Sin tener ninguna intervención directa en la guerra geopolítica que se desató en la zona asiática de la frontera Rusia-Ucrania, México pagará un costo correlativo a su vecindad con Estados Unidos y a los intereses de dominación de la Casa Blanca sobre la región latinoamericana y caribeña que había estado haciendo algunos coqueteos con Rusia y China.
Se pueden prever cuando menos dos efectos: la crisis económica derivada de la guerra que estén impactando en inflación y decrecimiento económico y la crisis geopolítica por el aumento del intervencionismo de Estados Unidos en la autonomía nacional de los países al sur del río Bravo.
El escenario de la guerra está presentando ya consecuencias preocupantes: la invasión rusa esperaba una victoria en pocos días, las sanciones económicas de Estados Unidos distorsionaron por completo la estabilidad macroeconómica y al final China podría salir ganando por el debilitamiento como potencias de Rusia y EU.
Poco puede hacer México por contribuir a la paz, aunque pudiera asumir el liderazgo regional para evitar que los países latinoamericanos y caribeños sean obligados a subordinarse a la política imperial estadounidense en el frente europeo. Durante las guerras en Vietnam y Afganistán, América Latina y el Caribe pudieron hacerse a un lado de la política invasora de la Casa Blanca.
Como nunca, la crisis provocada en México por la guerra Rusia-Ucrania debería convocar a un acuerdo político de entendimiento y estabilidad entre todas las fuerzas, para evitar que las confrontaciones de estos años sigan dividiendo a la sociedad mexicana frente a acosos extranjeros.
El gobierno de Estados Unidos seguirá aumentando las presiones sobre México para obligarlo a someterse a la política guerrerista en la frontera estratégica de la nueva guerra fría entre el capitalismo estadounidense-europeo y el comunismo ruso-chino. Pero se trata de una guerra ajena a los intereses de México y eso debe quedarle claro a la Casa Blanca.
@carlosramirezh