El principal saldo del proceso de consulta para la revocación/ratificación del mandato del presidente López Obrador no debe buscarse en las cifras de asistencia, sino en el hecho inusitado y antinatural de que la oposición encabezó la no-participación electoral de la ciudadanía.
La función principal de los partidos políticos es la de organizar a la sociedad para su asistencia a procesos electorales legales, pero el PRI, el PAN y el PRD convocaron a sus escasos militantes y a la sociedad a no asistir a las urnas a emitir su voto.
En este contexto, el saldo de las cifras de la consulta se convirtió en una de las principales banderas de propaganda política del presidente de la República: más del 90% de los asistentes a las urnas votaron por la ratificación del presidente; y todo ello porque la oposición partidista, social e intelectual desdeñó el mecanismo legal de la democracia participativa.
Asimismo, la consulta sorprendió con la capacidad de organización de la estructura electoral de Morena y del presidente de la República con la movilización de alrededor de 17 millones de personas.
Y debe quedar para el análisis de la agenda que viene el fracaso del Instituto Nacional Electoral en sus funciones del organizador de la consulta, toda vez que es ese organismo se la pasó acotando a los actores políticos, imponiéndole multas a quienes promovían una consulta y sobre todo decidió incumplir su función promotora de la consulta.
El saldo que queda de la consulta fue el acotamiento del modelo de estructura político-electoral-partidista que nació del fraude electoral de 1988 y que no pudo dinamizarse en la consulta, dejando los indicios claros de que se requiere de una reestructuración total de la arquitectura electoral para contribuir a consolidar el paso dado en la democracia participativa.
La gran derrotada en la consulta fue la oposición.
@carlosramirezh