El hecho es, siempre ha sido en México, no sólo en comunidades indígenas sino rurales atrasadas, una constante inocultable. Se tramita en su mayoría entre padres, y los intercambios se realizan a través de dinero, ganado o hasta licor.
Al amparo de la figura de usos y costumbres y bajo el supuesto del derecho de la defensa de las culturas y tradiciones originales, las niñas son entregadas por sus propios padres o familiares a sus compradores.
Las historias sin fin de esta práctica infame dependen centralmente de una inacción cómplice del poder público, de los Presidentes de la República, de los gobernadores, de los alcaldes y de todos quienes forman la estructura del Gobierno y del Estado.
La venta de niñas ocurre también -hay que decirlo- en ese espacio de pasividad social cómplice del dejar hacer, dejar pasar que supone un respeto a costumbres ancestrales de pueblos originarios y que no es más que algo abominable que no debe ser tolerado más.
Es por ello que ahora, dice Ricardo Monreal, va por una reforma con constitucional que ataje y termine con la venta de niñas en comunidades indígenas.
Es una práctica, afirma, que constituye una violación de los derechos humanos de niñas y adolescentes, que afectan su desarrollo y el ejercicio de sus derechos humanos a la salud y a la educación.
La autonomía de las comunidades indígenas afirma, debe garantizarse en todo momento, pero bajo el principio de que los llamados usos y costumbres no pueden estar por encima de los derechos de las menores.
El zacatecano indicó que confía en que los obstáculos que se presentan hoy en el Legislativo no impidan la aprobación de su iniciativa que es esencial para salvaguardar la integridad y derechos de niñas y adolescentes esencialmente en pueblos y comunidades indígenas.
Para ello, adelantó, se propondrá reformar el artículo 2 de la Constitución, a fin de establecer que, sin demérito del derecho de los pueblos y las comunidades originarias a la libre determinación, estos pueblos deberán respetar el interés superior de niñas, niños y adolescentes, sin que se puedan justificar prácticas de compraventa por usos y costumbres.
CUMPLIERON, DUERMAN CON LA CONCIENCIA TRANQUILA
Ese fue el mensaje del presidente Andrés Manuel López Obrador por redes sociales a los 273 disputados de Morena, PT y Verde que a las 2:13 de la madrugada del domingo aprobaron finalmente, y sin moverle una coma, al presupuesto de egresos para 2022 por 7.08 billones de pesos que irán esencialmente a terminar las obras del tabasqueño en 2 Bocas, Tren Maya y Aeropuerto de Santa Lucía y a alimentar los programas asistenciales de entrega de dinero a 25 millones de mexicanos.
La aprobación se dio a pesar de 214 votos en contra y 0 abstenciones, y luego de una confrontación que duró 4 días en la tribuna de San Lázaro desde dónde se lanzaron cataratas de maldiciones y ofensas, especialmente de diputadas de Morena, Verde y PT contra las de PAN, PRI, PRD y MC y en las que hubo amagos, empujones y fuertes provocaciones.
En ese lapso, las mil 994 reservas presentadas por PAN, PRI, PRD y MC fueron desechadas por la mayoría aplastante del oficialismo sin siquiera el más mínimo debate o exposición de razones y argumentos.
Al final quedó claro que justamente eso se quería: mostrar que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y sus instrumentos legislativos, las fracciones de Morena, Verde y PT no van a darle ningún espacio, ni a ceder en nada que pidan PRI, PAN, PRD y MC.
La fuerza de la mayoría contra cualquier razón.
Tampoco se cedió en nada ante peticiones de alcaldes, gobernadores, asociaciones y organizaciones sociales.
La base social apoya a AMLO. Así lo indican las encuestas que lo colocan con 65 por ciento de preferencias. A eso se atienen el tabasqueño y sus aliados.
Y háganle como quieran.
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