¡En este pueblo están prohibidos los martillos!

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    Hoy, mediante alegorías, explicaré cómo es que el pueblo y Gobierno de los Estados Unidos entiende y por ende justifica el asunto de “la venta y uso de las armas de fuego”.

    Grover, Wyoming; 1959; Ted Mc’gortman, contratista venido de west Virginia llegó a esa población para iniciar trabajos de remodelación en la iglesia del pueblo, ya dentro del edificio fue a su camioneta para bajar las herramientas y, desde ese momento, comenzar su quehacer.

    Ted, heredero de una tradición de carpinteros irlandeses se alegró pues la mayor parte de su naciente obra seria de “carpintería” cosa que lo hizo comenzar a tararear mientras acomodaba sus (finas) herramientas, más, cuando buscó su martillo se dio cuenta que ese no venía en la caja.

    El maestro carpintero lo primero que hizo al otro día fue ir a la tienda del pueblo para además de hacerse de víveres comprar ahí martillo y centenares de clavos, ya frente a un maduro, alto colorado y sonriente propietario Ted le dijo.

    -señor, necesito comprar un martillo de orejas forjadas marca Stanley, así como un millar de clavos para madera- justo cuando el contratista dijo “martillo” el antes sonriente vendedor cambió sus gestos faciales y, en voz alta buscando ser escuchado por quien estuviera dentro del almacén dijo “!en mi almacén NO se venden martillos¡” aunque luego de haber dicho eso el mismo vendedor dijo ya en otro tono -¿cuántos clavos va a  necesitar?-.

Mc’Gortman, tuvo como primer impulso salir de la tienda pero recordó que Cheyenne, la ciudad capital,  estaba a más de 4 horas y que ese pueblito donde ahora estaba era el único lugar donde encontraría herramientas y refacciones, por ello respondió -un millar de clavos para madera-.

    Esa tarde el maestro carpintero ya trabajaba sobre la escalera, mientras quitaba y ponía hojas de triplay en su mente se repetía la agresiva respuesta del tendero -!aqui…en este pueblo NO se venden martillos¡- por ello, en teniendo la oportunidad de preguntarle al Pastor de la Iglesia que lo contrató primero, el porqué de la respuesta del vendedor y segundo ¿porqué no se venden (en el pueblo) martillos? lo hizo entonces, y la respuesta obtenida por el religioso vaya que le pareció dos rayas arriba de lo insólito, lea usted.

    -Hace cinco años sucedió la tragedia más escandalosa que este Estado ha vivido, y ve que ya me fui hasta todo Wyoming- comenzó diciendo el Pastor, y continuó -Jhon Shoster, granjero local, veterano de la guerra de Corea se recuperaba de una nueva enfermedad “estrés post traumático”. Shoster estuvo 2 años como prisionero de guerra en Kijöngdong, ahí sufrió lo inenarrable; decir que siempre estuvo con el agua arriba de la cintura y que se alimentaba de arroz y animales que atrapaba del agua es lo menos- el Pastor hablaba y el carpintero lo seguía.

    -La leyenda cuenta que el sargento Jhon una madrugada, aprovechando que sus captores dormían después de una borrachera con aguardiente de arroz, libró de su jaula de bambú, corrió y corrió, y en el proceso de su fuga, con sus propias manos mató a 4 soldados coreanos que se fueron apareciendo en la ruta de su fuga, nunca dejó de correr hacia el sur- como el Pastor vió desatención del carpintero detuvo su narración y llevó la narrativa hasta Graver, el pueblo donde estaban.

    -el sargento John fue repatriado, milagrosamente sus heridas (externas) técnicamente fueron leves …pero- la atención del carpintero regresó a la narración del religioso.

-marqué un “pero” ya que aquí inició la tragedia- dijo el Pastor.

    -tres meses después de que John ya estaba en casa el diablo emergió en este pueblo- acá ya Ted Mc’gortman no quitó su atención -resulta que los familiares y amigos de la familia en solo horas echaron de menos a los miembros de los Shoster, los niños (3) no llegaron a la escuela, la esposa no se presentó a trabajar, no respondían llamadas telefónicas, eso hizo que el Alguacil en persona fuera a investigar-.

