Durante el mensaje por el tercer informe de gobierno, el presidente López Obrador recalcó lo que, a su juicio, son las acciones trascendentales en seguridad de su administración.
Afirmó que existe una baja en la incidencia delictiva de 11 delitos, entre ellos, el secuestro, robo en transporte público colectivo, robo de vehículo, entre otros y también que, en 18 de las 32 entidades federativas, se ha logrado una disminución de víctimas de homicidio doloso.
En el Segundo Informe afirmaba la baja en 30% de los delitos, en comparación con noviembre de 2018 y utilizó los mismos delitos, como secuestros, feminicidios, robos a transeúntes, a transportistas, robo a vehículo, robo a negocio y robo a casa habitación, pero recalcó que aumentó el homicidio doloso y extorsión, cuya narrativa trata de acercarse al éxito de sus políticas públicas de seguridad, pero en la realidad no se acerca.
Son diversas las organizaciones de la sociedad civil que rechazan el contenido de las declaraciones del Ejecutivo Federal y desde tiempo atrás señalan que no existe una estrategia para enfrentar la crisis de seguridad. Por su parte el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reporta el aumento de los delitos en los que el Ejecutivo Federal afirma su decremento.
La afirmación del Ejecutivo Federal coincide con el periodo de aislamiento social, en el que la mayor parte de la ciudadanía estuvo confinada en sus casas, de tal forma, que obviamente se redujeron los delitos en todo el país, pero no como consecuencia de una política pública de seguridad, sino por el efecto de una política pública de salud por la presencia del virus SARS-CoV2.
Cuando los ejecutados, feminicidios y demás víctimas de delitos opacan el discurso presidencial, resalta la ausencia o deficiencia en políticas de seguridad, que se pretende disfrazar con las capacidades de las Fuerzas Armadas, que no son menores, pero su diseño no es para seguridad pública.
El monopolio de la fuerza que ejerce el Estado y sus órganos es insuficiente o está mal dirigido, en el que se combina con la impunidad en la procuración e impartición de justicia y producen resultados terribles.
El presupuesto público federal y local es insuficiente, en veces está mal orientado y en ocasiones es desviado a actividades distintas al objeto con el que son diseñadas.
El sol no se tapa con un dedo, cuando las hordas de cuentas de redes sociales, creadas o ficticias y que apoyan al gobierno, solo atienden a exaltar las virtudes, como en seguridad, de una administración poco eficiente.
Mientras tanto, la oposición se dedica a criticar desmesuradamente los resultados de la administración pública, en los que denosta, critica y hasta en ocasiones, asume las mismas actitudes de insulto que las redes de apoyo a la #4T.
Hoy la seguridad no es lo prometido, ni lo esperado.
El autor es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
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