dio origen al Homo habilis o cómo del Homo habilis surgió el Homo erectus o cómo el Homo erectus dio origen a los modernos seres humanos» y no sólo eso, sino que «la idea de una evolución progresiva del tipo humano a partir de antepasados simiescos ha determinado la aceptación o el rechazo de todo testimonio. ¿Los testimonios que contradicen la idea de la evolución humana son pasados por un tamiz negativo”, hasta en eso nos miente el estamento del poder mundial?

    77. «Todo lo que debería saber sobre el crimen organizado en México» del Instituto Mexicano de Estudios de la Criminalidad Organizada, A. C. Los autores van directo y a la cabeza con sus conclusiones, que además saltan a la vista de aquel que quiera verse la nariz: «La causa central del crecimiento explosivo de la delincuencia es que en México (y el mundo) el crimen ha sido organizado, promovido y protegido desde el Estado» con «Formas institucionalizadas de corrupción».

    78. «El libro negro del Vaticano. Las oscuras relaciones entre la CIA y la Santa Sede» de Eric Frattini. «El telegrama estadounidense en el que se analiza la política informativa del Vaticano, critica como fuente de los conflictos informativos a una ‘jerarquía centralizada que toma decisiones descentralizadas’. El Vaticano es muy jerárquico y el papa es el responsable en última instancia de todas las decisiones. Esta estructura refleja la creencia en el principio de ‘subsidiariedad’: dejar las decisiones al más próximo y mejor informado sobre una cuestión particular. En la práctica, sin embargo, la subsidiariedad puede limitar la comunicación horizontal por la eliminación de consulta entre pares y revisiones. Este enfoque también promueve un enfoque centrado en cuestiones específicas a expensas del panorama general. La comunicación actual de la Iglesia se centraba en el contenido de una decisión, en lugar de hacerlo en su impacto público. Los funcionarios de los distintos órganos de las iglesias se ven a sí mismos como defensores de sus problemas, sin tener en cuenta su impacto sobre la Iglesia en su conjunto. El resultado es un proceso en el que sólo un puñado de expertos son conscientes de las decisiones inminentes y aquellos se convierten en defensores, en lugar de asesores imparciales del papa». Pobrecito don papa, sus “príncipes” lo rebasan por la izquierda.

    79. «La psicología de la mentira» de José María Martínez Selva. «El objetivo de este libro es describir la conducta del mentiroso, pero también la de quien quiere descubrir la verdad», matizando que «es preciso que se pueda mentir porque, en caso contrario, no habría cortesía o las relaciones humanas no serían fluidas o suaves». -Qué bien te ves hoy, amiga! (pinche vieja, parece que se acaba de levantar), ups. La verdad es la verdad, aun cuando la diga un mentiroso, ¿qué no? «Saber si nos dicen la verdad nos preocupa a todos y no existe ninguna técnica, instrumento o sistema, ya sean humanos o mecánicos, que permitan saber de forma infalible si alguien está mintiendo», ni el polígrafo ni don Carl Lightman de la serie «Lie to me» (Carlos el Hombreluz y «Miénteme», pa’ los cuates).

80. «Norberto Rivera el Pastor del poder» de Bernardo Barranco. Este vomitable libro (no por quien lo escribió, sino por las acciones llevadas a cabo por el personaje del cual se escribe), se glosa con lo que un marqués dijo hace años (para mayores señas, su marquesado era llamado ‘de Sade’) en su «Filosofía en el tocador», al hablar de sacramentos (signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina): «…de los que el más indigno y abominable de todos es aquel por el cual un sacerdote, manchado de delitos, tiene no obstante el poder, por virtud de ciertas palabras mágicas, de hacer que Dios se haga presente en un trozo de pan». Por qué Dios se vale de un «cardenal (que) encarna al obispo sinuoso, rodeado de lujos, protector de pederastas, centavero, solapador a conveniencia propia y de sus amigos: ¿actores de doble moral dentro y fuera de la iglesia», para enunciar su verdad? Y a quienes la promesa bíblica de la segunda venida de Cristo debiera asustar más que a nadie.

