La crisis del sistema de partidos en México como posible ruptura histórica

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Diego Martín Velázquez Caballero

El 2018 fue un cataclismo para el sistema de partidos en México y no se ha frenado la desinstitucionalización de los institutos políticos. La supervivencia de los partidos políticos gira en torno al formato de alianzas pragmáticas polipartidistas; sin embargo, las estrategias de alianzas y migración que realizan los principales institutos políticos frente a las elecciones presidenciales de fin de sexenio dejan entrever que la desorientación partidista puede significar la transición de la partitocracia hacia el presidencialismo hegemónico con tintes neocorporativistas.

Los partidos políticos y el INE muestran el fracaso del modelo neoliberal como sistema económico, jurídico, político e ideológico. Las contradicciones de las sociedades anglosajonas constituyen un extravío que obliga al PRIANRD y MC para buscar la tutela de los poderes fácticos, pero dicha acción silenciosa no es una alternativa al naciente régimen de MORENA. Su mejor estrategia sería soportar la continuidad del Lopezobradorismo y reinstitucionalizar el país a partir del Poder Ejecutivo Federal.

La transición democrática vía elecciones competitivas desaprovechó la oportunidad de modernizar el país, consolidar la democracia y sentar las bases de una economía liberal que cambiara el subdesarrollo estructural. Lo que se asentó a partir de 1994 fue una fachada neoliberal que nunca abandonó las rémoras caciquiles, hispanistas y tradicionales. Nadie estuvo dispuesto a seguir las recetas de los Tigres Asiáticos o, al menos, las pinochetistas. Y AMLO es producto de esas perplejidades.

Fernando Escalante Gonzalbo y Soledad Loaeza, hispanistas a su modo, han volteado a explicar -en modo nostálgico quizá- las razones del fracaso neoliberal: la estructura moral de la sociedad y los Estados Unidos de Norteamérica. No obstante que sus estudios actuales son empleados para evidenciar el autoritarismo populista de MORENA, terminan por justificarlo. Hispanoamérica es antiliberal hasta el tuétano y jamás derrotará a la cultura anglosajona. De ahí que el PRIANRD no encuentre una narrativa o metadiscurso que se oponga al Lopezobradorismo sin atentar contra su propia identidad. La carencia de entendimiento a los nuevos tiempos los lleva a utilizar faccionalismo casticista ibérico católico, más antiguo que el populismo latinoamericano. Rumbo al 2024 esa no es una opción.

La crisis global del neoliberalismo es el acicate de los conservadurismos, por eso están muriendo las democracias liberales capitalistas y emergen los nacionalismos, una ruta semejante a la trayectoria europea de la primera mitad del siglo XX. El extravío neoliberal es de tal magnitud que en los polos anglosajones emergen referencias conservadoras, hasta el magnicidio de Shinzo Abe puede inscribirse en dicha coyuntura. La revolución conservadora, con referentes identitarios y progresistas de diversa índole, la representa en México el Lopezobradorismo, de ahí que a los conservadores tradicionales no les queda otra opción que saltar al barco antes del diluvio. La Iglesia Católica coincide más con Morena que con el neoliberalismo panista, priista o perredista.

El mundo se ha mexicanizado, colombianizado o argentinizado -según pensaba el caos Manuel Camacho Solís- y la visita de AMLO a Norteamérica se inscribe en la lógica de seguridad nacional de Estados Unidos. Frente a la esquizofrenia identitaria y civilizatoria, incluso dentro de EU, resulta imprescindible el desarrollo de un Partido de Estado en México, el retorno del presidencialismo autoritario y el menoscabo del INE como árbitro frente a la concertacesión. Metas probables para la gobernabilidad de México y Norteamérica.

De cara a las elecciones federales del 2024, el sistema de partidos en México enfrenta el riesgo de su extinción, lo mismo que el sistema electoral y el modelo prolongado de elecciones competitivas. Emerge la institución presidencial como brújula del Estado frente a un escenario complicado para México y la humanidad, en todos los sentidos.

A la crisis económica, de salud y de seguridad; no se puede responder con las opciones del PRIANRD, las Alianzas Cívicas o el conservadurismo medieval. La humanidad se encuentra en un cambio de época y México no puede ser la excepción.

Los partidos políticos y el INE tuvieron enormes concesiones durante la época neoliberal, no cumplieron con su trabajo y la crisis actual es producto de su desidia, irresponsabilidad y cinismo. No fueron capaces de autocontrolarse, ser coherentes con la democracia liberal, cuidar el mercado y modernizarse. La vía de la modernidad liberal se cancelará debido a su incompetencia. El embuste neoliberal quitó la máscara a las oligarquías de los partidos políticos y dejaron de ser entidades de interés público. El momento actual reclama su extinción y una transición hacia quién sabe dónde.