La defensa que se hace de López Obrador en el sentido de que muchos de sus críticos callaron ante lo ocurrido en sexenios pasados o que no se escandalizaban ante evidentes actos de corrupción, tiene un punto débil: que se trata de una mentira. La simple revisión de algunos hechos sucedidos en lo que va del siglo, nos muestra que los tres anteriores presidentes tuvieron sus escándalos de corrupción, críticas al por mayor y un daño a su imagen que no se ha logrado revertir, contrario a lo que intentan argumentar los actuales defensores.
Todo pasado también fue criticado
Hasta el cansancio se ha tratado de defender al presidente con argumentos como que en el pasado se callaban las críticas o no se hacía escándalo ante la corrupción del PRIAN –uno de los villanos favoritos de la 4T–, pero olvidando que en realidad esto no es cierto, sino una gran mentira.
Vicente Fox no sólo decepcionó a muchos de sus votantes, sino que actualmente se le sigue dibujando, como se hizo en su sexenio, con una lengua larga. Declaraciones como aquella de la pareja presidencial, casarse en el primer aniversario de su triunfo en las urnas con quien en ese entonces era su coordinadora de comunicación social –más tarde intentó ser candidata–, el Toallagate y su declaración “y yo por qué” ante la toma del Canal 40, lo dejaron como alguien incapaz de ejercer el puesto para el que fue electo, además de ser ridiculizado como mandilón en muchos comentarios y caricaturas en los diarios.
Actualmente, es poco el respeto que suscita dicho personaje, a quien muchos todavía le reclaman no haber cumplido con sus promesas de campaña.
Felipe Calderón arrastra todavía lo de la guerra contra el narcotráfico, a pesar de las miles de explicaciones que ha dado sobre la decisión de involucrar a las fuerzas armadas en este tema, además de tener a cuestas historias de corrupción como la Estela de la Luz, algunos episodios oscuros en Pemex, los detectores moleculares que llevaron a miles de personas a la cárcel siendo aparatos que no servían para dicho propósito y lo que ha salido en fechas recientes luego del arresto de Genaro García Luna en Estados Unidos.
Al michoacano se le sigue tachando de genocida, se le repudia por los muertos en su sexenio relacionados con la inseguridad y, para completar el cuadro, no se le baja de borracho, a pesar de que un columnista de un medio favorable al actual presidente ha aclarado que inventó lo que calificó de chisme, pero muchos en redes sociales lo siguen utilizando para referirse al segundo presidente emanado del PAN.
De Peña Nieto se puede decir mucho en este sentido. Desde su incapacidad para mencionar tres libros que marcaron su vida, su pésima pronunciación en inglés –que motivo hasta montajes musicales en videos de YouTube–, sus escándalos relacionados con la corrupción como la Casa Blanca, Odebrecht, los errores de sus subordinados como el caso de David Korenfeld y el helicóptero de la Conagua o de Humberto Benítez –por lo de Lady Profeco–, la casa de Malinalco de Videgaray o frases como aquella en la que aseguró que faltaban “tres, no menos 5 minutos”, o el célebre “ya sé que no aplauden” en una conferencia de prensa.
Esto dibujó a un mandatario no sólo falto de luces intelectuales, sino francamente idiota, motivo por el cual se le sigue llamando en redes sociales con algunos calificativos que rayan más en insultos que en descripciones.
Ante el resumen en este espacio, ¿cómo es posible que los defensores de López Obrador se atrevan a decir que antes no se hacían escándalos por la corrupción de los gobiernos anteriores?
Las vacaciones de Hugo López Gatell –en contraste con los miles de médicos, enfermeras y especialistas que no pueden ir a su casa por atender enfermos–, se trataron de justificar precisamente aludiendo que antes no se hacían escándalos, algo que no sólo es mentira, sino un verdadero insulto al sentido común y a la memoria reciente del país.
Pero como el propio López Obrador ya se calificó como el presidente más atacado desde Madero, la pregunta es si lo que se ha escrito aquí respecto a Fox, Calderón y Peña Nieto sería soportado por un mandatario que ha mostrado en más de una ocasión tener la piel muy sensible y una intolerancia que salta a la mínima provocación.
Si ante críticas fundamentadas respecto a la mala estrategia del gobierno federal ante la pandemia, con 130 mil muertos cuando López Gatell dijo que la cifra catastrófica era 60 mil, las respuestas son de alegar que antes no se criticaba o que sólo buscan dañar al país, no imagino que pasará cuando al presidente se le tache de mandilón, alcohólico o pendejo en redes sociales como sucede con sus tres predecesores aún el día de hoy.
O mejoran sus argumentos o dejan que la crítica qué se ha hecho ante irregularidades como el Toallagate, la Estela de la Luz o la Casa Blanca se repita el presente sexenio y demuestre que tenemos un gobierno como los anteriores, con aciertos y errores, además de su correspondiente dosis de corrupción.