En el análisis podría sentenciar que el caso de Tamaulipas es un escándalo similar al culiacanazo por su torpe manejo, falta de plantación y fracaso absoluto. Todo parece superficial y sencillo de acuerdo a lo que le conviene al gobierno informar. Es tratar de aprehender a un gobernador en ejercicio (lo que constituye un ataque nuevo a la legalidad constitucional) para favorecer un impacto mediático antes de las elecciones.
Es un motivo más de distracción para no atender cómo se debe, entre otras cosas, al colapso del Metro y la terca determinación de apoyar a Ebrard, Delgado, Sheinbaum y Serranía por sobre los cadáveres de los usuarios de esa noche. Nada hasta el momento se le ha comprobado a Francisco Javier Cabeza de Vaca aún cuando se le congelen sus cuentas. Las indagatorias son tan débiles como su operativo. Pero este asunto va más allá.
El gobierno federal intentó enviar al Estado de Tamaulipas, en un “sorpresivo” ataque a la Casa de Gobierno, a más de 40 ministerios públicos para “peinar” la capital y Ciudad Victoria para localizar al mandatario estatal. El operativo sería soportado por unos 500 elementos de la SEDENA y evitar con esto cualquier reacción que pudiese darse desde la oficina de Cabeza de Vaca.
El asunto llamó poderosamente la atención a los órganos de inteligencia de los Estados Unidos quienes confirmaron que Cabeza de Vaca disponía de algo más de cuatro mil efectivos de la policía local para defender la soberanía del Estado y enfrentar cuerpo a cuerpo a los militares.
El conflicto civil alarmó a los vecinos norteños y más cuando es el propio amlo quién despierta día con día el ambiente de crispación. Desde allá tomaron contacto con altos mandos de la SEDENA para prevenir el crecimiento de la violencia e inestabilidad social en la misma frontera, zona de fuerte impacto por las tareas que emprenden las bandas delincuenciales y del narcotráfico.
Por ello recularon los “verdes” poniendo en antecedentes al poder judicial y ejecutivo sobre las consecuencias de un acto de esta naturaleza. Este es el segundo evento fallido de amlo por tratar de emprender acciones espectaculares que abonen a su imagen, sólo a eso. Y no se trata de defender a Cabeza de Vaca que de ser cierta su participación en la “delincuencia organizada” y el saqueo de las arcas públicas deberá pagar y caro pero siempre y cuando se aplique el Estado de Derecho y no los caprichos de venganza del tabasqueño.
No olvidemos que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ratificó el fuero constitucional del que goza Cabeza de Vaca aunque varios ministros, incluyendo a Arturo Zaldívar visitaron Palacio Nacional para ventilar asuntos, entre otros, el de Tamaulipas y la prolongación del cargo del Zaldívar, hecho que despertó la ira de juristas y académicos al sentir una sumisión y sometimiento del poder judicial al ejecutivo.
El propio presidente está desdibujando los límites de la legalidad, cuestiona al Estado de Derecho, se mueve mediaticamente bajo amenazas y deja de cumplir con sus responsabilidades ante los asuntos urgentes del país.
“El enemigo lo tenemos en el poder judicial” pronunció enfático el Secretario de Marina, enviado por amlo, como mensajero para presionar el cumplimiento de su capricho en Tamaulipas. Como también Ricardo Monreal manda a sus incondicionales a pisar medios de comunicación para congratularse con amlo y tocar las puertas de la acusación otra vez contra Calderón y Peña Nieto.
Que pronto se le olvida a amlo cómo y de qué manera se defendió con el pretendido desafuero cuando fue Jefe de Gobierno de la capital. Ahora actúa con el impulso no racional que lo caracteriza pero es tan ambivalente, tan bipolar, tan insensato que mientras trata el asunto de Tamaulipas anuncia que antes de que termine el año se rifará un palco en el Estadio Azteca. Así dice gobernar y así lo toleramos.
Conductor del programa VaEnSerio MexiquenseTV canal 34.2