Bien lo ha dicho Mario Delgado Carrillo: Morena “es el partido más grande en el país y uno de los movimientos sociales más importantes del mundo”. Agregaríamos: Y que llegó al poder arrolladoramente tan solo a cuatro años de haber obtenido el registro.
Sin embargo, tiene un Talón de Aquiles: La unidad interna. Ésta representa el lado frágil, vulnerable, altamente riesgoso para trascender más allá del actual sexenio presidencial y de la propia presencia de su líder moral, Andrés Manuel López Obrador, quien es el único que une a los morenistas, pero también los divide.
Ahí está el más reciente ejemplo en el esmerado apapacho hacia Claudia Sheinbaum, a quien acaba de levantar la mano elogiandola al decir que “gobierna muy bien la Ciudad de México”; situación que se tomó como un espaldarazo para sucederlo en la Presidencia de la República en el 2024.
Seguramente tal apapacho cayó a Marcelo Ebrard y a Ricardo Monreal como balde de agua helada, porque AMLO expresa favoritismo en vez de comportarse con neutralidad. Ni durante el apogeo del priismo más duro, el jefe político humillaba tanto a los aspirantes a sucederlo…bueno, a veces los mataban.
En fin, que jugar con la legítima aspiración de las personas aspirantes a cargos de elección popular, divide. Y ese es un aguijón que se le está clavando a Morena, partido que ya trae cierta fisura derivada del proceso de renovación de la dirigencia nacional, además de las secuelas por la selección interna de candidaturas 2021.
López Obrador trae la escuela de jefe político del PRI, pero quien sabe si Morena se encuentre preparado para un cambio en la jefatura política cuando el tabasqueño entregue la estafeta de la Presidencia de la República a su sucesor o sucesora.
O sea, ¿los morenistas guardarán absoluta obediencia a quien suceda a AMLO como Presidente de México y como jefe político de Morena? ¿O seguirán acatando solamente las órdenes de Andrés Manuel aun cuando éste se vaya a su rancho?
Interesante.
Quizá López Obrador prevé el dilema y, en consecuencia, su reelección; o la imposición en la Presidencia de la República de una persona manejable por él, de modo tal de continuar gobernando el país como poder detrás del trono.
Cosa a la que seguramente no estaría dispuesto Ricardo Monreal, salvo que lo calmen dándole otro puesto: Seis años más como Senador de la República y jefe de la bancada de Morena, o presidente del Comité Nacional de este partido, o la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.
¿Y Marcelo y Claudia tendría la disposición de seguir obedeciendo a AMLO siendo él o ella la próxima persona en la titularidad del Ejecutivo Federal?
La manipulación transexenal divide y es cuando vienen las fracturas insuperables.
Ahí está el ejemplo de los ahora ex gobernadores José Murat Casab y Ulises Ruiz Ortiz; éste sucedió en el cargo a aquél con pleno respaldo, pero cuando Pepe quiso manejar a URO, ¡zaz!, vino el rompimiento más grave en el PRI oaxaqueño. Y es la hora en que siguen peleados, el priismo local dividido y el partido en picada.
Retomando la división interna morenista. En las entidades federativas, Morena también registra fisuras, sobre todo por imposición de candidaturas formalizadas mediante el engañoso método de encuesta. Las gubernaturas de Nuevo León y San Luis Potosí no las ganó Morena gracias a su división interna, amén de los errores de sus candidatos; y estuvo a nada de perder la de Campeche.
En fin, unidad.
CASO OAXACA
Hace algunos días, Mario Delgado y el senador Ricardo Monreal estuvieron en Oaxaca, donde ya empezó el proceso electoral para la elección de la gubernatura 2022.
Algo pasa en la unidad interna de Morena en la entidad oaxaqueña, pues tanto Mario como Ricardo la aludieron en sendos mensajes.
Carrillo Delgado dijo: “Hacemos el llamado a simpatizantes, militantes, autoridades, liderazgos y legisladores a que vayamos todos unidos; nada de pelearnos, nada de sectarismos, nada de politiquería”. Aunque incluyó la consulta de Revocación de Mandato.
Y Monreal vaticinó que Morena ganará la elección de 2022 en Oaxaca, pero advirtió que “solo será posible si el partido trabaja en unidad”.
Incluso, el legislador consideró que dos de los principales problemas de Morena, son la falta de unidad y la realización de los procesos de selección de candidatos.
En ese contexto, adelantó que en Oaxaca se realizarán tres encuestas, una principal y dos espejo con el objetivo de contar con un proceso más transparente en la selección de la candidatura de Morena a la gubernatura.
No obstante, nuevamente advirtió: “No hay que dividirse; no hay que confiarse”.
Ciertamente, esos son los dos problemas más grandes de Morena en la entidad oaxaqueña en torno a la sucesión. En este momento el partido como tal, sin candidatura, tiene la más alta preferencia electoral.
Pero su triunfo dependerá de la candidatura y de su unidad interna. Si Morena se fractura, podría perder; o quizá gane pero no de manera contundente e inobjetable.
Aunque claro, como donde manda capitán no gobierna marinero, los morenistas oaxaqueños aceptarán a quien AMLO dé el visto bueno, sea candidato o candidata, cuadro interno o externo; caso contrario, se arriesgan a ser excluidos de cargos y de todo beneficio de la 4-T; además, recuerden, el aparato del Estado siempre prepara el expediente de los rebeldes.
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