“El político debe ser capaz de predecir
lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene;
y de explicar después, por qué fue que no ocurrió
lo que él predijo”. Wiston Churchill.
Para saber “lo que es bueno” -y de acuerdo con el título del artículo- el lector debe remitirse ahora -antes de continuar la lectura- al párrafo final de este documento.
Teniendo claro lo que significa “ser bueno”, en qué y para quién, se presentará ahora, la forma de identificar aquellos “Análisis de Coyuntura” que -más que buenos- son útiles para el Politing, pues frecuentemente se pueden contratar ya hechos. Y es que no hay que dejar de lado la posibilidad de recurrir a firmas y organizaciones especializadas en brindar esta clase de ayudas, que ofrecen -y muchas veces ya en forma segmentada- análisis que pueden cubrir hasta todas las 6 fuerzas del entorno: (1) Económico-Social, (2) Político-Legal (3) Cultural (4) Tecnológico (5) demográfico y (6) Ecológico
Lo primero que hay que decir es que todo “Análisis de Coyuntura” es una radiografía de un momento dado y como tal es estático. Además, ninguno puede describir la realidad en forma exacta: se aproxima a ella y más o menos la representa y la plasma dentro del respectivo informe, por lo cual se tiene que tener presente que el sesgo es inevitable.
Para un “Análisis de Coyuntura” útil en Politing, es fundamental percibir el conjunto de fuerzas y problemas que soportan y se encuentran detrás de los acontecimientos, cuales cuantos y cómo son, los movimientos, las contradicciones y las condiciones que las generan. Si bien el acontecimiento aparece delante de nuestra percepción, el telón de fondo que lo produce no siempre está claro por eso, un esfuerzo mayor se debe emplear para situar los acontecimientos y extraer de ellos sus posibles sentidos.
Adicionalmente, es necesario ver también, las señales de nacimiento de lo “nuevo”, lo no ocurrido, lo inédito, pues tan importante como entender lo que está ocurriendo, es estar atento a las señales de los fenómenos nuevos que comienzan a manifestarse. Hay que buscar el hilo conductor de los acontecimientos pues no se puede afirmar que todos “ocurren” dentro de una lógica determinada. En la realidad, los procesos están subordinados a determinaciones lógicas, lo cual no impide encontrar el encadenamiento, las articulaciones, el sentido común de los acontecimientos. Y es que cuando se percibe la lógica interna de una determinada política pública, es mucho más fácil entender el sentido de los decretos, las acciones, las visiones y las posiciones de los diferentes actores.
Hay dos posiciones muy frecuentes, para leer la coyuntura: (1) desde el punto de vista del poder dominante (lógica del poder) y (2) desde oposición a ese poder dominante.
En general los “Análisis de Coyuntura” son conservadores: su finalidad es reordenar los elementos de la realidad, de la situación dominante que mantienen el funcionamiento del sistema o del régimen. Hay análisis que se realizan teniendo como presupuesto una corrección de ruta, pero no la que tiene la dirección fundamental. Ese tipo de análisis parte del punto de vista del poder dominante y -de cierta manera- determina no solamente la selección de los acontecimientos y actores para ser analizados, sino que atribuye a esos acontecimientos un sentido armonizado con los intereses de las clases dominantes. Todo acontecimiento es una realidad con un sentido atribuido, no es meramente un hecho, es un hecho leído y visto por intereses específicos, dado que todo “Análisis de Coyuntura” sólo adquiere sentido cuando se usa como elemento de transformación de la realidad. El “Análisis de Coyuntura” debe tomar en cuenta las articulaciones y dimensiones locales, regionales, nacionales e internacionales de los fenómenos, los acontecimientos, los actores y las fuerzas sociales, pues la relevancia de los elementos coyunturales depende de cada situación y de su relación/posición en un contexto más amplio y permanente.
Para recordar lo relativo que es el concepto de “lo que es bueno” -sobre todo en los “Análisis de coyuntura”- hay que recordar al candidato que por entregarse a la vida disoluta quedó en la ruina y angustiado le averiguó a un transeúnte dónde podía apostar sus últimos reales para recuperar lo que había perdido. El interrogado lo llevó a la gallera y cuando el candidato le preguntó ¿cuál era el gallo bueno?, él, sin titubear, le respondió que el blanco. Apostó, entonces, sus últimos pesos al gallo blanco, pero -casi de inmediato- el colorado lo mató. Iracundo, le increpó a su consejero ¿por qué le había dicho que el blanco era el bueno? a lo cual el interrogado le respondió muy seguro de su respuesta: sí, doctor, el blanco era el bueno, porque el colorado es un asesino completo.