    Acá ya el maestro Mc’gortman tenía toda su atención en las palabras de quien afligidamente hablaba, así el Pastor siguió narrando -cuando Alguacil y ayudante llegaron a la granja inmediatamente vieron en las escaleras del pórtico al Sargento Shoster, en el primer golpe de vista todo parecía normal, pero, vaya sorpresa, ya a diez metros de distancia se disparó la adrenalina.

Resulta que John estaba literalmente bañado en sangre, la camiseta roja y sus brazos y cara empapados de lo mismo, menos de un minuto ocuparon los policías para entender que la sangre no era del sargento, fue el asistente del Alguacil quien entró y segundos después salió de la casa vomitando;el viejo policía intuyó lo peor.

Mientras los Policías nerviosamente seguían sus protocolos el Sargento John Shoster continuaba sentado en el primer escalón del pórtico, cuando el alguacil se percató de que el desquiciado veterano de guerra tenía en su mano derecha un martillo ensangrentado ese, digo pues, el Policía le gritó !tira ese martillo¡

“ellos regresaron por mi¡ el Comandante Ho-Lau y su pelotón me querían volver a meter la jaula” -acá, el instinto del veterano Policia trajo entendimiento, “el veterano enfermo tuvo una crisis, tal vez entre sueños o alucinaciones (…o los dos) volvió a su cautiverio, entró en pánico y cuanto ser humano se le atravesara seria el enemigo, y lo peor de la construcción de su crisis !esos, los soldados Coreanos imaginarios iban por él”.

No quisiera detallar el como el Sargento atacó a su mujer y pequeños hijos, si diré que siempre uso el martillo-.

Cierro esta alegría buscando no llevarlos a un esfuerzo de “Trying too Hard” y pues aterrizo.

-Empuñando su revólver y apuntando hacia él el Alguacil le ordenó al desquiciado soltara el martillo y se tirara al suelo, y como obviamente el veterano de Corea pensó que quien le gritaba era el enemigo pues nada, se abalanzó contra quien él veía como el Comandante Coreano que iba a someterlo; tres disparos en el pecho detuvieron toda agresión. Ahora. Vuelvo al quid.

El carpintero preguntó -Toda esta historia ¿que relaciona a la prohibición de los martillos en ese pequeño pueblo de Wyoming?

     Acá el pastor inmediatamente respondió, aunque lo hizo con otra pregunta -¿con qué entendió usted que el desquiciado ex sargento mató a su esposa e hijas?-  a lo que el carpintero respondió -con el MARTILLO que tenía el la mano- así fue -respondió el Pastor y dijo más-.

    -un mes después de la mayor tragedia del pueblo ellos, los pobladores vueltos asamblea dispusieron la total prohibición de MARTILLOS dentro del territorio, y aunque uno o dos, usando el sentido común buscaron razonar con lógica “el pueblo sabio decidió y, hay de aquel que no estuviera de acuerdo”-.

El carpintero, usando las pinzas perras como martillo terminó su trabajo.

Retomo la pregunta del carpintero ¿martillos vueltos armas? ¿martillos usados por mentes criminales? ¿Prohibición?.

Los martillos fueron inventados y mayormente usados para construir y ser utilizados con fines prácticos, ¡no para matar!

Esto mismo dicen los grupos a favor de la venta y uso de armas en EEUU -las armas de fuego fueron inventadas para la defensa y seguridad de mi Pais y casa (pueden regresar los Ingleses en sus casacas rojas y tratar, una vez más colonizarnos, dicen) no para que sean introducidos ilegalmente por criminales a sus países-.

Y otro dato, en EEUU la venta de armas incluso de alto poder, no es ilegal, introducir esas (Armas) ilegalmente a otro país, eso si es un acto criminal.

   Espero esta alegoría sea un buen conducto para extender la idea del “cómo justifican, primero, y como defienden, después” el asunto de las Armas en EEUU.

    Último patrullaje.- será interesante desglosar el porqué y como es que Guerrero está fuera de la zona de focos rojos…

Balazo al aire.- has disculpar Perogrullo.

Greguería.- no nos retiramos, avanzamos a la retaguardia.

Oximoron.- voy hasta allá por ti, por eso tú misma espérame aquí.

Haiku.- hoy si te beso noche.

Será buen beso,

muy húmedo y tierno.