Gerardo Lozada Morales
Tras los primeros días del mes de marzo del 2022, la radicalización de la guerra ha mostrado que el mundo ya no tiene un puntero que dirige sus riendas como pasó con la hegemonía estadounidense y europea tras la caída del Muro de Berlín y el finiquito de la Guerra Fría. Por el contrario, la emergencia de países autocráticos como Rusia y China, han dado muestra del reposicionamiento de las maquinarias estatales para realinear el nuevo orden mundial en lo que aparentemente es una hegemonía tripartita (EE.UU.-Rusia-China), pero muestra en mayor impacto, una multipolaridad como el punto de ruptura más importante del presente siglo XXI. El New York Times develó que países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Pakistán, India e Irán, etc., se encuentran en la negativa de alinearse con los intereses de la OTAN, pues han encontrado la oportunidad de beneficiarse de sus riquezas naturales, energéticas y nucleares.
Dicho conflicto llegó a impactar a los temas nacionales con las acusaciones del Parlamento Europeo en contra del gobierno mexicano, al señalar los casos graves de violencia en contra de los reporteros en el país. Factor que detonó la respuesta del ejecutivo mexicano con una carta de lectura grave en donde se expuso que “México no es una colonia y que ellos operan como borregada”; es decir, pronunciándose a favor de la defensa de la soberanía nacional.
El entramado del conflicto no sólo apunta a la violencia interna que se ha mantenido desde sexenios pasados, y a diferencia de ser crímenes de Estado, responden a intereses vinculados con los efectos de la guerra, pues cabe recordar que la extrema derecha del parlamento europeo, principalmente por aquellos que encabezan la denuncia —en su mayoría españoles—, expusieron que la violencia afecta principalmente a las empresas vinculadas al sector energético en el país. Aquellas que están dentro del proyecto de re-nacionalización.
De manera poco sorpresiva los medios y reporteros que suman a las acusaciones del parlamento son: Latinus financiado por Roberto Madrazo, la asociación Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad de Claudio X. González, Joaquín López Dóriga, primo del embajador español en México, Ciro Gómez Leyva, Carmen Aristegui y el propio Carlos Loret de Mola, del que The Washington Post le dedicó una portada entera. Personajes ligados a la derecha extrema nacional e internacional.
Por otra parte, el gobierno ucraniano de Zelenski con su embajada en México dirigida por Oksana Dramaretska, han buscado desesperadamente que nuestro país cierre las relaciones comerciales y diplomáticas con Rusia, censure a la presa internacional, se sume al apoyo financiero para alimentar la guerra, y cínicamente solicitar armamento, como lo expusieron de manera pública los senadores: Nancy de la Sierra, Adriana Jurado, Germán Martínez, Emilio Álvarez Icaza y Gustavo Madero Muñoz.
El impacto de la guerra no sólo ha realineado el contexto global sino también nacional, ha polarizado la defensa de la soberanía nacional frente al radicalismo de quienes se afanan por desarticular las funciones del Estado ante intereses económicos. El presidente López Obrador y el Secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard señalaron que México tiene históricamente una postura de neutralidad y que aboga por la fraternidad universal y la paz. Lo único que se brindará será la ayuda humanitaria para la protección de la sociedad vulnerada por el conflicto armado.
El presente devela la necesidad por fortalecer al Estado con valores Republicanos y liberales frente a amenazas internas y externas. Pues se avecinan los tiempos del radicalismo de las democracias ante la emergencia de las potencias no democráticas.
El autor es catedrático de la UDLAP y miembro colaborador del Observatorio ciudadano de cultura y prácticas de un buen gobierno A. C.