Xóchitl Patricia Campos López
El presidente de la república ha ocupado la plaza pública, el ágora de los tropos y significados significantes de las campañas políticas rumbo al 2024. La retórica de los aspirantes y candidatos a sucederlo en la silla presidencial debe ser a favor o en contra de la Cuarta Transformación, Morena estructura la narrativa del discurso político en México. Ni los montajes, actos terroristas, campañas de miedo o campañas de neuromarketing han hecho mella en la base de apoyo a López Obrador.
El proyecto del lopezobradorismo se mantiene como una constante ideológica que será el faro para las propuestas políticas y electorales: el rediseño electoral del país, la reconstrucción del estado de bienestar, la modificación del sistema educativo, la reingeniería del sistema de salud, el replanteamiento de la política económica, el progresismo feminista, la relación de seguridad nacional con Estados Unidos, el narcotráfico, el rescate de los niños, las mujeres y la juventud, etc.
Los cambios hacia el final de sexenio son complicados. Con todo y que la sociedad apoya al presidente y eso redunda en una base electoral amplia para MORENA, es cierto que los resultados también jugarán un papel importante en la percepción de los ciudadanos respecto a la continuidad o alternancia en las próximas elecciones presidenciales.
Con todo y que la polarización resulta difícil de asimilar para algunos sectores acostumbrados a la negociación bajo la mesa, la Cuarta Transformación ha generado un clima excepcional para la creatividad e inteligencia política particularmente de la oposición. Es verdad que el agonismo político de López Obrador incluso resulta insoportable para él mismo; pero, como se ha expresado en diferentes momentos, las coaliciones se han quitado las máscaras y la disputa por la nación se convierte en la lucha por la hegemonía histórica. Ni Denise Dresser ni nadie debe pedir disculpas, además de afirmar que “quien se lleva, se aguanta”, es positivo para el ethos nacional que las fachadas se caigan en los actores políticos. Racismo, clasismo, aporofobia, exclusión, intolerancia, ninguneo, etc., son las obsesiones políticas de una oposición que debe trabajar intensamente en crear una propuesta política inteligente, incluyente, mexicana, si quiere recuperar el poder en el 2024. Y claro que todavía puede. En la política siempre se está a medio tiempo.
El agonismo del discurso político lopezobradorista puede determinar una fractura nacional que defina las opciones políticas del futuro. Para unos, los representantes del régimen neoliberal, se considera que la escisión norte/sur será la consecuencia de la narrativa que MORENA impulsa bajo el patrioterismo de oropel. Los otros, fieles creyentes del nacionalismo revolucionario, piensan que se hace indispensable recuperar la hebra histórica de la patria mexicana y construir una opción propia de modernización.
La sociedad mexicana tiene una propuesta globalista y nacionalista activada por la crisis del neoliberalismo y el triunfo de MORENA en 2018. López Obrador no es responsable de la pandemia del COVID-19 y el cataclismo que vive la humanidad, si existe un culpable es -finalmente- el postliberalismo neoextractivista que Estados Unidos pretende seguir conduciendo. Además de los mexicanos, lo sabe la humanidad. De allí que la retórica populista, nacionalista, patriota, heroica, mesiánica, comunitarista, humanista y religiosa que sostiene López Obrador sea congruente y racional respecto a los modos de reconstruir el país. El PRIANRD tiene mucho trabajo por delante y es mejor darse prisa.