Gerardo Lozada Morales
El domingo 18 de abril de 2022, los sectores conservadores y sus aliados tuvieron que trabajar de manera casi obligada en pleno auge de la semana santa en la Cámara de Diputados para someter a votación a la Reforma Energética del sector eléctrico impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. La cual, fue rechazada por no alcanzar las dos terceras partes requeridas. Fenómeno que fue festejado hasta el cansancio tanto por las fuerzas opositoras al gobierno actual, como por parte de los medios de comunicación serviles a los intereses monetarios.
Luego de vivir el buen impacto significativo de la revocación de mandato que logró consolidar una vez más la legitimidad del presidente —al estilo ilustrado del juarismo—, y de evidenciar las flaquezas de la actual oposición que carece del respaldo popular, el mismo mandatario había develado y advertido días antes sobre la trampa que se diseñó para los que denominó como traidores a la patria; es decir, a todos aquellos “representantes” que han operado para transnacionales y no para la causa social ni la defensa de la soberanía nacional, como los casos cínicos de Edna Díaz y el cabildero italiano Paolo Salerno sentados en curules, de Margarita Zavala esposa del ex presidente Calderón (operador de Iberdrola), o la misma oposición conformada por el PRI-PAN-PRD, a la que se alineó MC. Dicha estrategia de poder, se sabía que iba cobrar un efecto en la sumatoria de los triunfos que mantiene el ejecutivo, pues al no ganar el aval en la cámara de diputados, sí ganaría la aprobación de la Ley minera para salvaguardar el litio para exclusividad de la nación. Pues quien conoce sobre el tema sabe del potencial del metal que hoy y en el futuro se encuentra en toda tecnología.
Para muchos incautos en temas políticos, esto devela que sí existe una democracia real a diferencia del autoritarismo del siglo pasado y del presidencialismo que concentró el poder y violentó la esencia de la división de poderes, ¡y en efecto! es un claro ejemplo que manda el ejecutivo para ganar terreno en términos democráticos. Empero, en escenarios futuros la maniobra dará efecto en las elecciones que se vivirán a mitad de este año para renovar gubernaturas en seis estados del país, para seguir movilizando a los sectores sociales que hoy pesan mucho a nivel nacional y global por la legitimidad, y como el señuelo para exponer públicamente como traidores de la nación a los que ingenuamente festejaron un triunfo ficticio. Tal y como Judas Iscariote.
Cabe recordar que los tres partidos opositores se encuentran al borde de perder registros y representación, y en muchos casos han dado por perdida la contienda presidencial rumbo al 2024. ¿De quién es el triunfo realmente?
El autor es catedrático de la UDLAP y miembro del Observatorio ciudadano de cultura y prácticas de un buen gobierno A. C.