PRI: derrotado y con solo 4 gubernaturas

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¡Qué mejor celebración pudiera haber en el tercer aniversario del triunfo morenista que ver al PRI tan reducido! Echado de alcaldías de grandes metrópolis, de congresos estatales y reducido como nunca a solo 4 gubernaturas, un número histórico que no explica la sonrisa de Alito. Y torna intrascendente como lo es ya hace lustros, indagar a quien quieran ahora los priistas como dirigente. Deberían de reelegir a Alito. Lo ha hecho tan estupendo. Para los opositores, claro. ¡Sí! que se quede. El enfrentamiento entre huestes priistas solo evidencia su descomposición. Culpar a Morena de esos enfrentamientos es una tontería mayúscula que enloda más al PRI y propia de Alito. No cabía esperar más inteligencia.

Debería de darle vergüenza. Pero hay mucho más para reflexionar en el aniversario que Morena se empeña en exaltar de su derrota al PRI, echándolo de la Presidencia. Cabe decirlo: hacerlo le ahorró a México la privatización extrema que ya soñaban los peñistas priistas, que sentíanse los dueños de México. Se les acabó el negocio. Sí, es compresible su odio.  Fue una decisión adecuada del pueblo de México.

La derrota al PRI de 2021 hace saltar por los aires la zarandaja de que el PRI se renovó. La tontería de que hay un “nuevo PRI”. Sus representantes prófugos o en la cárcel ya desmentían que eran mejor que Morena. ahora suman la derrota de 2021. Es más: dos mentiras se ha contado el priismo a sí mismo por 15 años y es hora ya de asumir su realidad: 1) somos el Nuevo PRI y 2) lo peor del PRI se marchó del partido. Pues va a ser que no: el “nuevo” jamás existió, son los de siempre como siempre y lo peorcito sí se quedó en el PRI de siempre. Ahí sigue y seguirá. Son los mismos que lo han hundido. Y no tienen remedio. Es el priismo. La derrota fulminante de 2021 cuyo resultado es que el putrefacto PRI ya solo encabezará 4 gubernaturas de 32 y perdió las 15, sí, las 15 candidaturas a gobernador en juego, es de un alcance tal que el PRI nos grita así, que no es ni opción ni avance. Nos recuerda tal derrota que cuando al PRI le va mal, le va bien a México. Que nadie lo olvide. Ambas mentiras (incisos 1 y 2) fueron otra vez expuestas en las urnas. La gente en 2021 echó al PRI de las gubernaturas de los 8 estados en juego para el PRI que ahí desgobernaba y le impidió acceder a otras 7. Por más que se empeñen los priistas en negarlo, fueron derrotados en 2021 y de manera superlativa. Y de forma muy aparatosa y contundente. Que lo vea quien tenga ojos. El PRI fue el gran perdedor del 6 de junio. Y como muestra, perdió 8 estados que desgobernaba porque ya los tenía hartos.

Sí, va a necesitar de mucha política para hacer maravillas, pero hoy no cuenta ni con estrategia ni operadores. El PRI depende más de los errores de Morena, que de su capacidad de renovación, la cual es imposible pedirla y esperarla del PRI. Si no supo ser opositor ni renovarse entre 2000 y 2012, menos ahora.

Va a perder el acceso a ingentes cantidades de dinero que sableaba de los 8 estados que lo echaron de las gubernaturas, hartos de su ineficiencia e incapacidad. Eso es positivo para frenarlo, desde luego. Y se ha olvidado analizar que en Estado de México por ejemplo, perdió bastiones de Antorcha campesina, sus golpeadores. No fue un triunfo arrollador y se llevó más rancherías que municipios de primer orden. Como sea, el PRI en Edomex ha demostrado lo que sabían los mexiquenses en 2017: elegir al PRI por enésima vez con Del Mazo era apostar por retroceso, inmovilismo, carencia de ideas y atraso total. Eso ha sido con Del Mazo. Si alguien lo ve de candidato y de presidente, estará de broma. Y que le aplauda quien le deba algo.

El PRI debería de sentarse a pensar. Aunque eso implique pedir imposibles, su debacle el 6 de junio da para que lo hiciera. ¿En serio de esa debacle se ve un candidato robusto en 2024? Vamos, no nos dirán que Alito,  Del Mazo –que solo se le va en entregar tarjetas rosas– o Beltrones u Osorio Chong. Seamos serios.  Es que el PRI se quedó sin discurso y sin algo que ofrecer. Y no entienden que no entienden. Lo han rechazado contundentemente el 6 de junio como desde hace 5 años. Ha perdido bastiones como Hidalgo, donde perdió el congreso local. El de 2021 es un fracaso que difícilmente lo remontará en 2022 o 2023. Y aún ganando algo, serían triunfos muy pírricos, espejismos como los de 2020 que no compensarán 2021.

Es que no es cosa de quien es su operador político o quien es bueno para favorecerle fraudes electorales y traerlo a poner orden –ojo, eso es lo único que evoca decir PRI y no su gobernar eficaz– sino que es el hecho de que no da resultados. ¿Qué aumentará su presencia en San Lázaro? Sí, mucho cartucho quemado como Jacob Rocha, con 40 años sin soltar el hueso. Pura idea renovadora, ya se ve.

¿Qué ese PRI vetusto y putrefacto pactará con López Obrador? Bueno, eso acusan los panistas, para los que su alianza con el PRI sí les parece de aplauso. Hipócritas. Y PRI y Morena ya podrán ponerse precio, pero la sartén por el mango y los electores, los sigue teniendo Morena. Y la maquinaria del Estado. Así que el PRI es un partido opositor en declive y sin capacidad de renovación.

En este tercer aniversario de haberse echado al PRI de la Presidencia, cabe una reflexión puntual. Si no hace falta su regreso, es importante robustecer las instituciones democráticas, justo para que contrasten con su carencia de democracia y su desprecio irreparable del priismo hacia ella.

Da escozor los nombres que se proponen, que se sugieren por algunos despistados vendedores de humo para ser candidato del PRI en 2024, pues engloban el optimismo sin sustento doble de suponer que triunfará por los errores de Morena –que harán votar lo que sea por muy impresentable que fuera un priista– y además, que sea lo que sea, ganarían. Cuidado, pues pinta más para ser otras dos mentiras como las que se enlistaron al inicio de esta entrega. El PRI no tiene remedio ni opción de renovación. Lo demás es lo de menos. Al PRI solo resta decirle “no” en las urnas y desde luego, que no se adorne tanto, porque el papelón que ha hecho siempre no está para aplaudírsele. Y no nos vamos a contar cuentos a estas alturas del partido.  Cuatro gubernaturas ya nada más. Va bien, Alito.