La vacuna es gratis, pero hay quien vende lugares

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Brevemente contaré la triste historia de la vacunación Covid-19 en puestos ubicados en la capital oaxaqueña; una historia que no ha de variar en mucho a los sucesos ocurridos en diversos puntos a lo largo y ancho del país.

Érase una vez una entidad llamada Oaxaca, gobernada por un priista (Alejandro Murat Hinojosa) y muy querida por el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, líder moral del partido Morena; tanto que en dos años y fracción la ha visitado más que sus tres antecesores juntos.

Pues a esta entidad el domingo arribó un nuevo cargamento de vacunas contra Covid-19: 30 mil 225 de la farmacéutica Pfizer – BionTech y 28 mil 699 de Sinovac Biontech Ltd.

Este martes inició la distribución y aplicación del inmunológico en diversos puntos de vacunación de los municipios de Oaxaca de Juárez, Ánimas Trujano, San Agustín Yatareni, San Andrés Ixtlahuaca, Santo Domingo Tomaltepec y Tlacolula de Matamoros; todos de la región de Valles Centrales.

Un tanto de vacunas se programaron para el jueves en Miahuatlán de Porfirio Díaz. Y en días pasados, se concluyó con la aplicación del 100% de las dosis de la farmacéutica AstraZeneca, para proteger a adultos mayores de 65 municipios de la entidad.

Hasta ahí todo parece cuento de hadas, ¿verdad? Todo perfecto, bonito, color de rosa.

Sin embargo, siempre hay un frijol en el arroz; además con gorgojo.

En la capital oaxaqueña las autoridades competentes dispusieron de once puestos de vacunación, donde empezaron a llegar personas desde el mismo domingo para hacer fila, para lunes la formación había crecido y para martes ni se diga, se contaban por miles.

Había personas adultas mayores, pero también personas de otras edades que hacían la fila en lugar de sus padres o abuelos; éstos se incorporaban a la formación cuando ya estaban cerca del puesto de vacunación.

Es entendible, aceptable, correcto, porque la avanzada edad agobia aguardando de pie, sobre todo bajo intensos rayos del sol en el día y frío en la noche. Así, las personas adultas mayores se exponen a pescar cualquier enfermedad, incluso Covid-19 entre tanta gente.

Pero nunca faltan los vivales.

En el puesto instalado en la explanada de San Martín Mexicapam, los lugares en la fila eran vendidos en 500 pesos por personas que parecían ajenas a las dependencias encargadas del operativo y logística de la vacunación.

Es mejor creer que eran personas ajenas, que personas relacionadas o en acuerdo con el personal del “Operativo Correcaminos”, a través de los Subcoordinadores Estatales y de los Servidores de la Nación adscritos a la Secretaría del Bienestar, y con los Servicios de Salud de Oaxaca.

De manera amable etiquetamos la observación a la Delegada Estatal de Programas para el Desarrollo en el Estado de Oaxaca, Nancy Ortiz Cabrera: “Estimada @NancyOrtizOax ¿sería posible supervisar quiénes hacen la fila para la vacuna para adultos mayores? Hoy en San Martín había personas vendiendo los lugares en 500 pesos. No era personal del Gob Fed, sino personas que fueron a hacer fila sin contar con familiares de 60 y más”.La funcionaria no contestó ni un sí, ni un no; nada.  

Reza la sabia filosofía popular: “Lo cortés no quita lo valiente”. Además, los cargos son pasajeros mientras las y los ciudadanos permanecen, a menos que pesquen Covid-19 o cualquier otra enfermedad mortal.  

El tuit fue replicado; incluso, usuarios de la red social dieron cuenta de la venta de lugares en mil, mil 500 y hasta dos mil pesos en otros puestos de vacunación en la misma capital oaxaqueña. Y no se dude que ocurre lo mismo en diversos puntos de la entidad y del país.

Y la pregunta es: ¿Alguna autoridad puede revisar, supervisar, quiénes son las personas que hacen negocio vendiendo los lugares en las filas para la vacunación contra la pandemia Covid-19? O por lo menos pedir a las personas formadas en la fila una prueba de que efectivamente son familiares de adultos mayores a quienes guardan el lugar.

Tal vez si se hubiese respetado el registro previo en línea, el folio hubiera servido para evitar el negocio de los vivales. Aunque por otro lado se enfrentaría el problema de las personas adultas mayores que no pudieron registrarse en la plataforma.

Debe haber soluciones. Para eso el pueblo paga a las y los servidores públicos, para que piensen y diseñen soluciones, no problemas.

OTRO CASO 

Lo platicó un señor de edad de un municipio conurbado a la capital oaxaqueña; de escasos recursos e instrucción escolar. Más o menos así:

“Me fui con mi esposa a hacer fila desde las ocho de la mañana y ¡pasamos hasta como las seis de la tarde! Había dos mesas (de vacunación), en una pasábamos los del pueblo; y en la otra, pasaban personas que no conocemos, que no son de aquí. Uno se da cuenta, porque aquí todos nos conocemos”.

Ahí dejamos el comentario del señor, por si acaso existe alguna autoridad que se digne a supervisar qué está pasando en los puestos de vacunación Covid-19.

Correo: [email protected]