Un gran peligro para México

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Ahora nos encontramos en grave peligro en México.

Imaginémonos que estamos en la Alemania de los años 30 del siglo pasado, que ganan los nazis la mayoría en el parlamento alemán y que Hitler gana las elecciones, con el poder de hacer cambios esenciales en la constitución alemana, y que somos judíos.

Imaginemos todo lo que transcurrió antes de eso, discursos de odio en contra de los judíos, narrativas echándoles la culpa de todos los males del país, siembra de odio a la población por parte del gobierno hacia los judíos, etc.

Los alemanes y judíos de esa época dijeron, “a pesar de todo lo que pasaba y veíamos, nosotros permanecimos en nuestra zona de confort, llevando a cabo nuestras labores cotidianas en el trabajo, en la escuela, en nuestros clubes, disfrutando de la vida con nuestras amistades, disfrutando de la comodidad de nuestros hogares. Cuando de repente, presenciamos turbas de gente enardecida destruyendo nuestros negocios, apedreando nuestros hogares y excluyéndonos de nuestros círculos”.

Continuaron diciendo: “posteriormente, vimos cómo el gobierno acabó con las elecciones y anuló totalmente nuestros derechos políticos, nos confiscaron nuestras propiedades sin indemnización alguna, nos expulsaron de nuestros hogares, nos subieron en vagones de ferrocarril para el ganado y nos trasladaron a campos de concentración para matarnos de una manera industrialmente estructurada”.

Que pesadilla tan grande, ¿verdad? Pues, eso sucedió en el siglo pasado en la Alemania nazi, uno de los países más civilizados de su época. Y los judíos no hicieron nada para evitarlo, a pesar de todas las advertencias que tuvieron de cómo se iba preparando el escenario para que se cometieran todas esas atrocidades.

Bien amigos, en México están sucediendo muchas señales similares a las que pasaron en la Alemania nazi, y muchos dicen, “en México no pasa nada”.

Veamos, el presidente de la República se la ha pasado denostando a las clases medias “por aspiracioncitas y ambiciosas”; a los académicos y científicos, por tener interés de estudiar y prepararse en el extranjero e impulsar a las instituciones a tener una vida mejor con salarios adecuados; a las mujeres por querer igualdad en su trato con los hombres en todos los niveles; a los empresarios por ambicionar mejorar y hacer crecer a sus empresas obteniendo utilidades derivadas del lucro; a los “conservadores” (como si viviéramos en el siglo XIX), por defender las reformas estructurales aprobadas en el sexenio de Peña Nieto, que dieron a México competitividad internacional pero afectaron los intereses monopólicos de la grandes capitalistas del país, aduciendo que fueron “componendas entre el PRI y el PAN.

Ahora, el presidente lanza al Congreso una propuesta de reforma electoral con la intención de capturar al órgano electoral que nos ha garantizado desde 1997 que los votos cuenten y se cuenten, que ha permitido en México múltiples alternancias de partidos y candidatos independientes a múltiples puestos de elección popular, incluyendo al actual presidente.

Si un solo partido político queda en el ámbito electoral de México, bajo las órdenes de una sola persona y los votos dejan de tener un valor y dejan de ser contados, podemos tener cambios como la extensión del período  presidencial, la reelección, la extinción de la autonomía del Banco de México y de todos los demás órganos autónomos, pudiendo México perder, no solo la competitividad, sino el crecimiento económico con crisis recurrentes que devengan en devaluaciones y aumentos en los niveles de pobreza que generen descontento social y violencia que sería reprimida por el ejército, cuyos mandos ahora están totalmente entregados a nuestro presidente, no por lealtad institucional, sino por interés económico y codicia.

Con la destrucción del Instituto Nacional Electoral se pierde la democracia en México,  y podemos perder nuestras libertades como la de movernos libremente en nuestro territorio y viajar al extranjero, la libertad de religión y pensamiento y la de expresión, podemos perder nuestro patrimonio y la libertad de educar a nuestros hijos como deseemos, inclusive hasta perder nuestras vidas.

Si no nos manifestamos cuanto antes en las calles en contra de lo que pretende hacer el presidente nos puede pasar lo que les sucedió a los judíos en la Alemania nazi, no dejemos que nuestro gobierno destruya nuestras libertades y nos quite nuestra alma que nos impulsa a trabajar para nuestras familias, a luchar por nuestros ideales, a estudiar lo que queremos, profesar nuestra religión y tener libertad de pensamiento y opinión, desarrollando libremente nuestras vocaciones.