Las reglas del juego político en el régimen mexicano son muy claras: con excepción de los presidentes Fox y Calderón, el titular del Poder Ejecutivo en los tiempos del PRI y ahora de Morena tiene el poder suficiente y la facultad para designar de manera directa a su sucesor, aunque existan a veces intenciones de disfrazar el acto de voluntad extrema.
Los escenarios políticos del senador morenista Ricardo Monreal Avila son estrechos: su involucramiento en la construcción del proyecto lopezobradorista de la Cuarta Transformación le impedirá ser candidato por algún otro partido, además de que no hay muchas opciones: la alianza opositora PRI-PAN-PRD-Coparmex-Claudio X, González o Movimiento Ciudadano, y en un caso especial la posibilidad de que el Partido Verde o el Partido del Trabajo se separen de su alianza con Morena.
Monreal tendrá dificultades para ofertar su programa de Gobierno si lo sigue atado a la 4ª-T, porque se trata de una propuesta que lleva todo el sello de López Obrador. Y en los actuales partidos de oposición prevalece la desconfianza de que una candidatura de algún militante de la 4ª-T puede ser más un infiltrado que un opositor consciente.
Para evitar este tipo de confusiones, Monreal ya no tiene tiempo de seguir jugando a la expectativa de que ojalá se modifiquen las condiciones que le permitan ser candidato del lopezobradorismo, algo que nunca podría ser por la forma en que el actual senador ha estado confrontando al presidente de la República con acercamientos a los sectores que han sido marginados o lastimados por Palacio Nacional.
La decisión de separarse del oficialismo actual llevaría a la separación de Monreal del cargo de presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, a regresar a su curul de senador e inclusive a convertirse en senador independiente. Se trata de una opción valiente que recuerda cuando Felipe Calderón Hinojosa renunció del cargo de secretario de energía del gabinete del presidente Fox para iniciar en solitario su marcha por la candidatura presidencial y la presidencia de la República.
Después del desdén de Morena en el desayuno-mitin en el Estado de México, Monreal se quedó repitiendo su viejo modelo de esperar que lo permitan participar en la lista de Palacio Nacional, aunque con indicios reiterados de que no será considerado como precandidato oficial.
Por lo tanto, a Monreal le llegó la hora de las decisiones estratégicas fundamentales, a sabiendas de que seguir esperando su incorporación a la lista oficial solo le restará credibilidad por el peso político lopezobradorista de la 4ª-T y le dificultará presentarse como una verdadera opción vía otra fuerza política, además de quien sin duda la alianza opositora y Movimiento Ciudadano no le darían la candidatura por su cuatroteísmo.
Para Monreal llegó el momento de la gran decisión de su vida política.
Juego de las sillas
- La alianza opositora acaba de entrar en una zona de conflicto por la crisis en el PRI con la exigencia de expresidentes del partido para exigirle su renuncia y llevar al tricolor a un replanteamiento negativo de su participación en esa coalición. Pero aún si el PRI permanece en la alianza, su tiempo está contado porque Alejandro Moreno Cárdenas Alito termina su gestión en agosto del 2023 y no le tocará nada del proceso de definición de una posible candidatura coalicionista a la presidencia en 2024.
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