81. «La mamá de Kepler. Y otros asuntos científicos igual de apremiantes» de Sergio de Régules. Excelente manera de abordar los temas importantes: con humor sarcástico, en contraposición con la rígida postura escolástica. Contiene temas tan acuciantes como: «Obvio, evidente, archisabido… y falso», «Cómo defender bien ideas malas», «En hombros de payasos», «La observación afecta lo observado». Don Sergio nos habla de cosas tan obvias como la existencia de «personas que oyen colores», de que la «física es una búsqueda de la simplicidad, de máxima eficacia con un mínimo de recursos, de frugalidad fecunda, de una estética minimalista», nos habla de las obviedades que observó Copérnico, ya que «alegaba que los cálculos astronómicos se simplificaban si uno ponía el Sol en el centro del universo y la Tierra girando a su alrededor en vez de lo contrario», blasfemia!, claro que «El astrónomo polaco se evitó controversias muriéndose convenientemente el día en que salió su libro de la imprenta». Se trata de un libro que te abrirá los ojos a otro tipo de pensamiento, entendiendo que «La vida es fácil porque a veces nos obliga a pensar», «quien tiene la autoridad no necesariamente tiene la razón» o «En tanto no forme consenso, una opinión no tiene el sello de la ciencia», obviando que «hay que tener la mente abierta, pero no tanto que se te salgan las ideas».

82. «Las finanzas secretas de la Iglesia. Intrigas, escándalos y corrupción en la jerarquía católica» de Jason Berry. «Este libro deja muy claro que en la Iglesia católica los desaciertos se premian constantemente». 551 páginas de información pura y dura, que no ataca al dogma, claro, Gómez Farias dixit. Las franquicias que otorga el Vaticano en forma de parroquias, iglesias, conventos, etc., para que las administren obispos y cardenales están en crisis. «El senador estatal Tom Patton ayudó a derrotar una moción en nuestra legislatura destinada a retirar la ley de prescripción en casos de pederastia, contra el cual los obispos de Ohio habían hecho fuerte cabildeo», será que los representantes de Dios en la Tierra se atrevan a usar las limosnas para defender legalmente su pasatiempo favorito: ¿los “campos” de golf de 10 hoyos?, los de 18 para arriba no les gustan, creo.

83. «Drogas» de los doctores Cynthia Kuhn, Scott Swartzwelder y Wilkie Wilson. Los autores de entrada nos aterrizan: «Una droga es cualquier sustancia química que ingresa al organismo y cambia el estado mental o una función corporal», así que no le crea mucho a lo que le dice al oido el azúcar, el café, el té o el cigarro, por no hablar de las otras y para que sepa, entre otras cosas, que el «primer criterio de la adicción es que los individuos los tomen a pesar de no necesitarlos médicamente y de conocer sus consecuencias negativas para la salud», qué tanto es tantito, no?

84. «Muchos Méxicos» de Lesley Byrd Simpson. Este libro «refleja la contradictoria fascinación y el asombro que produce en los extranjeros el pasado y el presente de México», pues claro, qué es eso de que si están duras las tortillas se llamen tostadas, que si están enrolladas tacos, pero si están enrolladas y fritas se llamen flautas, si están redondas y blandas picadas o sopes, si están cortadas y fritas totopos, si dobladas, rellenas y con salsa enchiladas, pero si concentras la masa y la envuelves en hoja de maíz o plátano se llamará tamal, pero si la disuelves ahora se llamará pozol o tejuino, pero si dejas el maíz en grano con una ensalada encima se llamará pozole, teniendo como único límite la imaginación, Bob Esponja dixit. Esta obra es un estudio sociológico del Mexicano y de quienes tienen la (des) gracia de convivir a su lado y con su peculiar idiosincrasia.

85. «Los narcos gringos. Una radiografía inédita del tráfico de drogas en Estados Unidos» de J. Jesús Esquivel. Lea este libro bajo su propio riesgo, ya que puede hacerlo pensar en una imposibilidad: ¡que también nuestros primos del Norte tienen cárteles de la droga en su territorio y no integrados por colombianos o mexicanos! Si no le teme al tema lea sobre «El narco gringo que quiso ser narco mexicano», «Narcopandillas y narcomotociclistas», «Narcocamioneros», «Los narcos afroamericanos», «Los narcos sajones» y un largo etcétera de «sorpresas». Si usted busca lograr «estados alterados de conciencia», «Viajar a Ixtlán», vivir «Una realidad aparte» o saber qué diablos le enseñó don Juan a Carlos Castaneda, no vaya usted a gringolandia, ellos nos dicen que en su país no venden drogas, que ni cárteles hay.

