Guerrilla: herida abierta

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La crisis política provocada por la exaltación al grupo guerrillero que intentó secuestrar al empresario Eugenio Garza Sada en 1973 y provocó su muerte abrió una de las heridas previsibles en la coalición lopezobradorista: el papel de la guerrilla armada revolucionaria 1962-1985 y en 1994 en su lucha por derrocar al régimen priísta e instaurar un sistema socialista-comunista.

Si bien el presidente López Obrador no viene de esa izquierda armada y militó en el PRI en los años violentos de la insurgencia guerrillera, de modo natural estableció una alianza con los sobrevivientes de la guerrilla y del Partido Comunista Mexicano que se articularon al priísmo cardenista para fundar el PRD. La reforma política de 1977 institucionalizó al PCM y aisló para su destruición a la guerrilla armada.

Sin embargo, ese acuerdo de transición no saldó las cuentas pendientes. El tema guerrillero saltó a la realidad y provocó una crisis política. Ahora mismo en España está provocando una crisis el féretro de Franco. Por ello toda transición requiere de un acuerdo de conciliación.

La guerrilla mexicana fue de violencia revolucionaria como respuesta a la violencia institucional del Estado priísta y a su cerrazón democrática. La lucha resultó cruel, a balazos y represiones, y duró hasta la legalización del Partido Comunista Mexicano en 1978 más cómo simbolismo de una fuerza de izquierda socialista que siempre combatió al autoritarismo del Estado y que apoyó a la guerrilla sin comprometerse.

Un dato significativo revela que la izquierda socialista-comunista y la armada revolucionaria sólo representaron en el espacio legal electoral el 5% de los votos y que esas corrientes pudieron escalar una mayoría sólo con su alianza con priístas y ex priístas y con las corrientes asistencialistas populistas.

La crisis provocada por el historiador Pedro Salmerón al calificar de “jóvenes valientes” a los guerrilleros de la Liga Comunista 23 de Septiembre fue una asalto al poder perfectamente calculado para presionar una definición político-ideológica del gobierno de López Obrador.

Pero el mensaje se dio en un momento estratégico, lo cual revelaría una intención dialéctica: la alianza productiva del gobierno lopezobradorista con los grupos empresariales más importantes, entre ellos el Grupo Monterrey de los Garza Sada y ahora con su pivote en el gabinete con el empresario regiomontano Alfonso Romo como enlace.

La transición democrática mexicana de la legalización del PCM a la alternancia presidencial en 2018 ha soslayado temas vitales que de una manera u otra o en algún momento u otro tendrán que conflictuar la estabilidad del gobierno lopezobradorista, sobre todo porque la propuesta morenista es una variante del modelo estabilizador, de conciliación de clases y de dominio del Estado autoritario del viejo PRI.

Toda transición tiene que conciliar o ahogarse en los revanchismos y resentimientos, El reconocimiento gubernamental a dos sobrevivientes del asalto al Cuartel Madera olvidó los tres militares asesinados en esa incursión y cuyos nombres son enaltecidos por el ejército en un pequeño altar que reconoce el heroísmo de quienes defendieron la institucionalidad constitucional del Estado.

La crisis de la guerrilla fue la primera de los ajustes de cuentas con el sobreviviente viejo régimen priísta.

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@carlosramirezh