La sucesión presidencial del 2000 aportó elementos suficientes para entender la continuidad de una propuesta de modelo de desarrollo que dejaba de exigir el predominio priísta: Vicente Fox ganó la presidencia no solo por su discurso de ranchero que impacto en una sociedad harta del priísmo, sino que fue muy importante su decisión de garantizarle al presidente Zedillo y a la comunidad financiera internacional la continuidad del modelo neoliberal en la figura de su secretario de Hacienda.
El candidato priísta Francisco Labastida Ochoa no garantizaba el modelo neoliberal, en tanto que su formato de pensamiento económico estaba más cerca del viejo PRI progresista que del PRI neoliberal pos-salinista. El titular de la cartera de Hacienda de Fox fue nada menos que Francisco Gil Díaz, considerado en el ámbito económico como el jefe de los Chicago Boys mexicanos o seguidores del neoliberalismo de Milton Friedman, con el dato adicional de que Gil había sido profesor adjunto de Friedman en la Universidad de Chicago.
La continuidad económica funcionó también para Felipe Calderón Hinojosa, quien designó como secretario de Hacienda al economista Agustín Carstens que en el momento de su nombramiento era nada menos que subgerente general del Fondo Monetario Internacional, el organismo supranacional de imposición del modelo neoliberal a escala mundial.
Estos datos ilustran el papel fundamental que el proyecto económico ha jugado en la definición de las candidaturas presidenciales. En 2012, la continuidad neoliberal estaba garantizada con el candidato priísta Enrique Peña Nieto a través de su principal operador económico Luis Videgaray Caso, que había trabajado en el despacho de asesoría económica de Pedro Aspe Armella, el principal operador de la introducción del proyecto neoliberal de Salinas de Gortari; en cambio, la candidata panista Josefina Vázquez Mota carecía de cualquier mensaje de continuidad del modelo económico neoliberal.
La sucesión presidencial priísta de 2018 estaba garantizada en cuanto a continuidad del modelo económico neoliberal en la figura de José Antonio Meade Kuribreña, un funcionario con militancia priísta sin carnet que había trabajado como secretario de Hacienda de los gobiernos de Calderón y Peña Nieto. En cambio, López Obrador como candidato enarbolaba ya el discurso antineoliberal.
Las lecciones de las sucesiones presidenciales anteriores no son determinantes para definir desde ahora al candidato de Morena, pero ayudan a entender las motivaciones del presidente en turno para optar por su sucesor en términos de proyecto y no de género.
Los datos conocidos sobre la fiereza con la que el presidente López Obrador ha defendido la aprobación de sus principales propuestas de su proyecto de Gobierno van a ser determinantes en la definición de la candidatura oficial del 2024. El presidente tiene claro que muchas decisiones se lograron con acuerdos frágiles, por lo que su candidato debe de garantizarle de manera absoluta la continuidad del proyecto posneoliberal lopezobradorista.
Queda como dato la afirmación del presidente López Portillo: Miguel de la Madrid no es el presidente para consolidar la expropiación de la banca, aunque ya era presidente electo. Y de la Madrid, en efecto, deshizo el proyecto lopezportillista.
Juego de las sillas
- Si el proyecto de continuidad del presidente en turno es la principal prioridad sucesoria, entonces la lista de precandidatos de Morena podría reducirse a su mínima expresión.
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