86. «El Vaticano contra Dios» de «Los milenarios». Ay nanita, ¿será que los «príncipes» de la Iglesia con su «representante» de Dios en la Tierra sean tan peligrosos e intolerantes como para obligar a quien escribe sobre el color de los calzones que usan estos «iluminados» a ocultar hasta su identidad? No lo creo, ya que «Los Milenarios es un grupo de prelados del Vaticano a los que varias décadas de ministerio cerca de la cúpula de la jerarquía curial han servido para la investigación que refleja este valiente libro», con analogías para explicarse como la siguiente: «El juego de palacio se inspira en el de la oca (el título mexicano de este juego de «serpientes y escaleras» explica mejor): si uno va a parar a la casilla del Santo Oficio, retrocede seis espacios; si cae en la masonería, adelanta una vuelta, si en el de la audiencia pontificia, tres casillas; si en el de la reivindicación de algún ascenso, amonestación y retroceso total; si en el de la mesa papal, recta final; si en el de la competencia entre emergentes, se echa un solo dado… El juego sigue libremente adelante sin árbitro, pero, como contrapartida, hay muchas arbitrariedades y muchos codazos». «El tribunal de la Sacra Rota había ordenado el secuestro de esta obra en la librería vaticana y el proceso de monseñor Marinelli, uno de los autores». Chanfle, ¿dónde acomodo aquí a Juan 8:31-32 y su “la verdad os hará libres”?

87. «El misterio de las catedrales» de Fulcanelli. Si usted no podía dormir por no saber qué es la hermenéutica o el hermetismo, quiénes son los hermanos de Heliópolis, si ya se solucionó, loa a Dios, el misterioso Verbum dimissum y si usted no ha llegado a la cima del Conocimiento, negándose a obedecer las órdenes del Destino, ni se preocupe el libro solo tiene 201 páginas, pero eso sí crípticas, densas, umbrías, solo para los ojos del iniciado; creo que va a necesitar por lo menos a un mentor o de plano a un cicerone para que le (nos) explique.

88. «Los mitos que nos dieron traumas» de Juan Miguel Zunzunegui. El autor nos susurra desde el diván «cinco sesiones para superar el pasado», ese que inició «El 13 de agosto de 1521, defendida heroicamente por Cuauhtémoc, cayó la plaza de Tlatelolco en manos de Cortés. No fue un triunfo ni una derrota, fue el doloroso nacimiento del pueblo mexicano que somos ahora». De la mano de Zunzunegui entenderemos, a contrario sensu de la historia oficial, que sucedió en México una conquista hecha por indígenas, una independencia hecha por criollos, una revolución ganada por aristócratas, un país conservador que honra a sus próceres liberales, un pueblo guadalupano que alaba el laicismo, una democracia sin demócratas, una partidocracia sin ciudadanos… un pueblo sin memoria. Con Zunzunegui entenderemos que «Mirar al pasado ayuda a comprender la vida, pero sólo voltear al futuro ayuda a vivirla». No le tema al psicoanálisis, tal vez descubra que la verdad no es tan aterradora.

89. «La DEA en México» de J. Jesús Esquivel. Si a usted no lo espantan con la sábana del muerto sepa que «el 26 de enero de 1974 se formaliza la presencia y las actividades policiales en territorio mexicano de los agentes de la DEA» y comenzamos a entender que dichos agentes «no son ni la solución ni los redentores del problema del narcotráfico mexicano. Su presencia en México y la misma fundación de la DEA son resultado del fracaso de la Casa Blanca y del Capitolio para encontrar una solución a un problema de educación y de salud pública» y quizá concluya usted como don Esquivel que «La guerra contra las drogas es pura mierda» o que «Sin la demanda de drogas no habría negocio para los narcos», narcos para quienes el negocio de las drogas puede convertirse en un pasatiempo de sus verdaderas actividades ilícitas y que sí afectan significativamente al ciudadano de a pie, a saber: cobro de derecho de piso, secuestros, extorsiones, terrorismo, falsificación de moneda, piratería, asaltos al transporte de mercancías, robo de autos, cooptación de autoridades y un largo etcétera de delitos conexos al narcotráfico (más de 20) que lesiona y pervierte, que lástima y subvierte el tejido político-social. Si a mí me preguntarán: «Oiga, cómo combatiría usted al narcotráfico», yo contestaría con una paradoja: «Para combatir al narcotráfico, debe dejarse de combatir al narcotráfico y concentrarse en el combate directo a los delitos conexos del narcotráfico y a sus recursos financieros, y de paso a la obtención de sus herramientas y a impedir, o al menos, obstaculizar las actividades de su base social, como son los narcocorridos, las narcoseries y la apología de la violencia».

