Gerardo Lozada Morales
México experimenta una guerra política que vive el actual gobierno federal, con un respaldo de la mayoría de gubernaturas en el país, así como el gran apoyo ciudadano que asciende a un estimado de 70% según polimetría, frente a un bloque opositor que cada vez se debilita más por no entender que la competencia por el poder es democrática y con el respaldo de la sociedad.
Dicha guerra, incluye a oligarcas del ancien régime dentro de los engranajes institucionales como es el Instituto Nacional Electoral, pues los consejeros han tenido una postura negativa total ante las transformaciones del actual gobierno federal. Se han negado a colaborar con la austeridad republicana a pesar de que sus sueldos y prestaciones son humillantes frente a la situación de pobreza y desigualdad que enfrenta el país. Se opusieron a la consulta ciudadana para enjuiciar a expresidentes, a la revocación de mandato que se vivirá el 10 de abril, atentando en contra de un nuevo proceso de democracia participativa jamás antes visto dentro del sistema político mexicano.
No sólo movieron la fecha inicial para las vacaciones de semana santa como estrategia de guerra, sino que también buscaron por muchos medios exigir más presupuesto, de lo cual no tuvieron éxito y en consecuencia, utilizaron a la propia maquinaria institucional para prohibirle al ejecutivo y a los funcionarios de MORENA que pudieran exhortar a la gente a participar. Empero, el 4 de abril, se vieron azotados por el decreto del ejecutivo que fue avalado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para permitir dicha acción de manera legal.
Este suceso ha abierto las líneas directas para observar el realineamiento del INE junto a los intereses oligárquicos de la oposición que anuncian su inminente derrotero frente a una sociedad civil empoderada de la que no cuentan con su apoyo. El grupo opositor pasó de promover ridículamente la renuncia del presidente, a mirarse “sobre las cuerdas” ya que: tras el fracaso con la alianza PRI-PAN-PRD, de FRENA, de medios de comunicación como Latinus en voz de desinformantes tradicionales, de buscar respaldo con la extrema derecha internacional; tanto europea como estadounidense, entre más…, hoy promueven el abstencionismo para esconder su derrotero detrás del sector de la sociedad que vive desde hace sexenios alimentando la crisis de representación, porque saben que no pueden quedar expuestos al exhortar la revocación del presidente después de tres años de gobierno que ha logrado mantener una estabilidad económica, redistributiva y de justicia social a diferencia de sexenios pasados.
Sin duda, la revocación de mandato expondrá la ruina de la oposición y de los oligarcas del ancien régime rumbo a la elección presidencial del 2024. Factor alarmante para ellos, porque desde el proceso de elección del 2018 y 2022, no sólo han perdido puestos estratégicos de poder a nivel de gubernaturas, congreso federal, congresos estatales, y presencias locales, al grado de mirar el riesgo de la pérdida de registros. Lo que se debe señalar también es que, ellos son los únicos responsables de buscar la radicalización de la ciudadanía en actividades de la vida política que deberían ser ejercicios democráticos. Y bien lo decía Maquiavelo, se debe contar con las lealtades dentro de las cúpulas de poder real, pero principalmente con el respaldo de la sociedad civil para garantizar el buen funcionamiento republicano.
El autor es catedrático de la UDLAP y miembro del Observatorio ciudadano de cultura y prácticas de un buen gobierno A.C.