José Luis Camacho Acevedo
Carolina Viggiano, la candidata priista postulada por Acción Nacional para la gubernatura de Hidalgo por la alianza Va por México, está tres a uno abajo en
las más conservadoras encuestas que se han levantado en la entidad. No tiene manera de ganar la elección constitucional y, sin embargo, día a día crece el rumor de que puede ser la próxima gobernadora hidalguense.El rumor se funda en la versión de una eventual concertacesión entre Los Pinos y el PRI para intercambiar, los votos que el presidente necesita para la reforma constitucional en materia energética, por la gubernatura de Hidalgo.
Carolina Viggiano, una priista, fue postulada por el PAN como parte de la alianza Va por México, para evitar que el gobernador, Omar Fayad, tratara de influir en la selección del candidato priista y acabara por desarticular la alianza como un servicio a Morena. Pero ahora, desde algunas oficinas del Gobierno Federal parece haber un trabajo para obstaculizar el camino del candidato que domina todas las encuestas, el senador morenista, Julio Menchaca. La primera señal fuerte en ese sentido es el retiro del Partido Verde, de la coalición Juntos Haremos Historia.
Sin fuerza en las encuestas y sin el respaldo del priismo de base, el único músculo político de Carolina Viggiano es su pertenencia al Clan Moreira, pues es la esposa del coahuilense ex gobernador y hoy diputado federal, Rubén Moreira, quien directamente estaría trabajando la concertacesión para extender su influencia de Saltillo y La Laguna, a la huasteca y el resto del estado de Hidalgo.
Rubén es el hermano y cómplice del tristemente celebre, Humberto Moreira, quien cuando fue gobernador y antes de pedir licencia, llevó la deuda de Coahuila de 323 a más de 35 mil millones de pesos en menos de un sexenio. Denunciado por el senador panista Luis Fernando Salazar, por lavado de dinero y asociación delictuosa, Moreira se enfrentó, repentinamente, a una sucesión de investigaciones y acusaciones, que se ventilaron en la prensa texana, por vínculos con el crimen organizado y haber hecho jugosos negocios con la deuda coahuilense para amasar una enorme fortuna, Humberto Moreira fue forzado a renunciar a la dirigencia nacional del PRI, a la que había llegado con el apoyo del entonces gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, perseguido e incluso detenido en España por sospecha de lavado de dinero.
Antes de dejar el gobierno coahuilense para hacerse cargo del PRI nacional como avanzada del proyecto peñanietista, Humberto Moreira dejó como su sucesor a Jorge Torres, quien fue el gobernador interino del 4 de enero al 1 de diciembre de 2011, desde donde se encargó de cubrirle las espaldas a Humberto Moreira primero, y allanar el camino para que su hermano, Rubén Moreira, se convirtiera en gobernador de 2011 a 2017. Rubén Moreira, antes segundo y hoy jefe del Clan Moreira, dejó a su vez como gobernador a Miguel Riquelme Solís, quien ha hecho lo propio con Rubén actuando como freno a cualquier investigación sobre el sexenio de su antecesor.
Ese es el Clan Moreira. Ya ligó tres sexenios de control gubernamental, presupuestal y caciquil en su estado y ahora busca, además de mantener el control de Coahuila en 2023, aprovechar el año 2022 para extender su influencia a Hidalgo, con la imposición de Carolina Viggiano en la gubernatura, aunque sea por la vergonzosa puerta de las concertacesiones, pues la candidata no tiene ni arrastre popular, ni fuerza propia ni respaldo. Lo único que Carolina Viggiano tiene es el apoyo de algunas cúpulas hidalguenses que creen estar formando un muro de contención a Morena, cuando en realidad solo están ayudando al Clan Moreira a avanzar, a costa de la poca credibilidad que le queda a un PRI que, lo último que necesita, es “beneficarse” de una concertacesión que mañana lo obligue a aprobar la Reforma Energética de López Obrador.