90. «Mentiras fundamentales de la Iglesia Católica» de Pepe Rodríguez. Acompañemos a don Pepe en su «análisis de las graves contradicciones y manipulaciones de los textos bíblicos y de la figura del Jesús histórico», grave acusación de no ser cierta. O usted les cree a los teólogos eso de que Dios es tres en uno, pos ni que fuera aceite o el cuarto mosquetero de una historia que nos dice que sólo eran tres. Desnudemos, junto con el autor, al libro de libros: «La Biblia es un completísimo catálogo de castigos brutales aplicados sobre aquellos, personas o pueblos, a quienes Dios, exultante de sagrada ira, consideró culpables de vulnerar alguno de sus mandatos, un ser inmisericorde e injusto con los inocentes y con los ajenos a su pueblo, mientras que reboso indulgencia ante las masacres, delitos y abusos gravísimos perpetrados por los suyos». «- Mi General, no podemos cumplir su orden, no podemos matarlos a todos, entre ellos hay cristianos. -Mátenlos a todos, Dios reconocerá a los suyos». ¡Recórcholis! Jesús supuestamente dijo: «La verdad os hará libres» y la Puta de Babilonia se ha encargado de ocultarla, tergiversarla, maquillarla y acomodarla en su beneficio con sínodos a modo, ¿verdad don Constantino? Pues claro, qué se puede esperar de una institución y de unos individuos que se muestran travestidos en ceremonias eucarísticas, física y emocionalmente hablando.

91. «La Puta de Babilonia» de Fernando Vallejo. Antes de ofendernos y pegar el grito en el cielo, «recordemos» que la «terrible» palabra «puta» en sus inicios fue un eufemismo para designar a las féminas que se dedicaban, y se dedican aún, a Dios gracias, al noble oficio de contribuir a la catarsis social (de gigolos por accidente hablaremos luego). Mauricio Feres Yazbek, mejor conocido como Mauricio Garcés, lo entendió bien y, para no meterse en honduras, les llamó simplemente zorra, perdón, «arroz». Pero yo no, ya que estoy convencido de que «Nadie que haya subido por esa jerarquía de ignominia que va de cura a obispo (ojo que no escribió «padre»), de obispo a arzobispo, de arzobispo a cardenal y de cardenal a papa (aquí ni cómo ayudarlo, ni modo de decirle «representante de Dios en la Tierra») puede ser bueno». Qué denso, maestro. Además de que, según me dijo la vecina chismosa, ese adjetivo calificativo les fue endilgado por el pueblo que más ha sufrido el ascenso de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. ¿Más? Permítame: » ‘Hasta donde puedas, agrega la razón a la fe’, escribió Boecio. En esa frase aparentemente inocua está la semilla del máximo engendro de la Edad Media, la escolástica, una filosofía pantanosa de sutilezas estériles, escrita en mal latín y puesta al servicio del oscurantismo teísta de los papas». Y te preguntarás: ¿es que acaso Dios existe? Vallejo te contesta: «Claro que Dios existe! Es un viejo malo y feo, vengativo y rabioso, muy proclive a la maldad y con las tripas podridas de rencores», pues claro, ¿o usted como padre-dios-todopoderoso-omnipotente-ubicuo-todas mías-chingón-lomo plateado-guaraches de suela de llanta-el que se echa el trompo a la uña-el que voltea tazos de un solo chingadazo-el que esquiva la chancla de mamá, mandaría a su hijo a la Tierra para que una bola de palurdos lo maltraten, sobajen, flagelen, alancen, escupan y denuesten? Pero, eso sí, sólo para que todos se vuelvan buenos y muestren la otra mejilla y entreguen no solo la capa sino hasta las chanclas apestosas que usan y que perdonen todo abuso, todo gravamen, pero con la promesa de un lugar asegurado en el paraíso, si te arrepientes a tiempo, claro. Yo no.

92. «República Pacheca. Crónica de la mariguana en México: 1492-2015» de Enrique Feliciano H. Perdón don Quique, me acordé del chiste aquel que cuenta: -Hay amor, este hotel me trae grandes recuerdos, aquí cogí con mi primo Enrique. – ¿Aquí qué? – Ándale, a ese. ¡Plop! Pero pongámonos serios, el autor aclara en su presentación: «República Pacheca no es una invitación a fumarse un toque de mariguana. Es un llamado a debatir abiertamente, sin prejuicios y sin encargos oficiales, la legalización de la mota para uso medicinal, manufacturero y recreativo». De pachuco a Pacheco, una letra media, ¿verdad TinTan? Feliciano nos habla de celebridades que celebran en compañía de doña Mari, como Ángel Agustín María Carlos Fausto Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara y Aguirre del Pino (Agustín Lara pa’ los cuates): «cursi y pacheco conoció el pecado en la adolescencia y sucumbió a lo inevitable: le gustó, a los 13 años ya había aspirado el aroma acre de los burdeles y, tiempo después, supo del diluvio de estrellas que provoca la yerba, la herida en la mejilla izquierda (que enamoró a La Doña) se la produjo una suripanta enamorada de él en un arranque de celos». Ramón del Valle-Inclán, contertulio de Unamuno, Pío Baroja, Machado y otros, decía de la mariguana: «me ahorra el trabajo de regresar a mi casa cuando salgo del café a las tres de la madrugada, porque simplemente ordenó: ‘que se eche a andar la calle y que mi casa venga a mí’, y mi casa se me va acercando como un barco». TinTan «fumaba mota, se echaba sus alipuses, era un eterno bohemio. Germán nunca ocultó su apego a la mariguana y a la vida disipada rodeado de mujeres». Francisco José Hernández Mandujano, mejor conocido como el Chico Che, además de «Quen pompo» y «Perdóname mi amor por ser tan guapo», escribió «La mata de mota». El Púas Olivares, «a los 12 años le tosté las patas al Chamuco, si estábamos reunidos no falta el maldoso que saque su materia de seducción». Frida Kahlo (quién iba a apellidarse Kuhlo, pero un aduanero mexicano no se lo permitió a su padre), no sólo fue dolor, pasión y sufrimiento… También fue divertida, ingeniosa, mal hablada, creativa y una dama que solía burlarse de los intelectuales (entendía sobre arrogancia epistémica), de la muerte y de la vida. Pero también una mujer que fumaba mariguana, era bisexual y comunista…».  Rigo Tovar, solo pidió perdón una vez, y no fue por ser mariguano, sino por ser guapo. Diego Rivera declara sin tapujos: «aprobamos fumar mariguana para llegar así a la excelsitud de los plásticos de la antigüedad pregachupina de México» y así se inició la sana costumbre de que «los pintores dejan olor a mariguana, alcohol y cola». Octavio Paz (¿cómo, él también?), celebró a sus musas con pasteles de hachís, invitando (embarrando) a Mario Vargas Llosa, Miguel Ángel Asturias, Guillermo Cabrera Infante, José Emilio Pacheco, Antonio Cisneros, José Carlos Becerra, Carlos Monsiváis, Sergio Pitol, José Donoso, Fernando del Paso», a la mucama y hasta el chamaco que les boleaba los zapatos. García Márquez «dormía en burdeles y fumaba mariguana». Y mejor ahí le paró, no vaya a ser que el primo de un amigo también le quemaba las patas el Chamuco.

    93. «El legionario de Cristo. Abuso de poder y escándalos sexuales bajo el papado de Juan Pablo II» de Jason Berry y Gerald Renner. Los autores nos aclaran: «Marcial Maciel Degollado es el símbolo más representativo de una cultura eclesiástica corrompida por la hipocresía sexual. Cómo hizo para eludir el castigo durante décadas es un modelo de relativismo moral en una iglesia colmada de vergüenza». Maciel, fundador de «la Legión de Cristo», representa «el aspecto delictivo de la cultura eclesiástica». La incógnita es: un Dios Todopoderoso o su «representante» en la Tierra para qué necesitaría acólitos como este ser impresentable, pedófilo (trastorno psiquiátrico en el que el afectado tiene excitación o placer sexual a través de actividades o fantasías sexuales con niños o jóvenes) y luego pederasta (persona que consciente del daño y el delito que comete pasa del deseo y la fantasía a la acción cometiendo así el abuso sexual infantil), ladrón contumaz, mitómano, farmacodependiente, manipulador, una hez de persona, para lograr sus fines? Designios incognoscibles del Señor, amén.

    94. «Homo videns. La sociedad teledirigida» de Giovanni Sartori. Don Juanito no se anda con sutilezas y nos advierte: «El primado del ver, el primado de la imagen, empobrece el conocer y del mismo modo debilita nuestra capacidad de gestionar la vida en sociedad, estamos perdiendo el lenguaje abstracto y la capacidad de abstracción sobre la cual se fundan nuestro conocimiento y nuestro entendimiento», al menos como lo conocemos, diría yo. Y parafrasea: «Déjame oír cómo sabes hablar y te diré quién eres». Alejemos a los niños de las pantallas y acerquémoslos a los libros, porque si no les va a pasar lo que a mí ya me pasó: un escuincle imberbe me tiró a la cara, noqueándome con su verdad: «¿Qué de divertido tienen los libros?»

95. «Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano» de Frédéric Martel. En su magistral libro, don Quico enumera, al menos 14 reglas de la Sodoma moderna: «1/a. regla. Durante mucho tiempo el sacerdocio ha sido la escapatoria ideal para los jóvenes homosexuales. La homosexualidad es una de las claves de su vocación. 2/a. regla. La homosexualidad se extiende a medida que se acerca al sanctasanctórum; conforme se asciende en la jerarquía católica, la proporción de homosexuales aumenta. En el Colegio Cardenalicio y en el Vaticano culmina el proceso de selección: la homosexualidad es la regla y la heterosexual la excepción». 5/a. regla. En la «Santa» Sede los rumores, las difamaciones, los arreglos de cuentas, la venganza y el acoso sexual son frecuentes. 10/a. regla. Los sacerdotes y teólogos homosexuales son mucho más propensos a imponer el celibato que sus correligionarios heterosexuales. Se obstinan en cumplir esta consigna de castidad, pese a que es intrínsecamente antinatural. 11/a. regla. La mayoría de los nuncios son homosexuales, pero su diplomacia es esencialmente homófoba. Denuncian lo que son. En cuanto a los cardenales, obispos y sacerdotes cuanto más viajeros, más sospechosos acaban siendo (¿será cierto ‘papa viajero’?). ¿Quiere saber más?, léase a don Martel y a sus 635 páginas que no tienen desperdicio para conocer el color de los calzones de los «príncipes» y demás porquería que pulula en la doble vida de quienes se reputan estar llenos de «santidad».

96. «Hitler» de Werner Maser. Me leí al Hitler de Maser (de 455 páginas) y no me supo explicar, o no lo ví, el ¿por qué un soldado que combatió como estafeta en prácticamente toda la Primera Guerra Mundial (4 luengos años), actuó hasta como Cabo únicamente y nadie se atrevió a ascenderlo mínimo a Sargento, estaría muy pendejo don Adolfo? Después encontré que los editores de la serie de libros «Rostros del mal», al hablar de Adolfo Hitler, señalan: «Es muy extraño que alguien que consigne la máxima condecoración del ejército alemán no sea ascendido más que a cabo, como él, y al parecer fue porque sus superiores consideraban que carecía de cualidades de mando». ¿Será? Imagínese si el cabo bohemio conquistó media Europa, qué hubiera podido conquistar si hubiera llegado a ser, no sé, capitán. Son las rarezas que confirman la regla, como bien lo demostró Rommel, quien conquistó lo que conquistó como Mariscal, sin haber pisado una escuela de Estado Mayor, cosa que no le perdonaron los espantados de siempre.

97. «Palabradicción» de Virgilio Ortega. Don Virgilio nos hace ver que «el logos o ‘razonamiento’ es la manera platónica de filosofar mediante el diálogo. Yo tengo mi logos y tú el tuyo y, al dialogar, enfrentamos mi logos con tu logos: dialogamos». El autor explica la pertinencia de usar a la etimología como fuente del conocimiento de las palabras que empleamos, en contraste con la propuesta de don Emeterio Elu Acha, quien en su libro «Eskribamos komo ablamos», preconiza el uso de la «eskritura fonetika» para «exponer algunas razones de sentido común que apoyan la conveniencia de establecer en nuestra escritura la fonética por sobre la etimología de las palabras». Gustos o conveniencias aparte, creo que la fonética ocupa un espacio y la etimología otro, usar el origen de las palabras (la etimología) para comunicarnos es más importante y rico que escuchar el «chisme» (la fonética) que se dice sobre ellas. Saber de dónde viene una palabra y porqué la usamos como la usamos, es más importante que lo que simplemente se dice sobre ella. Saber sobre la realidad de las raíces de una planta es más importante, para el analista, que observar sus flores, ¿qué no? Dicho de otro modo y según Guido Gómez de Silva en su «Breve diccionario etimológico de la lengua española»: «La etimología es la historia de las palabras, es con frecuencia la historia de las cosas y por tanto de la civilización. La etimología puede servir de ‘puente’ o recurso mnemotécnico para recordar palabras recién aprendidas», la fonética se escucha «chido», pero hasta ahí.

98. «Sobre la libertad» de John Stuart Mill. La tesis central de este libro es que sobre sí mismo, sobre su cuerpo y sobre su mente, el individuo es soberano. Defiende al individuo contra la tiranía de la mayoría, en la que, a través del control de la moral, la sociedad se convierte en un poder no electo, despótico además. Stuart Mill nos hace ver que: «El rehusarnos a escuchar una opinión porque estamos seguros de que es falsa, es lo mismo que suponer que nuestra certidumbre es igual a la certidumbre absoluta. Toda supresión de una discusión, es una suposición de infalibilidad. Su condena puede basarse en ese argumento común, que no es peor porque sea común» (falacia ad populum). «Las personas que se encuentran en situación más afortunada, porque sus opiniones se discuten a veces, y están acostumbradas a que se les corrija si están equivocadas, sólo sienten la misma confianza ilimitada acerca de las opiniones que comparten todos los que las rodean o aquellos a quien habitualmente respetan» y remata: «La única libertad que merece ese nombre es la de buscar nuestro propio bien, mientras no intentamos probar a otros de ese mismo bien o estorbar sus esfuerzos por alcanzarlo».

99. «De animales a dioses. Breve historia de la humanidad» de Yuval Noah Harari. El autor nos aterriza desde ya: «Presumiblemente, todo el que lea este libro es un Homo sapiens» y nos advierte: «la verdad es una prueba inadecuada para el conocimiento. La prueba real es la utilidad» (¿utilitarismo del siglo XXI?), entendiendo que «el utilitarismo es una teoría ética que trata de diferenciar el bien del mal al enfocarse exclusivamente en los resultados de las acciones. Es una versión del consecuencialismo. El utilitarismo determina que la opción más ética es la que produce el mayor beneficio para el mayor número de personas». Habrá que masticarlo para entenderlo. Harari nos hace ver que somos el resultado del fracaso del otro, somos el triunfo colectivo por sobre al menos seis especies de humanos que caminaron sobre la Tierra, ya que: «El fuego nos dio poder, la conversación hizo posible que cooperáramos, la agricultura alimentó nuestra ambición, la mitología sostuvo la ley y el orden, el dinero ofreció algo en lo que confiar, las contradicciones crearon la cultura y la ciencia nos hizo imparables».

      100. «La Biblia del lenguaje corporal» de Judi James. Y como no sólo de palabras vive el hombre, ahora invito a «interpretar los gestos y las expresiones de las personas» de la mano de Judi para saber que «El lenguaje corporal afecta de un modo extraordinario al bienestar emocional y mental» ya que «Como mecanismo de comunicación el lenguaje corporal supone más del 50% del impacto recibido de todos los mensajes recibidos cara a cara». Y que no le preocupe su aparentemente dificultad, ya que «todos somos expertos en el lenguaje corporal, lo leemos sin cesar a partir de los quince minutos de haber nacido», lo que pasa es que nadie nos da un diploma por eso, y ni lo necesitamos, por cierto. Dejemos de preocuparnos por no poder invertir en la bolsa de valores, los libros son una mejor inversión.

    Estos son entonces los 100 libros que nuestro amigo Cisne tiene estacionados dentro de una elegante vitrina.         Indudablemente, existen no 100, mil más para leer, como sea en este nuestro Laboratorio de Ideas para la Defensa y Seguridad ya leímos las glosas de cien.

Último patrullaje.- y después de anunciarse la inminente llegada de Ronald Johnson como Embajador del Gobierno de EEUU en México los aspirantes a Spy ya arrojan solicitudes al buzón del patriota Boina Verde; y vaya que es tema.

Balazo al aire.- !OMG¡ (oh my god).

Gregueria.- Ziryad, ayúdame a decirle de mi AMOR…espero.

Oximoron.- inmóvile voy a ti.

Haiku.- debajo de la nube

estás tú, bella.

Tú, merced de mi vida.